01 octubre, 2011

Determinación y empuje: cómo salimos de esto juntos

Análisis & Opinión

Christine Lagarde

Christine Lagarde es abogada francesa y es actualmente la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI). Anteriormente fue ministra de Economía, Finanzas e Industria y antes de esto ministra de Agricultura y Pesca y Ministra de Comercio en el gobierno de Dominique de Villepin (Francia). Lagarde fue la primera mujer en convertirse en ministra de Asuntos Económicos del G8, y es la primera mujer en dirigir el FMI.

  • Vie, 09/30/2011 - 11:03

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Este pasado fin de semana, 187 países se reunieron en la ciudad de Washington para ocuparse de la crisis económica que enfrenta el mundo.

Asistieron a las reuniones anuales de 2011 del FMI y el Banco Mundial, en las cuales ministros de Hacienda y presidentes de bancos centrales coinciden con empresarios, representantes de la sociedad civil, sindicalistas y parlamentarios para debatir las cuestiones candentes que tenemos por delante.

En vísperas de las reuniones, lancé una advertencia sobre la fase nueva y peligrosa que está enfrentando la economía mundial, así como un llamado a una enérgica acción colectiva. Pasadas las reuniones, tengo la firme impresión de que la comunidad internacional está comenzando a responder.

¿Por qué? Por tres razones: una sensación generalizada de urgencia, un diagnóstico compartido de los problemas y una sensación común de que se están cristalizando las medidas necesarias de aquí en más.

A los países de mercados emergentes les corresponde una importante contribución para lograr el objetivo último de reequilibrar la economía mundial: los países con superávits externos necesitan apoyarse más en la demanda interna, y los que tienen déficits en cuenta corriente, actuar para atajar el sobrecalentamiento.

Primero, la sensación de urgencia. Se tomó clara conciencia de la gravedad de la situación que atravesamos. Según las últimas proyecciones del FMI, anunciadas durante las Reuniones, el crecimiento mundial disminuirá a 4% este año y el próximo. En las economías avanzadas, el nivel será apenas un anémico 1½%-2%. No cabe duda de que la recuperación de la economía mundial sigue presentando una debilidad y desigualdad preocupantes.

Además, los riesgos están recrudeciendo, impulsados por una cadena de interacciones negativas entre el débil crecimiento, la debilidad de los balances -de los gobiernos, los bancos y los hogares- y la flaqueza del compromiso político para hacer lo necesario.

Esto, a su vez, ha alimentado una crisis de confianza que impone costos no solo económicos, sino también sociales.

Aunque los nubarrones más negros quizá sean los que se ciernen sobre Europa, en Estados Unidos persiste una enorme incertidumbre. Y lo que hace que la situación resulte aún más apremiante es que tiene implicaciones para todos los países.

En nuestro mundo interconectado, lo que ocurre en las economías avanzadas afecta a todo el mundo: el agricultor kenyano, el diseñador brasileño, el empresario chino.

Segundo, un diagnóstico compartido. Obviamente, la primera prioridad debe ser quebrar el círculo vicioso entre la debilidad del crecimiento y la debilidad de los balances. En las Reuniones quedó ampliamente reconocido el hecho de que las economías avanzadas son el eje de una resolución eficaz, sobre todo Estados Unidos y Europa.

En Estados Unidos, el reto principal consiste en adoptar una estrategia creíble para reducir el déficit fiscal a mediano y largo plazo, resolver con urgencia el elevado desempleo y aliviar las presiones que pesan sobre los hogares excesivamente endeudados.

En Europa, el reto principal consiste en abordar -conjuntamente- los problemas interconectados de la deuda soberana y bancaria. Los asistentes a las Reuniones Anuales se sintieron particularmente alentados sabiendo que los países de la zona del euro “harán lo que sea necesario” para solucionar los problemas que enfrentan.

Las economías avanzadas deben hacerse cargo de lo que les toca, pero a las economías de mercados emergentes y a los países de bajo ingreso, por su parte, también les toca lo suyo.

A los países de mercados emergentes les corresponde una importante contribución para lograr el objetivo último de reequilibrar la economía mundial: los países con superávits externos necesitan apoyarse más en la demanda interna, y los que tienen déficits en cuenta corriente, actuar para atajar el sobrecalentamiento.

Los países de bajo ingreso también tienen que recomponer los espacios de política económica que les resultaron útiles durante la crisis, e invertir en el crecimiento y la creación de empleo.

Tercero, se están cristalizando las acciones necesarias. Durante el fin de semana, las autoridades llamaron a “un grado excepcional de vigilancia, coordinación y preparación… para tomar medidas enérgicas”. Esto debe abarcar los siguientes ámbitos:

La política fiscal debe navegar entre dos peligros: menoscabar la credibilidad y socavar la recuperación. Las economías avanzadas deben llevar a cabo la consolidación fiscal como cuestión prioritaria, pero en algunos casos si lo hacen demasiado rápido perjudicarán al crecimiento y al empleo. Por lo tanto, el ritmo no debe ser ni demasiado vacilante ni demasiado apresurado. El enfoque debe estar adaptado a cada país en particular.

La política monetaria debe continuar siendo acomodaticia, dado que, en general, las expectativas de inflación están bien ancladas en las economías avanzadas. Y los bancos centrales deben mantenerse preparados para volver a sumergirse en aguas no convencionales, según sea necesario.

La reforma del sector financiero es crucial. Los bancos deben tener balances suficientemente sólidos como para continuar otorgando crédito a fin de estimular el crecimiento. También necesitamos una regulación financiera reforzada y más congruente.

Asimismo, son importantes las reformas estructurales para estimular la competitividad y el crecimiento más allá de la crisis inmediata. Y, en el ínterin, debemos prestar atención a la dimensión social. Necesitamos un crecimiento que respalde la creación de empleo; necesitamos un crecimiento que beneficie a toda la sociedad.

Como dije durante las Reuniones, el factor crítico en todo esto es indudablemente la implementación.

Respaldo del FMI. Asimismo, recalqué que el FMI respaldará a los países miembros en la adopción de estas medidas.

Propuse un Plan de Acción centrado en imprimir más eficacia a nuestro análisis económico y nuestro asesoramiento en materia de políticas, afianzar más nuestros instrumentos de crédito y la red de protección financiera mundial, y continuar suministrando la capacitación y la asistencia técnica tan necesarias.

Actuar ahora, actuar juntos. Reflexionando sobre todas las actividades del pasado fin de semana, creo que la determinación general que se hizo palpable es muy importante para la economía mundial.

Ahora bien, en este momento es aún más importante poner manos a la obra: todos, sin excepción. Y eso significa actuar, no en los años venideros, sino en las semanas venideras.

Estamos en esto juntos, y solamente juntos podemos salir adelante.

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