Colombia: Las cartas marcadas – por Ernesto Macías Tovar
Hago un gran esfuerzo para estar del lado de quienes no creen que el acuerdo Santos-Farc ya esté negociado.Sin embargo, cada día nos sorprende esta ‘caja de Pandora’ de los diálogos, cuando revelan secretos, misterios, y malos indicios.
Y a riesgo de ser incluido en la lista de “columnistas enemigos de la paz” -calificación de alias “Andrés París” en el sainete de La Habana-, es sano que haya voces por fuera del unimismo que busca el gobierno y que no atiendan el llamado al silencio que hizo el Presidente a los medios de comunicación. Es mejor expresar sin tapujos las inquietudes frente a la forma como de manera inconsulta y a espaldas de los colombianos se está entregando el país a las presunciones absurdas de quienes han recrudecido sus acciones criminales.
En primer lugar, un mal precedente es que Santos hubiese negado que estuviera negociando mientras estaba sentado a
Segundo, aceptó las condiciones y la agenda de las Farc: dialogar en territorio propio (La Habana), con el acompañamiento de su protector (Chávez), y poner sobre la mesa temas de Estado, como el desarrollo rural (tierras) y el narcotráfico, siendo el cartel más poderoso del mundo. Al tiempo que se impulsaba en el Congreso un marco legal de impunidad para evitarles condenas a los cabecillas y, por ende, tampoco haya verdad ni reparación a las víctimas. Todo por debajo de la mesa.
Tercero, las Farc ya obtuvieron sus primeras ganancias al recuperar la legitimidad que habían conseguido en el Caguán y perdido durante los ocho años siguientes. En esta oportunidad fueron transportados a Cuba como diplomáticos y desde allá atienden ruedas de prensa y dicen al mundo los que les venga en gana.
Cuarto, el gobierno ha puesto a sus ventrílocuos a lanzar globos para “socializar” el acuerdo. El Fiscal, quien tiene el encargo constitucional de acusar a delincuentes se anticipó a impartir impunidad con su tesis: “Prefiero a Timochenko en el Congreso y no sembrando violencia en Colombia”. Luego, Roy Barreras, caricaturizado por su afán de protagonismo y de acomodarse al poder, salió a decir que el Congreso va a legislar para facilitar la creación del partido político fariano; propuesta oportunista y engañosa. Más adelante, Guillermo Rivera, otro alter ego del gobierno, aflora con el cuento que habían acordado convocar una consulta ciudadana, pero resultó una versión mentirosa; no conviene a las Farc. Y otro congresista (Rozo), salió diciendo que van a presentar un proyecto que faculte al presidente para otorgar perdón y olvido a los terroristas.
En fin, este proceso que quieren vender como el fin de la guerra y el arribo de la paz a
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