26 febrero, 2012

La agenda del próximo mandamás de China ¿Será Xi Jinping un reformador pro empresa o un sucesor continuista de Hu Jintao?

¿Qué deberían esperar los empresarios de Xi Jinping, el político que corre con gran ventaja para dirigir los destinos de China muy pronto?
Xi, quien en los próximos meses podría asumir la dirección del Partido Comunista, le dijo a un grupo de presidentes ejecutivos reunidos en Washington la semana pasada que Estados Unidos y China se encuentran en "un nuevo punto de partida histórico" y constituyen "un río imparable cuyo caudal se acrecienta".
THEBIZBloomberg News
Xi Jinping, durante su reciente visita a EE.UU.
Las expectativas en EE.UU., al menos, son menos efervescentes. Basta fijarse en la figura de Xi y en lo que China hace, en lugar de lo que dice.


Xi, el hijo de un héroe de la revolución, es primero y antes que nada un hombre del partido. Escaló su burocracia a lo largo de décadas y es producto del consenso del Partido Comunista. Se sabe muy poco acerca de sus opiniones respecto a las reformas que les importan a las empresas estadounidenses que compiten en China.
"¿Llevará al barco en una nueva dirección, tal vez poniendo un menor énfasis en el capitalismo de Estado y la política industrial?", pregunta Myron Brilliant, de la Cámara de Comercio de EE.UU. "Eso es improbable en el corto plazo".
Derek Scissors, del centro de estudios conservador Heritage Foundation tampoco se hace muchas ilusiones. "Lo más probable es que muy poco va a cambiar más allá de lo cosmético", indica.
"Estas son personas que básicamente poseen y cosechan las ganancias de los medios de producción en China", señala un analista que optó por el anonimato. "La idea de que el partido va a elegir a alguien que socave todo eso es muy poco probable", remata.
La visita de Xi a EE.UU. la semana pasada fue como una primera cita en la que era mejor dejar los temas espinosos para más adelante. El viaje sirvió idealmente para generar "una mayor confianza en la relación, aunque sea en forma incremental", observa John Frisbie, presidente del Consejo Empresarial EE.UU.-China.
Durante la visita, no obstante, surgió un relato alternativo que suena familiar y que probablemente seguirá adelante.
El martes pasado, The Wall Street Journal reportó que un grupo de espionaje cibernético había accedido a información técnica, planes de negocios y otros documentos de la empresa canadiense de telecomunicaciones Nortel Networks. Al parecer, el grupo operaría desde China. China ha desmentido tajantemente cualquier relación con el espionaje.
El jueves surgieron detalles de un nuevo acuerdo mediante el cual China compraría petróleo iraní. La medida viola las sanciones impuestas por EE.UU. y otros países para impedir que Irán acceda a los fondos que necesita para su programa de armas nucleares.
El viernes, el estudio DreamWorks Animation anunció que empezará a filmar películas con dos empresas estatales chinas. Esto suena como una buena noticia, pero China cobró el "peaje" habitual por el acceso a su mercado: una transferencia de la tecnología de producción de DreamWorks a la empresa conjunta. Esta clase de transferencias son comunes en varios sectores y han sido posteriormente aprovechadas por compañías chinas para competir en los mercados globales.
Si Xi resulta ser un reformador, correría con un leve viento a su favor. Muchas personas en el sector privado y académicos en China se quejan de que el país no se ha liberalizado con la suficiente rapidez. Xi, a su vez, es considerado más afable y accesible que Hu Jintao.
Los vientos en contra, sin embargo, podrían ser problemáticos. China acaba de iniciar un plan quinquenal, redactado y lanzado por el liderazgo actual. El programa contempla algún grado de liberalización, pero también expande el rol del Estado en industrias clave y promete nuevos y generosos subsidios a las empresas locales.
Se espera que Xi implemente esta hoja de ruta, no que la haga pedazos. Ese es el "punto de partida" más relevante en la actualidad.

No hay comentarios.: