26 septiembre, 2012

Burbujas peligrosas



Burbujas peligrosas

Varios académicos, entre ellos  Ben Bernanke, argumentaron durante años que la Fed no debía intervenir ante indicios de distorsiones económicas. La última crisis los puso en entredicho

Eduardo Flores

En la esfera académica, lejos de presiones políticas o mediáticas, es donde se van forjando las ideologías de quienes luego deben tomar las decisiones difíciles.
 
Ben Bernanke, el presidente de la Reserva Federal, el Banco Central de Estados Unidos, encaja notoriamente en ese escenario.

Previo a convertirse en la imagen de una de las instituciones más poderosas y prestigiosas de la economía mundial, Bernanke fue académico en la Universidad de Princeton, en donde se podía hablar con más libertad y bajo menos presiones.

Durante esa época, bajo el mandato en ese entonces de Alan Greenspan, la Reserva Federal fue evidentemente propensa a perdonar algunos excesos del mercado.

 
Eso sucedía no por ignorancia o colusión, sino porque era parte de las ideas prevalecientes, tanto en universidades como Princeton, como en la Fed de Greenspan.


Por ejemplo, había una política implícita de ignorar a las burbujas, que son de los principales causantes de crisis financieras.


Tulipanes por las nubes


Como su nombre delata, una burbuja es una inflación artificial de precios.


El caso más notorio en la historia es el de los tulipanes en Holanda en 1637.


Estas flores alcanzaron precios tan altos que hubo incluso personas que vendieron sus casas con el fin de comprar una o dos.


¿La motivación de cambiar casa por flor? El alza de precio, que garantizaba que pronto podrían vender la flor por incluso más dinero y llevarse una ganancia.


Sin embargo, debido al obvio sobreprecio del activo y la rápida expansión de la oferta, pronto su precio se desplomó dejando a muchos con nada valioso entre sus manos… y solo una marchita flor como posesión.


Desde entonces, las burbujas se han manifestado en todo, desde casas hasta sitios de Internet. La eventual ruptura de la burbuja, que siempre sucede tarde o temprano, causa gran conmoción en los sistemas financieros, propiciando una crisis.


Sin embargo, el propio Bernanke y las personas más allegadas a Greenspan argumentaban en contra de mayor regulación contra las burbujas.


En retrospectiva esto puede parecer como un error, pero tenía su argumento lógico en su momento.


Información limitada


Bernanke explicó durante una conferencia en Jackson Hole que había dos importantes limitaciones a intervenir cuando se gestaba una burbuja.


Primero, que la Reserva Federal carecía de conocimientos técnicos o información suficiente para identificar una burbuja.


Eventualmente surgirían preguntas difíciles de contestar. Por ejemplo, ¿quién y cómo se decidiría si un activo estaba sobrevalorado o simplemente reflejaba gustos de la población?

Además de necesitar una cantidad de información sin precedentes, la Fed tendría que tener certeza total de que se trataba de una burbuja.


El problema de identificación se volvió evidente bajo el mandato del mismo Bernanke, quién a unos meses del quiebre de Lehman Brothers, el evento que marcó la pauta en la crisis, decía que los precios de las casas estaban “estabilizados” y no representaban un grave problema para la economía.


Segundo, cuestionó en ese entonces Bernanke, inclusive si la Fed podría identificar correctamente a las burbujas, no cuenta con los instrumentos adecuados para combatirlas.


El único instrumento disponible, en términos amplios, para la Reserva Federal en materia de política monetaria es la tasa de interés objetivo.


Para evitar que más inversionistas sigan invirtiendo en sectores con posibles burbujas, el instituto tendría que hacer más caro el dinero, es decir, incrementar la tasa de interés.


Sin embargo, aquella es una herramienta bastante fuerte para un problema como tal y podría causar por si sola, una recesión, porque además de la burbuja se vería afectada toda la economía.


Es decir, sería lo equivalente a curar una gripa con quimioterapia, y podría terminar por enfermar más o matar al paciente.


Ante las opciones, concluyeron Bernanke y Greenspan, lo mejor es simplemente mantenerse a raya, esperando a que las burbujas se disipen por sí mismas.


Pero si bien el argumento tiene lógica, y además contaba con el respaldo de grandes pensadores económicos e incluso el presidente Bush, llevó a una burbuja que terminó por hundir a toda la economía cuando estalló.


La tesis de Bernanke tiene sentido en una burbuja menor, pero para el sector inmobiliario este no es el caso.


Para cuando la Fed entró en estado de alerta, descubrieron que ya había billones de dólares vendidos a sobreprecios en cientos de instrumentos estacionados en bancos por todo el mundo.


La burbuja se había propagado a todos los rincones del mundo y en instituciones que tenían poco que ver con el sector inmobiliario.


Sin embargo, una vez más Bernanke, ya en ese entonces presidente de la Fed, optó por esperar a que el mercado se corrigiera.



Al menos sentar bases regulatorias


Evidentemente, tras años de espera, el presidente de la Fed terminó por hacer lo que tanto argumentó en contra en sus tiempos de académico: intervenir para contener los efectos de una burbuja.


La Reserva Federal ya tiene más del triple de los activos previo a la crisis, y en la última junta refrendó su apoyo para seguir comprando.


Es decir, imprimiendo dinero con el fin explícito de comprar activos hipotecarios para evitar que la burbuja siga desinflándose.


Pero más que culpar a Bernanke, una de las lecciones del actuar de la Fed es que no todas las burbujas están hechas igual.


Otra es que el cuestionamiento, incluso a las teorías más aceptadas, siempre debe ser bienvenido. 


Tal vez sigue siendo igual de difícil detectar y detener una burbuja antes de que estalle, pero eso no significa que la Fed no tiene obligación o no puede siquiera sentar bases regulatorias para que éstas se vuelvan menos grandes e interconectadas.

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