20 junio, 2011

Las 24 horas en que Sicilia perdió su Caravana

Las 24 horas en que Sicilia perdió su Caravana: “Por favor, acordemos cosas constructivas”

El contenido del Pacto por la Paz firmado en mayo creció en Ciudad Juárez casi al doble por las demandas que surgieron de los grupos más radicales.

A su arribo a Ciudad Juárez, el nueve de junio, la Caravana por la Paz y la Justicia celebró un mitin en el Centro Deportivo de Salvárcar.
A su arribo a Ciudad Juárez, el nueve de junio, la Caravana por la Paz y la Justicia celebró un mitin en el Centro Deportivo de Salvárcar.

A su arribo a Ciudad Juárez, el nueve de junio, la Caravana por la Paz y la Justicia celebró un mitin en el Centro Deportivo de Salvárcar.
A su arribo a Ciudad Juárez, el nueve de junio, la Caravana por la Paz y la Justicia celebró un mitin en el Centro Deportivo de Salvárcar.

Viernes 10 de junio. Juárez, Chihuahua. Campus de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. Diez de la mañana. Miembros de la Caravana del Consuelo están a punto de iniciar discusiones en nueve mesas de trabajo. Las deliberaciones pretendían enriquecer el Pacto Ciudadano por la Paz con Justicia y Dignidad firmado en la Ciudad de México el ocho de mayo pasado.

En un patio ubicado a las puertas de un edificio del campus, parado a la sombra frente a decenas de personas —en su mayoría, jóvenes—, un hombre alto, delgado, de pelo cano, piel clara, mirada chispeante y sonrisa frecuente, hablaba, casi suplicaba con voz pedagógica: “Tenemos que ser constructivos, no destructivos como ellos (se refería a los gobiernos, a los criminales). Somos un movimiento por la paz, constructivo, de resistencia civil pacífica. Sobre la base de los seis puntos que contiene el Pacto que firmamos en mayo, debemos ser propositivos. Los agravios que la gente sufre no deben impedirnos proponer cosas realizables, que se puedan conseguir. Tenemos pocas horas para debatir, busquemos la unidad en los puntos fundamentales y no nos detengamos en las diferencias. Mantengamos el espíritu de conciliación entre nosotros y de cambio hacia el exterior con una agenda en la que se puedan conseguir cosas, en vez de pedir todo y no lograr nada”.

El hombre de discurso bien articulado, que era escuchado con atención por el poeta Javier Sicilia y el ex ombudsman capitalino Emilio Álvarez Icaza, era Pietro Ameglio: un hombre que nació en Italia en 1958 y que hoy es mexicano por naturalización. Profesor de Historia Contemporánea en la Universidad La Salle de Cuernavaca, Morelos, es especialista en movimientos de derechos civiles, en particular aquellos pacíficos, los inspirados en la filosofía de la no-violencia que practicaba Gandhi. Tiene un libro que se llama Gandhi y la desobediencia civil. México hoy (México, Plaza y Valdés, 2002).

Javier Sicilia en Plaza Lagartos, en El Paso, Texas, donde se reunió con familiares de víctimas asilados en Estados Unidos.
Javier Sicilia en Plaza Lagartos, en El Paso, Texas, donde se reunió con familiares de víctimas asilados en Estados Unidos.
SORPRESA, ESTUPEFACCIÓN Y MOLESTIA

Al interior del Movimiento por la Paz encabezado por Sicilia, varios miembros consideran a Ameglio como el artífice de la resistencia civil pacífica que enarbola la Caravana del Consuelo. Se trata de un tema sobre el cual es experto. Pero ese día Ameglio había intuido que los grupos más radicales de Ciudad Juárez, y unos más que venían de otros estados, podían tomar el control de las mesas. Y así ocurrió…

Por la noche, después de las 10 de la noche, cuando en la Plaza Juárez de la ciudad se empezaba a leer el Pacto supuestamente enriquecido por lo discutido en las mesas del campus universitario, las caras de Sicilia, Ameglio y de Álvarez Icaza mostraban desa- cuerdo. Desaprobación. Molestia, incluso, evidenciada en sus gestos cuando una oradora leía lo que se había debatido en la Mesa 2: “Fin de la estrategia de guerra. Seguridad ciudadana con perspectiva de derechos humanos. Exigencias: 1. Exigimos el fin inmediato de la estrategia de guerra, la desmilitarización de la policía, el retiro del fuero militar, que se cancele la Iniciativa Mérida, y…”. Hasta ahí todo era casi igual a lo plasmado en el Pacto de mayo, pero la oradora agregó: “… y el regreso del Ejército a los cuarteles…”.

Los gestos de los tres hombres eran de sorpresa, de estupefacción. De rechazo. Sicilia movía la cabeza en ademán de negación. Y es que el poeta había repetido una y otra vez en las plazas que el ideal era que las Fuerzas Armadas regresaran a los cuarteles, sí, pero no de inmediato porque el resultado sería peor: se tenía que reordenar y capacitar primero a las policías. De otra forma en muchos lugares del país la ciudadanía quedaría a merced de los criminales.

Minutos después Ameglio dejaba el templete y caminaba acompañado por otro miembro de la Caravana rumbo al lado contrario de la plaza —justo por donde MILENIO Televisión acababa de transmitir en vivo—, y al paso le soltaba una elocuente frase a su acompañante: “Los Zetas van a estar felices…”.

El día después, en El Paso, Texas, luego de un mitin con exiliados por la violencia, Sicilia y Álvarez Icaza evidenciaban su molestia. “Nunca se pidió eso (el regreso del Ejército a los cuarteles). Si el Ejército fue sacado de manera irresponsable a esta guerra, y esa decisión visceral del Presidente ha causado 40 mil muertos, no podemos en este momento regresarlo de la misma forma impulsiva para que la situación empeore. Sería igual de visceral y sería llevar la situación hacia algo mucho más terrible. Esa posición de retirar al Ejército de las calles es igual de atroz a la de haberlo sacado como lo sacaron, y nos va a generar un problema mayor”, decía Sicilia.

Álvarez Icaza lo secundaba: “Hay lugares, municipios, estados donde la gente ni siquiera puede ir a comprar alimentos si no está el Ejército”.

Explicaban que lo de la plaza había sido un error que había causado escozor: se habían leído —dijeron— las relatorías de lo que se había discutido en las mesas, pero nada que se hubiera decidido integrar en forma definitiva al Pacto de Mayo. Se trataba de propuestas para tomar en cuenta, pero no del cuerpo final del Pacto. Aceptaban que había habido muchas presiones, que entendían la radicalidad de la gente de Juárez y sus particularidades, su deseo de que el Ejército no estuviese en las calles y que eso se tomaría en cuenta, pero que eso no podía aplicarse para el resto de la República. “Así, con la pretensión de que todo lo demás de las relatorías forme parte del Pacto, así no caminamos”, decía Sicilia. “Así, así no vamos”, secundaba Álvarez Icaza.

La Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad a su arribo a Monterrey, el siete de junio, donde se multiplicaron las consignas contra Calderón.
La Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad a su arribo a Monterrey, el siete de junio, donde se multiplicaron las consignas contra Calderón.
AGREGADOS QUE NO VIENEN A CUENTO

¿Qué cosas adicionales al Pacto de Mayo se habían leído en Ciudad Juárez? ¿Qué cosas, además de la petición de regresar a sus cuarteles al Ejército, habían pretendido hacer pasar los grupos más radicales? ¿Qué omisiones había en relación a lo suscrito en mayo? En cantidad, la diferencia era abismal: el texto del Pacto de Mayo tenía nueve mil 975 caracteres, y el de junio 19 mil 234. El texto de Juárez prácticamente duplicaba al de la Ciudad de México, con un crecimiento casi del doble. Pero al leer el documento se aprecia que no hay muchas diferencias de sustancia. Se trata de una relatoría redactada de forma pesada, donde se repiten deseos e intenciones una y otra vez, resaltando algunas demandas que a Sicilia y los suyos les parecían innecesarias o cándidas (por no decir absurdas), lo que desvía la atención de los objetivos centrales del movimiento, como éstas:

—Que las dependencias del gobierno federal, cuya sede es el Distrito Federal, se repartan por todo el país para evitar concentración del poder.

—Juicio político a Felipe Calderón y a Genaro García Luna (por la guerra), así como a Javier Lozano (por el conflicto con el Sindicato Mexicano de Electricistas, que tuvo un contingente de unas cuantas personas y una manta en la marcha).

—Exigir explicación de las fortunas de Carlos Salinas de Gortari, de todos los ex presidentes de México y de Elba Esther Gordillo (se supone que por presión de los grupos de maestros disidentes de Michoacán y Oaxaca, presentes en pequeños grupos).

—Exigir a las televisoras concesionadas (Televisa y TV Azteca) que den más tiempo (no se especifica a quién) a cambio de la concesión.

—Exigir la apertura al acceso (sic) a los sistemas de comunicación latinoamericana como Telesur y Tal; han roto con monopolios como CNN.

—Que se otorguen tiempos oficiales en medios de comunicación (radio y tv) para el movimiento.

—Restitución de derechos laborales de las y los trabajadores (sic) que han sido violentados por las políticas de los gobiernos neoliberales.

—Denunciar todos los casos de biopiratería y bioprospectiva en las comunidades indígenas.

—Cancelación de decenas de concesiones mineras en San Luis Potosí y en Guerrero.

—Cancelación de proyectos turísticos en tierras indígenas chihuahuenses.

De acuerdo a Sicilia y a sus cercanos, ésos son asuntos que “no venían a cuento” con lo que denominan “un piso” que debe tener su movimiento, que a grandes rasgos se sintetiza en tres puntos: seguridad y justicia, democracia plena (por cierto, el texto de las relatorías de Juárez omitió demandar candidaturas ciudadanas) y desarrollo económico y social.

Entre lo destacado como probable mecanismo de movilización y resistencia cívica, el texto juarense incluyó aspectos de acuerdo con los criterios de Ameglio:

—Boicot tributario. Es decir, dejar de pagar impuestos locales y federales si los gobernantes no cumplen demandas de seguridad, justicia, política y desarrollo económico y social.

—Suspensión de los cruces en los puentes internacionales, en caso de que Estados Unidos no detenga el tráfico ilegal de armas y el consumo desbordado de drogas de sus habitantes.

—Cerco a instalaciones de los tres poderes, como sucedió en la Procuraduría de Nuevo León, hasta que el Procurador recibió a miembros de la Caravana y se comprometió a resolver nueve casos de desapariciones y a investigar 32 más en tiempos concretos. Esto se planea hacer ante la Cámara de Diputados para que los tribunos legislen una reforma política de inmediato.

—Realizar una nueva caravana, ahora hacia el sur del país.

—Exigir la eliminación del secreto bancario para contener el lavado de dinero.

El Pacto por la Paz y Justicia al ser firmado por residentes de El Paso, Texas, el 11 de junio pasado.
El Pacto por la Paz y Justicia al ser firmado por residentes de El Paso, Texas, el 11 de junio pasado.
LOS ULTRAS

En Torreón fue muy claro quiénes fueron los radicales: un grupo de tapados, de esos muchachos con rostros cubiertos, como los de Monterrey, que suelen ser contratados por el narco para bloquear calles o hacer pequeñas manifestaciones con el fin de pedir el retiro del Ejército. Se colaron al mitin de la Caravana y así como llegaron, azuzados por un par de adultos, se fueron. Lo mismo ocurrió en Ciudad Juárez: un grupito de chavos arremetió contra patrullas de la Policía Federal en un puente cuando llegaba la Caravana. Además de insultos, empujones, escupitajos y patadas a los vehículos, no pasó a mayores. Había otros pocos jóvenes encapuchados que se decían zapatistas, pero éstos renegaban del movimiento de Sicilia “por reformador”.

Más allá de eso, en las mesas de la universidad se sentaron maestros (de Oaxaca, Michoacán y locales), miembros de grupos de derechos humanos, religiosos, sindicalistas y representantes de movimientos populares (de San Pedro Mártir, Tlalpan, o de La Otra Campaña, ligada al zapatismo chiapaneco, por ejemplo), muchos con nombres difusos y varios con miembros radicales en sus filas (provenientes de Michoacán, Morelos, Chiapas, Guerrero, La Laguna, el Distrito Federal y Juárez) que hicieron de las interminables relatorías un pacto no avalado por Sicilia y los suyos.

Los organizadores de la marcha informaron a M Semanal que están revisando 25 hojas con alrededor de mil 12 firmas de organizaciones y personas físicas para saber quién es quién en el documento de Juárez, y ver cómo procesar sus demandas sin marginarlos, pero sin que se desvirtúe el Movimiento por la Paz y Justicia. Pero durante un día, ese día en la Plaza de Juárez, Sicilia, Álvarez Icaza y Ameglio perdieron el control de su movimiento, para intentar recuperarlo 24 horas más tarde.

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