21 mayo, 2011

Un nuevo consenso en EE.UU. sobre la inmigración

Un nuevo consenso en EE.UU. sobre la inmigración

Por Michael R. Bloomberg

El mes pasado, el presidente Barack Obama convocó a un grupo diverso de ejecutivos empresariales, alcaldes, líderes de las fuerzas del orden, ministros y activistas a la Casa Blanca para hablar sobre un problema que amenaza el futuro económico de Estados Unidos: nuestro quebrado sistema de inmigración.

Anteriormente hemos tratado de repararlo. El presidente George W. Bush hizo de una reforma integral de la inmigración una de las mayores prioridades legislativas importante durante su segundo mandato. Líderes del Congreso pertenecientes a ambos partidos, entre ellos los senadores Ted Kennedy y John McCain, trabajaron sin tregua para que se aprobara el proyecto de ley. Pero la iniciativa no pudo conseguir los votos requeridos. Tampoco una ley de menor alcance, conocida en inglés por el nombre de "Dream Act", que hubiera otorgado legalidad a los hijos de inmigrantes que se inscriben en la universidad o se incorporan al ejército.

[EE.UU.] David Klein

Estas derrotas han creado la impresión generalizada en Washington de que la reforma inmigratoria bipartidaria es imposible. Pero ha surgido un nuevo consenso sobre reforma inmigratoria en la comunidad empresarial que podría superar el estancamiento y dar un muy necesario ímpetu a nuestra economía. La idea es simple: reformemos la manera en que atraemos y mantenemos a personas talentosas y trabajadoras del exterior para promover mejor el crecimiento económico.

En la economía global, los países que atraen a los mejores, los más brillantes y a los más trabajadores del mundo, crecerán y triunfarán. Quienes les deniegan el ingreso no lo harán. Estados Unidos ha entendido esto por mucho tiempo. No nos hubiéramos convertido en una superpotencia global sin abrir nuestras puertas a los inmigrantes, y no podemos seguir siendo uno por largo tiempo sin seguir con esa práctica.

Inmigrantes inteligentes y motivados promueven las innovaciones y crean los empleos que nuestra economía necesita para prosperar. Entre 1995 y 2005, por ejemplo, 25% de las nuevas compañías de alta tecnología en EE.UU. tenía al menos un inmigrante como un fundador clave. Esas compañías por sí solas han creado 450.000 empleos, y la vasta mayoría de ellos fueron para estadounidenses.

Nuestros competidores globales comprenden cuán cruciales son los inmigrantes para el crecimiento económico. Desenrollan la alfombra roja para los emprendedores; nosotros no tenemos una visa para emprendedores. Reclutan intensamente nuestros estudiantes de títulos avanzados; los educamos y los enviamos a sus países. Cortejan a los ingenieros, científicos y otros profesionales calificados que inventan nuevos productos, lanzan líneas de productos y desarrollan la tecnología del mañana; erigimos barreras arbitrarias, insensatas y burocráticas para el reclutamiento. Y hacemos todo esto aun cuando nuestra tasa de desempleo oscila en torno de 9%.

Aunque cada partido aduce tener la solución para los males económicos de nuestro país, ninguno ha adoptado una estrategia de creación de empleos basada en la reforma inmigratoria, lo cual no añadiría un solo centavo a la deuda nacional. Para inducirlos a actuar, se ha formado una coalición bipartidaria de líderes empresariales y alcaldes para argüir que la reforma del visado es un imperativo económico. En nueve meses, la Alianza para una Nueva Economía Estadounidense ha crecido hasta tener más de 200 miembros, entre ellos compañías que en conjunto emplean a más de 3,5 millones de personas.

Creemos en la necesidad de asegurar nuestras fronteras, posibilitar que las empresas sean responsables de verificar el estatus de los trabajadores, encarar la realidad de los 11 millones de personas que se encuentran aquí ilegalmente y no pueden ser deportados en masa, y aumentar las oportunidades legales para quienes quieren venir a este país y contribuir a nuestra prosperidad. No obstante, nuestro país no puede permitirse esperar a que Washington se organice y apruebe una reforma inmigratoria integral. Hay demasiado en juego. Nuestra economía exige que tomemos acciones inmediatas sobre la reforma más urgente, y políticamente alcanzable: facilitar que los creadores de empleos vengan y se queden aquí.

Crear una visa para emprendedores que ya tienen financiación para comenzar sus empresas llevará directa e inmediatamente a empleos estadounidenses. Las reformas de visado para mejorar las sendas temporales y permanentes para que las compañías superen la actual escasez de ingenieros, científicos y otros especialistas —cuyos límites anuales de visas con frecuencia se agotan días después de volverse disponibles— atizarán el crecimiento en compañías estadounidenses existentes.

Dar visas a los graduados extranjeros más brillantes de nuestras universidades permitirá a nuestra economía cosechar las recompensas de su trabajo. Al mismo tiempo, permitir a los inmigrantes que triunfan en la universidad, o prestan servicio en nuestras fuerzas armadas, la posibilidad de emprender una carrera y forjar sus vidas aquí legalmente fortalecerá la salud a largo plazo de la economía estadounidense.

Finalmente, crear una manera confiable de que los empleadores contraten a trabajadores temporales —quienes producen los alimentos del país, apoyan nuestro sector turístico de US$1,3 billones (millones de millones) y cubren brechas estacionales en todas las industrias— ayudarán a sustentar las empresas de EE.UU. y crear empleos estadounidenses adicionales y mejor pagos.

Quienes se concentran en las diferencias entre los partidos en materia inmigratoria, en vez de sus coincidencias, han paralizado el debate en Washington por demasiado tiempo. A pesar de este estancamiento, hay una oportunidad para que ambos partidos comprendan la economía de la reforma inmigratoria y se concentren en todo lo que los estadounidenses concuerdan que necesitamos: más empleos. Los líderes de ambos partidos hablan de crear empleos, pero están ignorando las voces de líderes empresariales que, de hecho, los pueden crear, si tan sólo el Congreso les diera las herramientas.

—Michael R. Bloomberg, independiente, es alcalde de Nueva York.

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