Petro ha logrado confundir y desanimar a cualquier ciudadano, tenga o no preferencias políticas, formación técnica o ideología.
Petro no da una. Es fácil que lo critiquen los de derecha, pues el
alcalde tiene todo lo que les molesta. Es de aire chabacano, de
provincia, vivió y creció en Zipaquirá, habla a lo gamín, atacó al
gobierno de Uribe y, para rematar, fue del M-19. Estas gentes, en su
pensar contradictorio, avalaron la amnistía con ese grupo guerrillero,
pero les parece inaceptable que sus miembros participen en política y se
sumen a un quehacer democrático. Según ellos, todo amnistiado debe
encerrarse, callar y aprobar sin chistar. La presencia de Petro los
incomoda.
Los que piensan desde el centro desean que un burgomaestre sea
democrático, se atenga a criterios técnicos y sepa qué es una ciudad.
Que no sea errático y distinga entre lo prioritario y lo secundario,
calcule los costos de no hacer unas cosas por hacer otras y que se
asesore si no sabe. La ciudad seguirá siendo un desastre.
Para la izquierda, Petro es un drama. Primero, no se sabe muy bien si
él es de izquierda o simplemente alevoso. Rompió al Polo, pero sus
miembros votaron por él, y ya no saben por qué: no hay programas ni
reformas para mejorar a los más pobres y el futuro de la izquierda, por
ese camino, se va al traste. Petro resultará como Chávez, tan malo por
lo que hace como por lo que no hizo.
Lo cierto es que Petro ha logrado confundir y desanimar a cualquier
ciudadano, tenga o no preferencias políticas, formación técnica o
ideología. A todos asombra la facilidad del señor Petro para mojar
prensa con banalidades y amenazas nimias. Nada parece tocar fondo.
¿Prohibir los toros? No dudo de que este tema sirve para lidiar todas
las demagogias. ¿No hay cosas que nos afectan más profundamente que
atacar la administración anterior? No es sensato anunciar la fusión de
las empresas públicas de Bogotá, tipo Medellín. Pero es tonto y
cantinflesco anunciarlo sin dar pasos técnicos y las medidas adecuadas.
Los especuladores aprovechan. Nadie sensato pensaría descongestionar el
tránsito por Bogotá con un tranvía.
El señor Petro opera como un dictadorzuelo, con perro en el regazo.
Parece que le gustaría ser un Stalin, pero sería de pacotilla, por
supuesto. Goza del mal de los autócratas: cree que lo sabe todo y se
rodea de inferiores peores que él. Nadie puede pretender que sabe de
todo, cuando de nada sabe.
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