24 febrero, 2012

¿Y ahora qué? por Gabriel Reyes



Los últimos sucesos demuestran que la verdad, en toda su justa y cabal dimensión, desnuda las carencias de quienes sin manejarla son capaces hasta de insultar a quien la esgrime, sin agregarle juicio de valor alguno, sólo ofreciéndola como insumo para el debate democrático, espacio donde todos tenemos el derecho a estar debidamente informados.


Pero, en la Venezuela de hoy, estas condiciones no se cumplen. La enfermedad del Presidente de la República, sólo es conocida por un reducido grupo de médicos, por el gobierno cubano y creo, que por el mismo enfermo. Y me refiero a esto, por la actitud irracional con la que es desproporcionadamente atacaron al portador de un mensaje que ignoraban por completo, y que el mismo Hugo Chávez corroboró minutos más tarde. ¡Debe operarse de nuevo! ¿Qué implica este hecho? ¿Cómo afecta esta noticia el escenario político de Venezuela?

En pocas palabras, el reconocimiento de una nueva intervención quirúrgica, en el marco del antecedente existente, cambia toda la trama de una campaña electoral que se vislumbraba como el ataque feroz del presidente-candidato contra la astucia y el desparpajo del candidato opositor. Ahora, ¡todo será diferente!

El Presidente-Candidato deberá delegar en su Vicepresidente las tareas de “gobernar”, mientras se recupera de forma acelerada para evitar que su convalecencia le reste oportunidades. El Oficialismo deberá preparar un “candidato emergente” porque nadie sabe cuándo ni en qué forma regresaría a la pelea el candidato actual. La maniobra de adelantar las elecciones, obviamente favorecía a un candidato con una enfermedad en evolución, pero ahora desfavorece a un candidato convaleciente. ¿Qué harán? ¿Plantearán volver al esquema decembrino? En términos legales, lo pueden hacer, pero ¿quién garantiza que en ese lapso el hoy enfermo haya sanado?

La Oposición tiene un candidato joven, con una gestión impecable y con la legitimación de más de tres millones de votos que se reproducirán día tras día. ¿Cómo detener este avance? ¿Terrorismo judicial? ¿Campañas de descrédito? ¿Tratarán de torpedear a la UNIDAD? ¿Cuál será el juego que invite a un electorado lúdico y que no vota por enfermos a creer que podrá hacer ahora lo que no hizo en 13 años?

Sin el protagonista del seteo de la agenda de medios, ¿quién generará los titulares? ¿Cederán esa ofensiva a la oposición? ¿O crearán una agenda paralela de persecución a medios, expropiaciones y otros hechos diversos para tratar de “tapar el sol con un dedo”? ¿Cuál será la actitud de los miembros de este gobierno ante una eventual derrota electoral?

Sin lugar a dudas, la tentación a forzar la dirección de la historia siempre existirá y será impulsada por quienes se juegan la dicotomía de Poder-Juicio, y en este aspecto deberá salir a relucir el verdadero carácter institucional de las Fuerzas Armadas, que por mandato constitucional no deben manifestar parcialidad política alguna, aunque su Comandante las llame “chavistas”. ¿Son realmente “chavistas” las Fuerzas Armadas? ¿Hasta qué punto pueden serlo? ¿Es parte de una retórica triunfalista? De ser así, la inminencia del fin, sacará a relucir el verdadero espíritu de cuerpo de quienes juraron defender a la Constitución y a la Patria.

¿Cómo mantener el apoyo electoral sin el principal conector emocional en pleno funcionamiento? ¿Podrán el clientelismo de las dádivas mensuales y los peroles chinos alimentar la esperanza de cambio de la clase empobrecida sistemáticamente para convertirla en dependiente del gobierno? El impacto en la perspectiva del pobre es determinante. La incertidumbre reinará entre quienes sienten que merecen la oportunidad de no depender de una franela ni de asistencias forzadas a pavosos eventos proselitistas.

Comienza un nuevo estadio en la política nacional. La rivalidad entre chavistas por heredar posiciones, el miedo de algunos por pensar en paraísos fiscales donde esconder el producto de la cleptocracia, la decepción de quienes comenzarán a sentirse huérfanos de apoyo y tirarán puentes hacia la Oposición buscando oxígeno. ¡Todo esto formará parte de un momento muy especial!

El secretismo se mantendrá como la norma, y la incertidumbre como el estado “normal” del sentir nacional, mientras la Oposición organizada debe mantener el norte claro y firme para un evento electoral inaplazable, impostergable e ineludible, donde Venezuela recuperará las esperanzas de reconstruir su democracia, y donde todos los venezolanos, sin distinción de ideologías ni colores, podremos comenzar una nueva etapa con la lección aprendida.

Amanecerá y veremos….

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