Hoy el Partido de la Revolución Democrática ya no da para más. Está perdiendo elecciones al por mayor. Leo Zuckermann
En primer lugar está la derrota de Silvano Aureoles en la elección de gobernador de Michoacán. Se trata de la pérdida de un bastión importantísimo para el PRD: la cuna del cardenismo, que a su vez fue piedra fundadora del partido del sol azteca. Si a esto se suman las derrotas en otros estados que gobernaba el PRD (Zacatecas y Baja California Sur), más el riesgo de que este partido pierda su gran bastión electoral en 2012, la joya de la corona que es el Gobierno del Distrito Federal, lo que tenemos es un panorama devastador para el partido formado en 1989 por una gran diversidad de grupos izquierdistas: desde ex priistas hasta ex comunistas.
Pero hoy el PRD ya no da para más. Está perdiendo elecciones al por mayor. Internamente no ha logrado crear instituciones para procesar los conflictos partidistas. Muchos perredistas han abandonado el barco. Otros han dejado de trabajar a favor del partido. No hay duda: el PRD se encuentra dividido, atorado, y sin combustible para ganar elecciones ni siquiera en los lugares donde gobierna.
En segundo lugar está el acto de ayer donde se anunció que el candidato presidencial del PRD y las otras fuerzas de izquierda será López Obrador. No hubo sorpresas. AMLO ganó en las encuestas y, conforme a lo acordado por él y Ebrard, será el candidato.
Lo interesante del anuncio de ayer fue el lanzamiento de un frente amplio de izquierda que luego pueda convertirse en lo que se denominó como "partido-frente". Porque es evidente que al PRD ya no alcanza, hay que formar algo nuevo sumando a otras fuerzas como el Partido del Trabajo, Movimiento Ciudadano, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), así como otros grupos de la sociedad civil e individuos que simpatizan con la izquierda.
Me parece una decisión acertada tomando en cuenta que el PRD ya no da para más. La pregunta es si este nuevo "partido-frente" ahora sí podrá amalgamar a grupos con tantos intereses y convicciones ideológicas divergentes. Porque esa era la idea original del PRD y fracasó. ¿Qué podría ser distinto en esta ocasión?
Por lo pronto hay que reconocer que estos grupos han acatado el acuerdo entre Ebrard y AMLO para definir a su candidato presidencial. Van a volver a lanzar a López Obrador que, si bien se radicalizó en 2006, ahora pretende moverse hacia el centro. De ahí su nuevo discurso más moderado y conciliador. De ahí que públicamente aprecie el apoyo de Ebrard quien, según el tabasqueño, es más popular entre las clases medias y empresariales. Marcelo, al parecer, se convertirá en el personaje para tratar de jalar al electorado más centrista a votar a favor de AMLO.
Y es claro que, a cambio del apoyo a López Obrador, Ebrard recibirá dos cosas importantes. Primero: el control político del Distrito Federal. Así lo declaró el tabasqueño: "Respaldaré a Marcelo Ebrard en la orientación política que él defina en el marco de la legalidad y la democracia para seguir gobernando la Ciudad de México". Segundo: el futuro de la izquierda. Porque si AMLO gana la Presidencia en 2012, Marcelo se convertiría en el delfín natural para 2018. Y si pierde, pues Ebrard será el reemplazo lógico en el liderazgo de ese nuevo "partido-frente" amalgamador de grupos que se identifican con la izquierda. De ahí que el jefe de Gobierno capitalino haya enfatizado en su discurso de ayer la "visión de largo plazo" y la formación de un frente político que supere el faccionalismo de hoy.
Los dos eventos mencionados me llevan a pensar que estamos viendo el fin de un PRD que ya no da para más; que estamos atestiguando el nacimiento de una nueva opción partidista que en 2012 se la va a jugar con AMLO, pero que muy pronto podría heredar Ebrard.
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