22 agosto, 2008

A medio año presidencial, Raúl Castro encara reto de evitar la frustración

Raúl Castro en el acto por el 26 de julio en Santiago de Cuba.
AFP/Getty Images
Raúl Castro en el acto por el 26 de julio en Santiago de Cuba.

Seis meses después de asumir la presidencia de Cuba, Raúl Castro encara el reto de recomponer la economía y evitar que la aparente parálisis de los cambios que entonces echó a andar, vuelque de la expectativa a la frustración popular.

El general de 77 años ocupa la presidencia desde el 24 de febrero, luego de la renuncia definitiva de Fidel Castro por convalecer aún de la enfermedad que lo hizo ceder interinamente el mando a su hermano, en julio de 2006.

Tras casi medio siglo bajo liderazgo abarcador del histórico líder comunista, los cubanos conocieron con Raúl otro estilo de mando, menos carismático, de mayor trabajo en equipo, favorable a la descentralización y la autocrítica, más control y sin tantos actos de masas.

En sus pocos discursos, en fechas claves, Raúl delineó como grandes desafíos producir más, combatir la burocracia, restituir el valor al salario, mantener la unidad, acabar con los robos al Estado y aliviar las penurias cotidianas.

Balanceó el poder con la vieja guardia del Partido Comunista (PCC) y los militares en puestos claves -ocho generales están ahora en la cima-, y planea reestructurar el gabinete a fin de año, posiblemente con figuras de la nueva generación.

Posicionado en el cargo, encabezó en abril el reacomodo de la cúpula -distinto al que hizo Fidel para su interinato- y convocó para 2009 al VI Congreso del PCC -el primero en 12 años-, vital para las reformas que emprendió y planea.

No se vislumbra cambio político, siempre en la lista de reclamos de la comunidad internacional, pero Raúl firmó dos pactos internacionales de derechos humanos y conmutó unas 30 penas de muerte.

Aunque ello fue tomado en cuenta para el levantamiento de sanciones impuestas por la Unión Europea, la oposición dice que el gobernante cambió la estrategia de arrestos masivos -los presos políticos bajaron de 234 a 219 en seis meses-, por detenciones temporales.

Raúl también profundizó la alianza estratégica con la Venezuela de Hugo Chávez, que envía unos 90.000 barriles de petróleo, y con China; pero, sin querer repetir la dependencia que tuvo con la Unión Soviética, se acercó a Brasil, México, España, y Rusia.

Aunque los cubanos en general dicen que "todo sigue igual'', Raúl emprendió una reforma agrícola con entrega a manos privadas de tierras ociosas en usufructo para elevar la producción de alimentos, en un país con el 50% de las áreas cultivables subutilizadas.

Eliminó el igualitarismo y el techo en el salario para estimular la eficiencia productiva. Con medidas más populares que profundas, mejoró el transporte y quitó las prohibiciones a que los cubanos se hospedaran en hoteles, tuvieran celular o compraran computadores.

"Ha mejorado algo. Aquí hay de todo, pero el salario de 400 pesos (unos 17 dólares) no me alcanza para comprar nada'', dijo Mercedes, oficinista de 36 años, quien, no obstante, hacía cola para entrar a una moderna tienda que recién abrió en el centro de La Habana.

Los cubanos cuentan con educación y salud gratis, y productos básicos con subsidios que, según Raúl, deberían irse eliminando pues implican onerosos gastos para el país.

Pero el gobernante anunció en julio que aún no puede aumentar los salarios, que vendrán tiempos difíciles, con una crisis internacional adversa, sin mencionar los cambios que esperaba la gente, como la eliminación de las restricciones a viajar, mayor apertura a la iniciativa privada o libre comercio de casas y automóviles.

Algunos analistas y opositores hablan de "congelamiento'' de las medidas o "contrarreforma'' por una influencia de Fidel o "pugnas'' entre reformistas y ortodoxos, rotundamente negadas por los hermanos.

En el alcance y ritmo de los cambios, según observadores, también influirá si gana las elecciones en Estados Unidos el demócrata Barack Obama o el republicano John McCain.

Por lo pronto toda la maquinaria del PCC se prepara para el Congreso en 2009 que redefinirá el rumbo de una revolución que se prepara para festejar por todo lo alto su 50 aniversario el 1 de enero.

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