05 julio, 2012

4 de Julio: ¿Sigue importando la Declaración de Independencia? Dr. Matthew Spalding


La Declaración de Independencia se ideó en parte como una lista de quejas contra una distante monarquía. Y tanto Jorge III como los colonos que no estaban de acuerdo con su poder hace mucho que murieron. Pero también lo están muchos de los que han argumentado que la Declaración ya está obsoleta. De hecho, eso es exactamente lo que decían hace un siglo aquellos que se autodenominaban “progresistas”.


Woodrow Wilson, uno de los más famosos progresistas de los inicios del movimiento, argumentaba durante la campaña presidencial de 1912 que “todo lo que los progresistas piden o desean es permiso…para interpretar la Constitución según los principios darwinistas”, queriendo decir que se debería fomentar un conjunto de poderes en constante expansión para un gobierno en constante expansión. El problema, declaraba Wilson, era esa molesta Declaración de Independencia: “Algunos ciudadanos de este país nunca han ido más allá de la Declaración de Independencia”, remarcó. “La Declaración de Independencia no hacía mención a las cuestiones de nuestros días”.

Pero, de hecho, la Declaración es más que una letanía de quejas. Su mayor significado es como una afirmación de las condiciones de la legítima autoridad política y de los fines propios del gobierno. Proclamó que el poder político, desde entonces en adelante, residiría en la soberanía del pueblo. “Si la Revolución Americana no hubiera producido nada más que la Declaración de Independencia”, escribió el gran historiador Samuel Eliot Morrison, “habría valido la pena”.
Las categóricas frases del famoso segundo párrafo del documento son una poderosa síntesis de las teorías del gobierno constitucional y republicano de Estados Unidos. Todos los hombres tienen derecho a la libertad pues son iguales por naturaleza, que es como decir que nadie es inherentemente superior y merece gobernar o inferior y merece ser gobernado.
Debido a que todos estamos dotados de estos derechos, estos son inalienables, lo que significa que no se pueden ceder o quitar. Y puesto que las personas poseen estos derechos en igualdad, los gobiernos derivan sus justos poderes a partir del consentimiento de los gobernados. La finalidad del gobierno es asegurar estos derechos fundamentales y aunque la prudencia nos dice que los gobiernos no no se deberían cambiar por razones triviales, el pueblo retiene el derecho a alterar o abolir un gobierno cuando este se convierte en destructor de esos fines.
La Declaración también insiste en que tenemos el derecho a “la búsqueda de la felicidad”. Y por supuesto, un componente más elevado de esa búsqueda es poder rendir culto como nos plazca. ¿Qué derecho es más fundamental que la libertad religiosa? Aunque como la analista de la Fundación Heritage Sarah Torre comentó recientemente, ese derecho parece estar siendo atacado:

 El mandato anticonciencia tiene una reducida exención religiosa que se aplica sólo a las casas de culto formales. Otros incontables empleadores religiosos, como las escuelas católicas, los hospitales y los centros de atención al embarazo están obligados a proporcionar cobertura por los servicios requeridos por el mandato a pesar de sus objeciones religiosas o morales, simplemente porque salen de los cuatro muros de una iglesia para servir a otras personas.

Insinuando que la fe debería permanecer encerrada tras una puerta, sin influenciar o inspirar la atención a otras personas, la estrecha visión del gobierno respecto a la religión ha creado lo que algunos han denominado un “sistema religioso de castas”. Con este mandato, sólo aquellos considerados “suficientemente religiosos” por los burócratas gubernamentales son recompensados con la libertad religiosa.

Las iglesias de todo el país han estado presionando contra esta regulación desde su promulgación. Una “Quincena por la Libertad” a nivel nacional ha estado exponiendo a la luz pública la erosión de la libertad religiosa y ayudando a que los americanos aprendan cómo defender su libertad. Torre observa que “las libertades consagradas en nuestro documento fundacional serán difíciles de ignorar el 4 de Julio. Cuando la Quincena por la Libertad concluya, las campanas de las iglesias de todo el país repicarán simultáneamente a mediodía (hora de la costa este), declarando en voz alta: Que resuene la libertad religiosa”.
El Día de la Independencia (y cada día) los americanos deberían recordar y celebrar la imperecedera expresión de la Declaración de nuestros derechos, otorgados por Dios, a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad y rememorar a todos aquellos (pasados, presentes y futuros) que comprometen sus vidas, su libertad y su sagrado honor para defender estas verdades

No hay comentarios.: