26 febrero, 2012

El mercado se defiende

José Francisco Fernández Belda
El mercado se defiende

Los profesionales de la política suelen ser individuos que en buena parte no tienen oficio y sí mucho beneficio. Para poder seguir ejerciendo de, probablemente, malos administradores, aunque con total seguridad despilfarradores, intentan buscar un enemigo creíble, mejor si es exterior o con reputación dudosa e impersonal, a quien culpar de los desmanes que ellos mismos han provocado.

Si en otro tiempo fue el comunismo y el contubernio judeo-masónico el culpable de todos los males de España, ahora los mandamases socialistas, han encontrado otro chivo expiatorio para su mala cabeza: los mercados. Además, si son ministros españoles quienes hablan, detrás están “los americanos”. Si es Obama quien se excusa, el Zapatero de la otra orilla según algunos, son “los europeos” los culpables del hundimiento de la deuda soberana.

En los manuales de propaganda tendenciosa, aparece en primer lugar el principio de simplificación y del enemigo único, consistente en adoptar una única idea, repetirla incesantemente e individualizar al adversario en un único enemigo. “La propaganda debe ser sencilla, elemental y masiva. Dirigida a los sentimientos… y ajustada para las entendederas de los miembros de la sociedad menos brillantes… Debe ceñirse a unas pocas ideas, presentadas una y otra vez desde distintos ángulos pero siempre confluyendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. Es propaganda, no arte ni ciencia. Deberá ser razonablemente realista, pues de lo contrario la experiencia cotidiana del público le hará perder credibilidad”. Esto escribían Adolf Hitler y Joseph Goebbels, plagiando a Lenin y Trosky.

Quien se haya interesado por la deuda soberana, sabe perfectamente que no son “los mercados” quienes atacan a España, Italia y menos aún a los Estados Unidos. Simple y llanamente hay personas que no compran bonos basura y prefieren adquirir títulos más seguros. No desean perder sus ahorros, por eso se defienden antes de que los estafen políticos, sindicalistas y empresarios subvencionados con derecho a todo y sin responsabilidad política o patrimonial, todo lo contrario. ¿Le prestaría usted dinero a quien sabe que no se lo devolverá? Si nadie sensato lo haría, ¿por qué los políticos exigen que lo haga una viuda escocesa? ¿Sabe de algún político que haya invertido sus ahorros en deuda soberana? Si lo conoce, propóngalo para el Gran Premio Calimero.

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