09 junio, 2011

¿Mercenarios en México?

¿Mercenarios en México?


Por: Arturo Nahle Gracía

El lunes leí un interesantísimo artículo de Raymundo Riva Palacio titulado “La Guerra Secreta” que deseo compartir con Ustedes.

Dice Raymundo que el pasado mes de marzo, en la zona residencial de una importante ciudad del centro de México, se llevó a cabo un operativo quirúrgico y altamente profesional. Una unidad militar llegó en la madrugada a una casa, derribó las puertas, disparó ráfagas de arma semiautomática con silenciador y en unos cuantos minutos sacaron a cuatro personas a quienes subieron a una camioneta blindada (como la que usan las empresas que transportan valores). Antes de que amaneciera, otra unidad llegó para hacer tareas de limpieza, que incluyó la colocación de nuevas puertas.

Los vecinos se despertaron por el ruido de las puertas derribadas y llamaron a la policía. Las patrullas salieron de inmediato pero antes de llegar fueron detenidos por un retén de marinos que les dijeron que se despreocuparan, que todo lo tenían controlado. La policía verificó en la zona militar de la región y les confirmaron que los marinos eran auténticos y realizaban un operativo.

Los vecinos narraron que la camioneta blindada tenía todos sus números de identificación bloqueados y los dos equipos militares –el de la operación y el de la limpieza- llevaban una insignia cosida sobre el brazo, una garra de depredador.

La policía no tiene registro de quiénes fueron los detenidos o si hubo bajas durante el ataque militar, tampoco sabe de qué unidad fueron los participantes en la operación. Estos detalles intrigaron al presidente municipal que preguntó a oficiales del Ejército quiénes habían participado en esa operación, por primera vez escuchó la palabra “Blackwater”.

Blackwater nació en 1997 como una empresa que entrenaba policías en sus instalaciones de Carolina del Norte; fue fundada por Eric Prince, heredero de una fortuna que llegó a ser un Navy SEAL (cuerpos de élite de la Marina estadounidense entrenados para combate en mar, aire y tierra). Su insignia es la garra de depredador.

En poco más de una década, Blackwater se ha convertido en el ejército privado más grande del mundo (con 40,000 soldados es superior a muchos ejércitos nacionales) y tiene contratos con el Pentágono que superan los mil 500 millones de dólares.

Las acusaciones de que sus soldados son proclives a disparar a matar (el caso más dramático fue una matanza de civiles en Bagdad en 2007), llevaron a sus directores a cambiar el nombre en enero del año pasado por Xe Services LCC.

No hay información si Blackwater/Xe Services tiene contratos para operar en México. Las sospechas abundan porque a mediados de 2008 la empresa abrió un centro de entrenamiento en California (a unos 10 kilómetros de Tecate, Baja California) que coincidió con ser receptora de uno de los jugosos contratos que otorgó el Pentágono a empresas privadas para proveer inteligencia, espionaje, reconocimiento, entrenamiento aéreo y apoyo logístico en operaciones contra el narcotráfico.

La empresa ya opera bajo el resguardo del Plan Colombia, pero no se sabe si también trabaja al amparo del Plan Mérida.

En la operación de marzo, los vecinos vieron militares altos, robustos y con piel morena; no los oyeron hablar inglés, como sí se escuchó al comando que ejecutó en Cuernavaca al capo Arturo Beltrán Leyva. Sin embargo se sabe que Blackwater/Xe Services utiliza a muchos soldados chilenos que pelearon al lado de Augusto Pinochet.

Conforme avanza la lucha contra el narcotráfico, se van documentando cada vez más acciones militares que vulneran al Estado de Derecho. Aparentemente no es algo que inquiete todavía a la mayoría de los mexicanos que parecen estar dispuestos a esta vulneración a cambio de tranquilidad.

Es posible que el gobierno de Felipe Calderón termine sin que nadie lo llame a cuentas por lo que está sucediendo, pero no tiene el futuro comprado, se van acumulando acciones de un estado de excepción, sin que legalmente exista un estado de excepción. Por lo pronto debería explicarnos si ya decidió privatizar la lucha contra el narcotráfico contratando a mercenarios norteamericanos.

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