22 abril, 2011

Educación y desarrollo: el caso ejemplar de Singapur

Análisis & Opinión

Educación y desarrollo: el caso ejemplar de Singapur

José Ignacio Moreno León

Ingeniero químico de la Universidad de Louisiana (USA), Master en Administración de Empresas de la Universidad Central de Venezuela y en Administración Fiscal y Desarrollo Económico de la Universidad de Harvard. Es además rector de la Universidad Metropolitana de Venezuela.

La isla de Singapur, considerada como una ciudad Estado y el país más pequeño del sudeste de Asia, se ubica entre la península de Malasia por el sur e Indonesia al norte, con una extensión de solo 707 km2, menor que el Distrito Metropolitano de Caracas y una población de apenas cinco millones de habitantes, similar a la de la Gran Caracas, de los cuales 75,5% son chinos, 13% malayos y 8,7% hindúes.

Singapur obtuvo su independencia en agosto de 1963 y en menos de cuatro décadas, con una economía de libre mercado, pasó a integrarse en el grupo de los llamados "Cuatro Tigres Asiáticos", junto con Hong Kong, Corea del Sur y Taiwán, y en la actualidad es considerado el cuarto centro financiero más importante del mundo, con un PIB per cápita de US$52.000, el 9° más elevado del planeta, y cuatro veces mayor que el de Venezuela.

Ocupa el N° 27 entre los países de Índice de Desarrollo Humano muy alto, con una esperanza de vida cercana a los 82 años y con la calificación por Transparencia Internacional como una de las naciones menos corruptas del mundo

Este país representa otro caso exitoso de cómo, en un tiempo relativamente corto, se puede lograr el desarrollo económico, cuando las estrategias para impulsarlo se orientan con una visión de largo plazo y atendiendo las demandas de las nuevas realidades globales.

Es así como Singapur ha impulsado su política de desarrollo según los requerimientos de la sociedad de la información y el conocimiento, promoviendo la industrialización y el fomento de empresas manufactureras intensivas en tecnología, como la electrónica, la mecánica, la química y las ciencias biomédicas.

Es así como Singapur ha impulsado su política de desarrollo según los requerimientos de la sociedad de la información y el conocimiento, promoviendo la industrialización y el fomento de empresas manufactureras intensivas en tecnología, como la electrónica, la mecánica, la química y las ciencias biomédicas; todo ello sustentado en el desarrollo de un sistema educativo extremadamente efectivo, a todos sus niveles, y con un gran reconocimiento mundial.

Singapur ha logrado superar las ineficiencias que caracterizaban su educación a los inicios de la República, elevándola a una prioridad en el esfuerzo del desarrollo del país, para lo cual se introdujeron exigentes requerimientos para el magisterio y se elevaron sustancialmente las remuneraciones del mismo, paritarias a ingenieros y otras profesiones de prestigio nacional.

Este pequeño país, con la mayor densidad de población después de Mónaco, cuenta con un sistema educativo que desde la escuela primaria está orientado a desarrollar aptitudes, carácter y valores en los estudiantes y a motivarlos para la investigación, la creatividad y el emprendimiento.

Todo ello sujeto a un exigente sistema nacional de evaluación permanente que se aplica, tanto a instituciones públicas como privadas, y que ha permitido que en las pruebas mundiales de matemáticas y ciencias, para jóvenes de diez a 14 años, sus estudiantes siempre califiquen en los primeros lugares.

La preparación para el ingreso a las universidades dura de dos a tres años, en un período de estudios preuniversitarios y, a pesar de ello y por las exigencias meritocráticas de sus instituciones, solo logran ingresar a las mismas los más capaces.

El país cuenta con tres universidades públicas, la Universidad Nacional de Singapure, ubicada en la posición III entre las mejores del mundo, la Nanyang Technological University, la Singapure Management University y otras tres universidades de gestión privada.

Igualmente, opera un sistema abierto a la globalización que facilita el funcionamiento en su territorio de sucursales de otras casas de estudio a nivel mundial, como la de Chicago, el Insead y la Universidad de Nueva York.

Las universidades del Estado no son gratuitas, pero existen políticas de financiamiento para estudiantes meritorios de escasos recursos y un sistema de préstamos a largo plazo que permite que los egresados, luego de dos años, comiencen a pagar por los estudios realizados.

Existe igualmente un novedoso sistema de promoción de la ciencia y tecnología apoyado en la creación de la Agencia de Ciencia, Tecnología e Investigación, adscrita al Ministerio de Comercio e Industria y no al de Educación, con lo que se pone en evidencia el interés de Singapur por impulsar la ciencia y la tecnología, como pilares fundamentales de su desarrollo.

Por ello el país ha pasado del tercer mundo al primer mundo en apenas cuatro décadas, con extraordinarios avances científicos como el laboratorio solar de la Universidad Tecnológica de Nanyang, el cual mediante un proceso similar a la fotosíntesis de las plantas, permite convertir el agua en combustible de hidrógeno, una fuente energética renovable que reduce la dependencia de los combustibles fósiles.

Singapur ha alcanzado todos estos avances, sin contar con los recursos naturales de un país como el nuestro (Venezuela), que en estas últimas cuatro décadas ha acentuado su rentismo petrolero y está estancado en su proceso de desarrollo, por lo que se hace indispensable una reforma educativa integral para lograr el país productivo y capaz de insertarse exitosamente en la economía global, que tiene que ser la Venezuela del siglo XXI.

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