La carrera electoral mexicana ha llegado al desenlace previsto a
través de un guión inesperado. Y las alteraciones en la partitura no han
venido, tal y como se temía, del crimen organizado, sino los jóvenes de
#Yosoy132, la revuelta estudiantil nacida de una protesta contra
Enrique Peña Nieto en la Universidad Iberoamericana y propagada luego a través de las redes sociales.
Surgido como un grupo apolítico para denunciar la manipulación de los medios, el movimiento pronto se decantó contra el candidato del PRI, lo que provocó el desapego de quienes querían mantener la pureza original. La escisión no les frenó y, fuera por su empuje o por casualidad, cuando apenas tenían dos semanas de vida las encuestas empezaron a pronosticar un resultado más ajustado. La emoción volvía unos comicios deprimidos mientras los jóvenes organizaban protestas por todo el país y cercaban las instalaciones de Televisa, una de sus bestias negras.
En el tramo final de la campaña la revuelta perdió cierto fuelle. Pero #Yosoy132 quiso estar presente en la elección hasta el último momento. El sábado por la noche, a unas horas de que se abrieran las urnas, reunieron a miles de personas en varias ciudades bajo el lema "En vela por la democracia" y el domingo desplegaron a 3.000 voluntarios por todo el país para vigilar la limpieza del proceso.
Según un análisis simple, han sido derrotados en las urnas. Pero su esfuerzo no parece estéril. Consiguieron que el segundo cara a cara electoral se retransmitiera por una cadena pública. Lograron sentar a dialogar con ellos a tres de los candidatos presidenciales, algo impensable en democracias teóricamente más avanzadas. Y sobre todo ensancharon el debate político y avivaron una campaña que languidecía a la esperara de que sucediera lo inevitable.
Surgido como un grupo apolítico para denunciar la manipulación de los medios, el movimiento pronto se decantó contra el candidato del PRI, lo que provocó el desapego de quienes querían mantener la pureza original. La escisión no les frenó y, fuera por su empuje o por casualidad, cuando apenas tenían dos semanas de vida las encuestas empezaron a pronosticar un resultado más ajustado. La emoción volvía unos comicios deprimidos mientras los jóvenes organizaban protestas por todo el país y cercaban las instalaciones de Televisa, una de sus bestias negras.
En el tramo final de la campaña la revuelta perdió cierto fuelle. Pero #Yosoy132 quiso estar presente en la elección hasta el último momento. El sábado por la noche, a unas horas de que se abrieran las urnas, reunieron a miles de personas en varias ciudades bajo el lema "En vela por la democracia" y el domingo desplegaron a 3.000 voluntarios por todo el país para vigilar la limpieza del proceso.
Según un análisis simple, han sido derrotados en las urnas. Pero su esfuerzo no parece estéril. Consiguieron que el segundo cara a cara electoral se retransmitiera por una cadena pública. Lograron sentar a dialogar con ellos a tres de los candidatos presidenciales, algo impensable en democracias teóricamente más avanzadas. Y sobre todo ensancharon el debate político y avivaron una campaña que languidecía a la esperara de que sucediera lo inevitable.
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