18 junio, 2011

¿Cuándo empezó este país?

¿Cuándo empezó este país? ¿El 1 de diciembre de 2000? ¿En serio?

Antes de este punto, no sólo nada bueno se había hecho sino que ni siquiera había país.

Ángel Verdugo
Una de las obsesiones que parece dominar pensamiento y obra de Calderón y Cordero ante lo que alguna estudiosa de la situación política del país califica como “la inevitabilidad de la victoria del PRI en 2012”, es la que tiene que ver con la fecha del surgimiento de este sufrido país.
Tal parece, si nos atenemos a lo que parece será el discurso de Cordero para “vender” la obra panista —al menos en materia económica— y su candidatura, que México se creó de la nada el 1 de diciembre de 2000.
Antes de este punto, no sólo nada bueno se había hecho sino que ni siquiera había país. Su discurso deja ver, que antes de ellos y su reducido grupo —aún dentro del PAN— no había México.
Lo grotesco y falto de honradez de tal posición no merecería, en otras condiciones, que nos ocupáremos de ella; sin embargo, cuando se tergiversa tan burdamente la historia para vender una candidatura, las cosas cambian.
Una posición cuya falta de honradez intelectual y rigor teórico deberían avergonzar a su portavoz y a no pocos de sus panegiristas, debería ser un foco rojo dada la falta de seriedad de quienes hoy ocupan altas posiciones en la estructura administrativa del Estado mexicano.
En la actividad política como en la vida misma, no hay generación espontánea; anhelo caduco de quienes rechazan la evidencia científica, se vuelve hoy la baratija que deslumbra a ignorantes e interesados en quedar bien con el delfín designado.
Sin embargo, los hechos, por más que se los oculte o tergiverse, ahí están. Saquémoslos a la superficie, no con el fin de descarrilar una candidatura —por demás endeble— sino para dar elementos de juicio que permitan al agente económico tomar una decisión informada.
Preguntémonos algo tan simple como esto: ¿Hay alguien en su sano juicio que se atreva a afirmar hoy, que los “avances” en materia económica de estos diez años podrían haberse alcanzado de no haber sufrido la debacle de 1982 y la corrección posterior?
Es más, ¿podría Cordero presumir logros panistas, de no haber tomado —los priistas apoyados por panistas serios y maduros— medidas profundas en materia estructural durante los sexenios de De la Madrid y Salinas y consolidados durante la presidencia de Zedillo?
 ¿Podría Cordero negar, que los “triunfos” que hoy presume como monopolio panista se deben, en buena parte, a las reformas concretadas por los que son hoy su blanco preferido?
Es más, si analiza orígenes y formación académica de su equipo, verá en él la mejor expresión de muchos programas concretados y estimulados por los que según él, nada hicieron bien.
Pregunte a todos ellos quién pagó sus becas y estancias en el extranjero y la respuesta, no sólo no le sorprenderá, pues bien la conoce, sino que espero le ayude a entender que lo que hoy tiene y disfruta en cuanto a su posición política se refiere, se explica por lo hecho —bien y mal, bueno y malo- por los priistas que ya tocan a su puerta para recibir la estafeta.
En política, arrogarse monopólicamente la buena gobernación, es escupir al cielo; de inmediato, el escupitajo nos cae en la cara. Lo de hoy se explica por lo de ayer y lo de mañana, por lo que hagamos o no hagamos hoy.
Maestro Cordero, no olvide que como ve hoy a los priistas, así lo verán ellos mañana.

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