Foto: Eduardo Miranda
MÉXICO, D.F. (Proceso).- En las elecciones de los consejeros y delegados perredistas no están en juego la definición del método de selección y la propia designación del candidato presidencial del PRD, sino el control del partido para los próximos tres años y las candidaturas para 500 diputaciones federales, 128 senadurías, seis gubernaturas (aunque los comicios en Chiapas serán el tercer domingo de agosto de 2012) y la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal, así como para varios centenares de diputaciones estatales y presidencias municipales.
El método de selección interna del candidato presidencial perredista para el 2012 ya fue decidido por el XIII Congreso Nacional, y señala con claridad que el Consejo Nacional, al resolver quién será el abanderado, deberá tomar en cuenta el resultado de una encuesta abierta a la ciudadanía, así como los acuerdos que tomen los propios precandidatos. Dicho procedimiento ya fue avalado por la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que en su sesión del 21 de septiembre declaró infundados e inoperantes los agravios que pretendía hacer valer el senador perredista Carlos Sotelo. De modo que el pasado 19 de octubre el PRD notificó dicho procedimiento de elección al IFE.
Así que para la designación del candidato presidencial del PRD, y seguramente de la alianza con el Partido del Trabajo y el Movimiento Ciudadano, los integrantes del nuevo Consejo Nacional no tendrán mucho margen de acción, pues prácticamente están obligados a acatar los resultados que arroje la encuesta de preferencia electoral abierta a toda la ciudadanía. Pero donde sí tienen margen de acción es en la selección del resto de las candidaturas, y esas son decisiones fundamentales que tomarán los órganos directivos que emergerán del actual proceso electoral.
No es ninguna casualidad que los procesos que tuvieron que suspenderse fueron en entidades (Chiapas, Distrito Federal, Oaxaca, Veracruz y Zacatecas) donde el partido del sol azteca tiene una fuerte presencia electoral y es o ha sido gobierno, salvo en el caso de Veracruz; y además en dos de ellas (Chiapas y DF) renovarán al titular del Ejecutivo local en el 2012.
El control de los consejos nacional y estatales se vuelve determinante para la postulación de los candidatos, ya que tales órganos son los que tienen la atribución de establecer las reglas al efecto. Y justamente porque la candidatura a la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal es la segunda posición más disputada, es muy lógico que la principal pugna surja en el DF, entidad que los perredistas consideran como segura para la elección del 1 de julio del 2012.
Los perredistas no parecen darse cuenta de que están en riesgo de perder el gobierno de la capital, y aún cierran los ojos ante las encuestas que muestran cómo han perdido fuerza, al grado de que las preferencias electorales por partido muestran diferencias con el PRI de un solo dígito; incluso algunas encuestas, como la divulgada por Reforma el lunes 24, indican que, al incluir candidatos, Beatriz Paredes les gana a todos los aspirantes perredistas, aunque con algunos se encuentre dentro del margen de error.
La proximidad de estas definiciones vuelve sin duda más encarnizada la disputa, pero no es lo único que está en juego, pues la elección de consejeros federales y estatales y delegados al Congreso Nacional también resulta fundamental para el control del partido durante los próximos tres años. Fue precisamente esa correlación la que resultó clave para que finalmente Jesús Zambrano y Dolores Padierna tuvieran que compartir la dirigencia nacional del PRD, el primero como presidente y la segunda como secretaria general.
De esta manera, aunque la designación del candidato presidencial gravita sobre la elección interna del PRD, no es la principal causa de la disputa. De hecho, aunque las principales corrientes ya se alinearon en su apoyo a Andrés Manuel López Obrador o Marcelo Ebrard, no son sus candidaturas las que motivaron estos posicionamientos, sino las diferencias previas entre Nueva Izquierda y sus aliados con la Izquierda Democrática Nacional y los suyos, es decir, Los Chuchos contra René Bejarano y Dolores Padierna.
Lo que está en disputa es realmente el futuro del PRD, pues aunque un triunfo del candidato de la izquierda en la elección presidencial del 2012 cambiaría totalmente el panorama, lo cierto es que el grupo que obtenga la mayoría de los consejeros y delegados federales asegura el control del partido (sobre todo si logra más de las dos terceras partes de las posiciones), y si ese grupo es el de Los Chuchos (y López Obrador no gana la Presidencia) las posibilidades de ruptura crecen exponencialmente, ya que muy probablemente buscará convertir a Morena en partido político.
En el caso contrario, es decir, de que fuese IDN el grupo que obtuviera la mayoría, empezaría casi de inmediato un desplazamiento del resto de los grupos de las posiciones de poder dentro del partido, aunque en ese caso no se daría la ruptura porque las minorías no tienen forma de conseguir otro registro.
Por eso la lucha es encarnizada, y la Comisión Política Nacional tuvo que acordar la madrugada del viernes 28 de octubre posponer otra semana (hasta el domingo 6 de noviembre) las elecciones en las citadas entidades, así como la anulación de la elección en Tamaulipas. Todas las decisiones se tomaron por unanimidad, salvo la posposición del DF, donde fue por nueve votos a favor y seis en contra, lo cual muestra claramente que es allí donde las diferencias se agudizan.
Así pues, la disputa por el control del partido y el impacto que éste tiene en el reparto de candidaturas y recursos económicos, está detrás del enésimo espectáculo de desaseo electoral del PRD, lo que afecta su imagen y disminuye sus posibilidades de triunfo en las elecciones del 1 de julio del 2012, aunque afortunadamente para el perredismo en esta ocasión ese episodio no ha tenido tanta atención en los medios de comunicación masiva.
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