El
18 de enero de 2012, el diario El Espectador, la revista Semana y otros
medios colombianos publicaron apartes de un documento confidencial de
la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, con sede en Washington,
donde ésta hace referencias a la situación jurídica del general Arias
Cabrales y del coronel Alfonso Plazas Vega.
El documento es un informe de 132 páginas que no tenía por qué haber
sido “filtrado” a la prensa, como efectivamente sucedió. Es posible que
la misma Comisión Interamericana haya facilitado esa filtración. Esa
“filtración” le hace mucho daño a los citados militares presos por haber
defendido el Palacio de Justicia, atacado por la organización
terrorista M-19 y el traficante de drogas Pablo Escobar en noviembre de
1985.
Mucho más grave que la “filtración” de un documento confidencial de
la Comisión IDH es que los abogados de esos militares no puedan
contestar las acusaciones que circulan contra ellos en la Comisión IDH
porque, cuando van a solicitar a la CIDH esas alegaciones y esos
informes les dicen que no pueden tener acceso a esos documentos pues
éstos son de carácter “confidencial”. En otras palabras, la Comisión IDH
filtra o deja filtrar a la prensa sus acusaciones, pero las niega a los
abogados defensores. Esa maniobra es repugnante, y típica de las
organizaciones que parecen empeñadas en destruir los Ejércitos de
América Latina.
Al ver que la prensa colombiana no ponía a disposición del público el
informe completo, el periodista Eduardo Mackenzie solicitó copia del
mismo a la señora María Isabel Rivero, directora de la Oficina de Prensa
y Difusión de la CIDH, y la respuesta fue:
“Para la CIDH ese informe es confidencial. El caso está en una etapa
procesal confidencial y no podemos proporcionar información. Hemos visto
que la prensa colombiana tuvo acceso al informe, pero para la CIDH
sigue siendo confidencial”.
Mackenzie respondió con otro mensaje. Le dijo a la señora Rivero que
es muy grave que ese informe, siendo confidencial, haya sido entregado a
la prensa colombiana. Cita los apartes filtrados a la prensa y asegura:
“Todo indica que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos escuchó
las alegaciones de una sola de las partes y las aceptó como verdaderas
sin someterlas a una verdadera investigación y sin someterlas a la
contradicción de los defensores. Por otra parte, y ello es quizás lo más
grave, los notables avances hechos por los defensores de los acusados
en los procesos en Colombia por los trágicos hechos del Palacio de
Justicia de Bogotá se ven barridos de la noche a la mañana por una
decisión tomada en secreto por la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos, basada en Washington, que no dio la menor posibilidad de
defensa a los acusados”.
Y agregó: “(…) Es lógico deducir que quien violó la reserva del
sumario y entregó ese falso informe de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos a la prensa colombiana es el actor judicial único que
hizo pasar sus alegaciones como una verdad revelada, en un proceso cuasi
secreto de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos”.
La señora Rivero contestó: “El Estado [colombiano] obviamente
tuvo oportunidad de defenderse. No una vez, sino todas las veces que
quiso presentar información y documentación, a lo largo de todos los
años que duró el proceso. Es más, fue el Estado el que filtró a la
prensa el informe de fondo, según lo que nos informaron los medios que
lo publicaron. Las dos partes en el proceso fueron muy activas, y
participaron de todas las etapas procesales. Las dos partes en un caso
ante el sistema interamericano son los peticionarios y el Estado. La
CIDH nunca emite ninguna decisión sobre admisibilidad ni fondo de un
caso sin participación de ambas partes. Sería una violación de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, que es la que aprobaron los
Estados y es donde establece cómo se procesa una denuncia en la CIDH.
Le invito a informarse primero sobre cómo es el procesamiento de un caso
en la CIDH leyendo al menos los documentos básicos del sistema
interamericano de derechos humanos, disponibles en http://www.oas.org/es/cidh/mandato/documentos_basicos.asp. Por supuesto, si después de leerlos le quedan dudas, sigo a su entera disposición para cualquier consulta que desee realizar.”
Ante eso, Eduardo Mackenzie redactó y envió esta carta que desnuda,
por primera vez, los curiosos métodos que emplea la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos en algunas de sus “investigaciones”.
Carta de Eduardo Mackenzie a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (Washington)
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