Burbujas peligrosas
Varios académicos, entre ellos Ben
Bernanke, argumentaron durante años que la Fed no debía intervenir ante
indicios de distorsiones económicas. La última crisis los puso en entredicho
Eduardo Flores
En
la esfera académica, lejos
de presiones políticas o mediáticas, es donde se van forjando
las ideologías de quienes luego deben tomar las decisiones difíciles.
Ben
Bernanke, el presidente de la Reserva Federal, el Banco Central de Estados
Unidos, encaja notoriamente en ese escenario.
Previo
a convertirse en la imagen de una de las instituciones más poderosas y
prestigiosas de la economía mundial, Bernanke fue académico en la Universidad
de Princeton, en donde se podía hablar con más libertad y bajo menos presiones.
Durante
esa época, bajo el mandato en ese entonces de Alan Greenspan, la Reserva
Federal fue evidentemente propensa a perdonar algunos excesos del mercado.
Eso
sucedía no por ignorancia o colusión, sino porque era parte de las ideas
prevalecientes, tanto en universidades como Princeton, como en la Fed de
Greenspan.
Por
ejemplo, había una política implícita de ignorar a las burbujas, que son de los
principales causantes de crisis financieras.
Tulipanes por las
nubes
Como
su nombre delata, una
burbuja es una inflación artificial de precios.
El
caso más notorio en la historia es el de los tulipanes en Holanda en 1637.
Estas
flores alcanzaron precios tan altos que hubo incluso personas que vendieron sus
casas con el fin de comprar una o dos.
¿La
motivación de cambiar casa por flor? El alza de precio, que garantizaba que
pronto podrían vender la flor por incluso más dinero y llevarse una ganancia.
Sin
embargo, debido al obvio
sobreprecio del activo y la rápida expansión de la oferta,
pronto su precio se desplomó dejando a muchos con nada valioso entre sus manos…
y solo una marchita flor como posesión.
Desde
entonces, las burbujas se han manifestado en todo, desde casas hasta sitios de Internet.
La eventual ruptura de la burbuja, que siempre
sucede tarde o temprano, causa gran conmoción en los sistemas
financieros, propiciando una crisis.
Sin
embargo, el propio Bernanke y las personas más allegadas a Greenspan argumentaban en contra de
mayor regulación contra las burbujas.
En
retrospectiva esto puede parecer como un error, pero tenía su argumento lógico
en su momento.
Información limitada
Bernanke
explicó durante una conferencia en Jackson Hole que había dos importantes
limitaciones a intervenir cuando se gestaba una burbuja.
Primero,
que la Reserva Federal carecía de conocimientos
técnicos o información suficiente para identificar una burbuja.
Eventualmente surgirían preguntas difíciles
de contestar. Por ejemplo, ¿quién y cómo se decidiría si un activo estaba
sobrevalorado o simplemente reflejaba gustos de la población?
Además de necesitar una cantidad de
información sin precedentes, la Fed tendría que tener certeza total de que se
trataba de una burbuja.
El
problema de identificación se volvió evidente bajo el mandato del mismo
Bernanke, quién a unos meses del quiebre de Lehman Brothers, el evento que
marcó la pauta en la crisis, decía que los precios de las casas estaban
“estabilizados” y no representaban un grave problema para la
economía.
Segundo,
cuestionó en ese entonces Bernanke, inclusive si la Fed podría identificar
correctamente a las burbujas, no cuenta con los instrumentos adecuados para
combatirlas.
El
único instrumento disponible, en términos amplios, para la Reserva Federal en
materia de política monetaria es la tasa de interés objetivo.
Para
evitar que más inversionistas sigan invirtiendo en sectores con posibles
burbujas, el instituto
tendría que hacer más caro el dinero, es decir, incrementar la tasa de interés.
Sin
embargo, aquella es una herramienta bastante fuerte para un problema como tal y
podría causar por si
sola, una recesión, porque además de la burbuja se vería
afectada toda la economía.
Es
decir, sería lo equivalente a curar una gripa con quimioterapia, y podría
terminar por enfermar más o matar al paciente.
Ante
las opciones, concluyeron Bernanke y Greenspan, lo mejor es simplemente mantenerse
a raya, esperando a que las burbujas se disipen por sí mismas.
Pero
si bien el argumento tiene lógica, y además contaba con el respaldo de grandes
pensadores económicos e incluso el presidente Bush, llevó a una burbuja que terminó por hundir a
toda la economía cuando estalló.
La
tesis de Bernanke tiene sentido en una burbuja menor, pero para el sector
inmobiliario este no es el caso.
Para
cuando la Fed entró en estado de alerta, descubrieron que ya había billones de
dólares vendidos a sobreprecios en cientos de instrumentos estacionados en
bancos por todo el mundo.
La
burbuja se había propagado a todos los rincones del mundo y en instituciones
que tenían poco que ver con el sector inmobiliario.
Sin
embargo, una vez más Bernanke, ya en ese entonces presidente de la Fed, optó por esperar a que el mercado se
corrigiera.
Al menos sentar
bases regulatorias
Evidentemente,
tras años de espera, el presidente de la Fed terminó por hacer lo que tanto
argumentó en contra en sus tiempos de académico: intervenir para contener los efectos de una burbuja.
La
Reserva Federal ya
tiene más del triple de los activos previo a la crisis, y en la última junta
refrendó su apoyo para seguir comprando.
Es
decir, imprimiendo
dinero con el fin explícito de comprar activos hipotecarios
para evitar que la burbuja siga
desinflándose.
Pero
más que culpar a Bernanke, una de las lecciones del actuar de la Fed es que no
todas las burbujas están hechas igual.
Otra
es que el cuestionamiento, incluso a las teorías más aceptadas, siempre debe
ser bienvenido.
Tal
vez sigue siendo igual de difícil detectar y detener una burbuja antes de que
estalle, pero eso no significa que la Fed no tiene obligación o no puede
siquiera sentar bases
regulatorias para que éstas se vuelvan menos grandes e
interconectadas.
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