El Cártel de Sinaloa, ¿la compañía más exitosa de todos los tiempos?
Con información y agudeza, Patrick Radden
Keefe traza para The New York Times un mapa detallado de la historia y
los factores que hacen parecer al Cártel de Sinaloa una de las compañías
más exitosas de la historia, aun cuando su negocio sea el narcotráfico.
Steve McNiven/R. Kikuo Johnson
El narcotráfico ocupa un lugar
preeminente en la vida pública mexicana. Paradójicamente, al tratarse de
una actividad criminal, su importancia parece oculta, disimulada, como
si el narco fuera un mundo paralelo que se comunica con la realidad
convencional solo por medio de mecanismos muy específicos: asesinatos,
sobornos, operativos policiales, incautaciones, detenciones, sentencias
de decenas de años.
Hace un par de días, en el prestigioso
diario estadounidense The New York Times, el analista en inteligencia y
seguridad internacional Patrick Radden Keefe, publicó un exhaustivo
ensayo en el que, no sin agudeza, traza un detallado mapa del Cártel de
Sinaloa, al cual no duda en considerar ―por la magnitud de sus
operaciones y la eficiencia e innovación con que las realiza― “la
empresa criminal más importante de la historia”.
Dirigido por Joaquín “El Chapo” Guzmán y
fundado a principios de los años 90, el Cártel de Sinaloa destaca por
la variedad de estrategias corporativas implementadas en el tráfico de
drogas, en todos los momentos de la cadena comercial: la producción, la
importación, la distribución, la venta, la reinversión, etc. Con una
fortuna personal que se estima en mil millones de dólares, “El Chapo” ha
sabido construir un imperio aprovechando la lógica misma del capital y
el mercado.
Un ejemplo: mientras que un kilogramo de
cocaína se compra en Colombia o Perú en 2 mil dólares, en México este
mismo kilo se puede vender en más de 10 mil y en Estados Unidos el
precio ronda los 30 mil dólares. Pero si se fragmenta en gramos,
entonces las ganancias pueden llegar hasta los 100 mil dólares. Como
dice el propio Radden Keefe, cuando alguien compra drogas, “no está
pagando por las drogas, está compensando a todos los involucrados en la
cadena de distribución por el riesgo que toman para ponerlas a
disposición” del comprador.
Así, el narcotráfico se presenta como un
mundo complejo que funciona siguiendo reglas y sistemas propios. Hay,
por ejemplo, un complejo entramado financiero hecho de inversiones,
sobornos (que en el mundo del narco toman el lugar de los impuestos),
créditos y “análisis de mercado” que mantienen económicamente en pie a
la empresa.
Igualmente tiene su división de
innovación tecnológica, en la que el ingenio del Chapo es legendario
sobre todo para idear nuevas maneras de distribuir la droga: aviones,
trenes, latas de falsos alimentos en conserva, envíos de FedEx,
submarinos y un dilatado y sorprendente etcétera. Hace unos años, cuando
la Agencia Antidrogas de Estados Unidos, la DEA por sus siglas en
inglés, ordenó la construcción de una cerca de alta tecnología en la
frontera con Arizona, los traficantes del Chapo simplemente burlaron la
construcción “de avanzada” con una catapulta, con la cual hacían llegar
los paquetes de droga al país vecino. “Una catapulta. Nosotros teníamos
la mejor cerca que el dinero pudo conseguir y ellos nos contraatacaron
con una tecnología de 2,500 años de antigüedad”
Pero quizá nada demuestre tanto el éxito
del Cártel de Sinaloa como empresa, que su remarcada habilidad para
ampliar y reforzar su presencia en el mundo del narcotráfico
internacional. Analistas consideran que, actualmente, pocas o ninguna
organización criminal rivaliza en influencia como la que dirige el Chapo
Guzmán. Teniendo como fuente principal de ingresos el insaciable
consumo de los Estados Unidos, el Cártel de Sinaloa ha sabido dividir de
tal manera su producción que, aun en la ilegalidad, tiene asegurada la
permanencia de sus operaciones. Trafica sobre todo con cocaína y sobre
todo en la Unión Americana, pero también introduce marihuana, heroína y,
recientemente, metanfetaminas. Además, su expansión ya llega a países
europeos (“donde un kilo de cocaína se puede vender al triple de lo que
se vende en EEUU”), del sureste asiático, China, Japón e incluso
Australia, donde se sospecha ya que el Chapo es el principal proveedor
de cocaína.
El texto es mucho más amplio y un tanto
difícil e injusto de resumir, por lo complejo y multifacético que es el
mundo de narcotráfico. Fuera de esta breve reseña queda el carácter
violento propio de estos grupos. También la supuesta complicidad entre
el gobierno de Felipe Calderón y el Chapo Guzmán. O las dificultades que
enfrentan los grandes capos para manejar el dinero resultante de sus
operaciones (que, por motivos obvios, se maneja casi siempre y en su
mayor parte en efectivo: “los narcos dedican una enorme cantidad de
energía a la exportación de dinero”, escribe Radden Keefe). Finalmente,
no menos interesante, las peculiares historias personales que se tejen
en los intersticios de esta maquinaria eficiente y sangrienta: las
alianzas matrimoniales, los parentescos, las amistades imposibles, la
esperanza de disfrutar algún día las ganancias obtenidas a costa de
tantos riesgos.
Recomendamos a los lectores interesados
en este asunto que consulten el enlace original, mismo que incluímos al
pie de esta nota.
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