18 junio, 2011

Ante el fiasco de Hank, Calderón ataca

Ante el fiasco de Hank, Calderón ataca

Leo Zuckermann
Ante el fiasco —un desastre para la imagen del gobierno panista— de las detenciones y liberaciones de Jorge Hank Rhon, el Presidente, en lugar de esperarse a que lo apaleen en los medios, ha tomado la ofensiva. Quiere cambiar lo más rápido posible el tema de discusión. Y qué mejor manera de hacerlo que enfrentarse a una de las instituciones más odiadas por la opinión pública: el Congreso, hoy dominado por el PRI.
Esta estrategia fue muy evidente en los noticieros de la mañana de ayer en la radio. Mientras el gobierno recibía un rosario de críticas durísimas por el caso Hank (de ineptos no los bajaban), de repente Calderón anunció que convocaría a un periodo extraordinario de sesiones del Congreso. ¿Para qué? El Presidente propuso nueve puntos:
1. Discutir, y en su caso aprobar, las reformas políticas antes que venza el plazo para que puedan aplicarse en el próximo ciclo electoral.
2. Elegir a los tres consejeros del IFE que vergonzosamente no se han elegido desde octubre del año pasado.
3. Discutir, y en su caso aprobar, la reforma laboral.
4. Lo mismo con una “reforma para facilitar las asociaciones público-privadas en materia de infraestructura”.
5. Igual con una serie de iniciativas para combatir la corrupción gubernamental.
6. También legislaciones de seguridad nacional que regulen “de mejor manera la participación de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad interior”.
7. Discutir, y en su caso aprobar, “una legislación que permita combatir con mayor eficacia el lavado de dinero”.
8. Lo mismo con leyes dirigidas a “atacar el robo de hidrocarburos”.
9. Debatir y votar la iniciativa de Ley Federal del Sistema Penitenciario y de Ejecución de Sanciones.
Hace bien el Presidente en convocar al Congreso a legislar. Es responsabilidad de los políticos resolver los problemas sociales del país. Resulta desesperante ver la actividad legislativa paralizada mientras no  se resuelvan las elecciones en el Estado de México, Coahuila, Nayarit e Hidalgo en julio. Independientemente de los procesos electorales, el Congreso debería estar legislando.
Pero eso es en el mundo del “deber ser”. En el mundo del “ser”, la convocatoria del Presidente tiene, me parece, una intención política. Se trata de tomar la ofensiva después del desastre del caso Hank. Cambiar el tema en los medios para demostrarle al electorado que muchos de los problemas en México no se resuelven por culpa del Congreso, no de él. Un Poder Legislativo que hoy está dominado por el partido que va arriba en las encuestas, el PRI, que quiere regresar a Los Pinos. Un PRI que hoy está liderado por su virtual candidato presidencial, Enrique Peña Nieto, quien ha mandado la señal de que lo mejor para el PRI es nadar de muertito, no mover las aguas, de aquí a la elección de 2012. Eso explica por qué en el periodo ordinario pasado de sesiones del Congreso no se aprobó ninguna de las legislaciones que ahora el Presidente convoca a debatir y votar.
Es interesante la jugada de Calderón. Para empezar, eventualmente va a lograr que la atención mediática deje Tijuana y se vaya a los corredores del Poder Legislativo. Luego, si el Congreso no aprueba nada en el periodo extraordinario, pues el PAN habrá desenmascarado al PRI: en la próxima campaña electoral nacional lo podrá tildar de partido obstruccionista que no sabe qué quiere hacer con el poder. Pero cualquier legislación que sí se apruebe en el Congreso, el Presidente podrá presumir que él fue quien dio el empujoncito final. Por donde se vea, el Ejecutivo gana.
El Presidente ha atacado y puesto a la defensiva al PRI de Peña Nieto. A ver cómo la juegan éstos.

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