17 abril, 2011

¿Qué mensajes necesitamos, para actuar ya?

¿Qué mensajes necesitamos, para actuar ya?

Uno de los efectos más negativos del “Invierno Demográfico” en los países, se presenta en sus sistemas de pensiones

Ángel Verdugo

A raíz de la publicación de los resultados definitivos del “Censo de Población y Vivienda 2010”, me di a la tarea de revisarlos para buscar en ellos datos que probaren —o desmintieren de ser el caso—, la presencia entre nosotros de los efectos de lo que los demógrafos han calificado como Invierno Demográfico.

Esta nueva transición demográfica —menos niños por la caída de la Tasa de Fecundidad (hijos por mujer en su vida fértil), y más personas mayores de 65 años por la reducción de la mortalidad— acarrea consigo efectos que no son advertidos de inmediato por las características mismas de los procesos demográficos. Como sabemos, aquellos se gestan hoy —por decirlo de alguna manera—, y sus efectos se advierten en 20, 30 o más años.

En América Latina tenemos claros ejemplo de esto último; para verlo, sólo debemos consultar las tasas de crecimiento de la población a partir de 1970 y cruzarlas con la difusión masiva a partir de ese año de técnicas de contracepción. Durante el primero y segundo decenio
—de 1970 a 1990— las tasas anuales fueron casi las mismas de los años previos pero, a partir de ese último año la reducción fue significativa.

Veamos el caso de caso de México sólo para ejemplificar el proceso señalado; por ello le pido consulte las láminas 5, 11 y 13 de la publicación del INEGI “Principales Resultados: Censo de Población y Vivienda 2010” (Presentación). Ahí se muestra, con claridad meridiana, como el proceso de envejecimiento está ya entre nosotros y no de ahora, sino desde hace una buena cantidad de años. Con una gran visión, Elena Zúñiga tituló su excelente trabajo acerca del tema publicado en 2004 por el Conapo: “Envejecimiento de la Población de México: Reto del Siglo XXI”.

Uno de los efectos más negativos del “Invierno Demográfico” en los países, se presenta en sus sistemas de pensiones. Hoy, prácticamente no hay país europeo que se salve, como lo muestra y demuestra el excelente “Reporte Especial sobre Pensiones” aparecido en el The Economist de la semana anterior. Después de leerlo, no puede uno dejar de pensar en la profundidad y gravedad de los problemas que enfrentan nuestros sistemas y los de no pocos países de América Latina.

Si los países europeos, no obstante sus recursos, enfrentan la insolvencia de sus sistemas de pensiones como consecuencia —entre otras causas— de haber mantenido durante muchos años tasas de fecundidad por debajo de la Tasa de Reposición. Ésta, a pesar de los estímulos económicos ofrecidos por los gobiernos a las parejas con el fin de que tengan más hijos y elevar la bajísima tasa de fecundidad, la respuesta no ha sido la esperada.

¿Acaso no hay aquí quien plantee alguna medida hoy, para reducir los efectos negativos del “Invierno Demográfico” mañana? ¿Qué no se han preocupado por analizar lo que pasará en materia de empleo, sistemas de pensiones y servicios públicos de salud en 2020 y 2030, de seguir las cosas como hasta ahora?

Basta con analizar las láminas 13 y 14 de la Presentación señalada para encender focos de alarma pues de seguir las cosas como están y se ven hoy, es posible que la tasa de fecundidad —que para 2010 es de 1.7 hijos por mujer— caiga en 10 años a 1.4 y en 20, a 1.1 hijos por mujer.

¿Qué diremos mañana, si nada hacemos hoy para corregir el exceso cometido? ¿A quién culparemos en 20 o 30 años? ¿Eludiremos, como siempre, nuestra responsabilidad ante el futuro, o recurriremos a la excusa aquella de “el que venga atrás, que arree”?

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