Jorge Fernández Menéndez
No tienen remedio. Siguen en las mismas aunque con un grado creciente de deterioro en el discurso y en la organización. En estos 15 días que estuvimos fuera, el movimiento de López Obrador, que cada vez parece alejarse del perredismo, o por lo menos de los verdaderos sectores de poder de ese partido, no ha podido avanzar absolutamente nada en su denuncia de un presunto fraude electoral.
Ha mostrado irregularidades, ha insistido en la compra de votos, ha realizado, mediante el movimiento #YoSoy132 (que ya está copado por el SME, los atencos, los descendientes del CGH, la CNTE y otros grupos que nada tienen que ver con lo que supuestamente se planteó en sus orígenes), un minibloqueo en la ciudad con la coartada de bloquear Televisa.
Y López anuncia que comenzará, como hace seis años, un recorrido por todos los municipios del país para explicar cómo ocurrió el “fraude”. Son 16 millones de votos, muchas posiciones en el Congreso, mucho dinero el que está en juego y nadie convencerá al tabasqueño que el 2018 no es una ruta viable.
En realidad lo que se está disputando en el PRD y sus aliados es el futuro de esa izquierda. Más allá de que se crean o no su historia del fraude y la compra de cinco millones de votos; más allá de que realmente crean que los millones de electores que preferimos otra opción diferente a López somos, como dice gentilmente el ex candidato, masoquistas que apoyamos la corrupción, lo cierto es que el show mediático-electoral montado tiene un objetivo muy claro:
Quiere copar el escenario para impedir que sus reales adversarios, que son Miguel Mancera, Marcelo Ebrard, Graco Ramírez, y la corriente de Nueva Izquierda, puedan, ahora sí, deshacerse del fardo que les significa un candidato permanente y con sentido de una “misión” que les impide actuar como una fuerza política seria en el teatro político nacional.
Debe resultar frustrante para un partido y sus candidatos ganadores que, a un mes de las elecciones, nadie esté hablando de sus triunfos arrolladores en el DF, en Morelos, en Tabasco; que nadie de ese partido esté en condiciones de negociar una agenda legislativa (como una poderosa segunda fuerza en la Cámara de Diputados) para un Congreso que comenzará a operar en apenas 30 días, porque su derrotado candidato Presidencial no lo permite.
Y no lo permite porque no quiere perder protagonismo, porque sabe que para el futuro lo único a lo que puede aferrarse es a la victimización y a tener como rehén a su partido y a sus aliados. Lo que busca es dejar sin bases a sus rivales políticos internos y exhibirlos como supuestos traidores cuando quieran construir su respectiva ruta política.
Mientras tanto, atrapado también en la búsqueda de su futuro, ahí está el PAN. Con esta lucha extraña entre el calderonismo, los maderistas y El Yunque. La reunión del Consejo Nacional del día 11 deberá definir muchas cosas, pero el enfrentamiento interno va para largo.
El término usado por Felipe Calderón, sin embargo, es el adecuado: el PAN debe refundarse, debe volver a ser construido sobre nuevas bases, nuevos objetivos, distintos liderazgos.
El PAN, simplemente, no hizo campaña como tal: evidentemente se equivocó en muchas ocasiones el equipo de Josefina, se equivocaron en Los Pinos, se equivocaron los adversarios internos de ella, El Yunque se presenta como vencedor y perdió casi todo, pero la dirigencia del partido prácticamente desapareció y terminó con acciones ridículas como la conferencia de prensa conjunta entre Gustavo Madero y Jesús Zambrano:
No fue suficiente con que la lógica de campaña panista en todo el primer tramo de la misma sirviera para quitarle votos a Josefina y fortalecer a López Obrador, sino que, según el presidente del PAN, pasada la elección, la apuesta es hacer eco a la denuncia de López para anular la elección.
En la dirigencia actual panista parece que no tienen ni la menor idea de qué quieren hacer con su partido. Y, como decía Séneca, cuando un hombre no sabe hacia dónde navega, ningún viento le es favorable.
En el PRI, mientras tanto, las luchas internas son más sordas, pero existen, son muchas las posiciones por distribuir, y fue lenta la capacidad de respuesta a la ofensiva lopezobradorista. Se ha apostado al tiempo y al Tribunal, pero tanto Peña Nieto como su equipo deben salir más, aparecer más, apostar más por el futuro y generar expectativas sobre el mismo:
Sólo responder a los ataques de sus adversarios parece ilógico en un candidato, y un partido, que ganó las elecciones por un margen menor al que ellos mismos esperaban pero, así y todo, con más de siete puntos de ventaja sobre sus adversarios. Se terminaron las vacaciones, es hora de hacer política de verdad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario