28 septiembre, 2012

Colombia: Las cartas marcadas –

Colombia: Las cartas marcadas – por Ernesto Macías Tovar

Hago un gran esfuerzo para estar del lado de quienes no creen que el acuerdo Santos-Farc ya esté negociado.
Sin embargo, cada día nos sorprende esta ‘caja de Pandora’ de los diálogos, cuando revelan secretos, misterios, y malos indicios.
Y a riesgo de ser incluido en la lista de “columnistas enemigos de la paz” -calificación de alias “Andrés París” en el sainete de La Habana-, es sano que haya voces por fuera del unimismo que busca el gobierno y que no atiendan el llamado al silencio que hizo el Presidente a los medios de comunicación. Es mejor expresar sin tapujos las inquietudes frente a la forma como de manera inconsulta y a espaldas de los colombianos se está entregando el país a las presunciones absurdas de quienes han recrudecido sus acciones criminales.


En primer lugar, un mal precedente es que Santos hubiese negado que estuviera negociando mientras estaba sentado a manteles en Cuba finiquitando lo que el país desconocía por completo. Siempre dijo que no existían condiciones para dialogar con el terrorismo y, por encima del grave deterioro de la seguridad y sin vergüenza alguna, se vio obligado a divulgar lo que de tiempo atrás venía maquinando a través de su hermano Enrique, de su amigo Chávez y de los Castro.
Segundo, aceptó las condiciones y la agenda de las Farc: dialogar en territorio propio (La Habana), con el acompañamiento de su protector (Chávez), y poner sobre la mesa temas de Estado, como el desarrollo rural (tierras) y el narcotráfico, siendo el cartel más poderoso del mundo. Al tiempo que se impulsaba en el Congreso un marco legal de impunidad para evitarles condenas a los cabecillas y, por ende, tampoco haya verdad ni reparación a las víctimas. Todo por debajo de la mesa.
Tercero, las Farc ya obtuvieron sus primeras ganancias al recuperar la legitimidad que habían conseguido en el Caguán y perdido durante los ocho años siguientes. En esta oportunidad fueron transportados a Cuba como diplomáticos y desde allá atienden ruedas de prensa y dicen al mundo los que les venga en gana.
Cuarto, el gobierno ha puesto a sus ventrílocuos a lanzar globos para “socializar” el acuerdo. El Fiscal, quien tiene el encargo constitucional de acusar a delincuentes se anticipó a impartir impunidad con su tesis: “Prefiero a Timochenko en el Congreso y no sembrando violencia en Colombia”. Luego, Roy Barreras, caricaturizado por su afán de protagonismo y de acomodarse al poder, salió a decir que el Congreso va a legislar para facilitar la creación del partido político fariano; propuesta oportunista y engañosa. Más adelante, Guillermo Rivera, otro alter ego del gobierno, aflora con el cuento que habían acordado convocar una consulta ciudadana, pero resultó una versión mentirosa; no conviene a las Farc. Y otro congresista (Rozo), salió diciendo que van a presentar un proyecto que faculte al presidente para otorgar perdón y olvido a los terroristas.
En fin, este proceso que quieren vender como el fin de la guerra y el arribo de la paz a Colombia, es todo un juego de póker entre Santos y las Farc, pero con las cartas marcadas, porque solo ellos las conocen y en el cual cada quien se juega lo suyo sin importar la suerte de Colombia.

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