24 septiembre, 2012

La Presidenta argentina, como un barrilete sin cola

La Presidenta argentina, como un barrilete sin cola

BarriletesPor Carlos Pagni
El oficialismo se está reconfigurando por la aparición de tensiones inesperadas. A once meses de haber arrasado en las elecciones, Cristina Kirchner enfrenta el desafío de sus propios adherentes .
El martes pasado, en la Comisión de Acuerdos del Senado apareció un síntoma. El candidato al Juzgado Federal Nº 1 de San Martín, Oscar Alberto Papavero, debió defenderse de las impugnaciones que, por sus presuntas conexiones con la última dictadura, formularon numerosas organizaciones de derechos humanos, entre ellas algunas tan próximas al Gobierno como las Abuelas de Plaza de Mayo, de Estela de Carlotto, o el CELS, de Horacio Verbitsky. Papavero subestimó los cargos y, girando la cabeza hacia los legisladores oficialistas, pronunció la contraseña: "Además he fallado contra Cablevisión".
El conflicto con Clarín supera cualquier otra preocupación en las prioridades del Gobierno. Una resolución contra esa empresa equivale hoy a una indulgencia plenaria aun para pecados contra los derechos humanos.

El enfrentamiento de la señora de Kirchner con esos organismos en una cuestión estratégica, como la designación de jueces, es muy novedoso. No sólo Papavero recibió objeciones. Más graves fueron los reproches de las Madres de Plaza de Mayo, las Abuelas y el CELS contra la promoción de Luis Osvaldo Rodríguez, acusado de profesar antiguas simpatías por el nazismo y de estar vinculado con una red judicial administrada por la Secretaría de Inteligencia (SI), que conducen Héctor Icazuriaga y Francisco Larcher.
Las tensiones entre la Casa Rosada y sus adherentes de izquierda exceden la cobertura de juzgados federales. El viernes pasado, el ministro de Defensa, Arturo Puricelli, respondió con un comunicado a la acusación de organizar cursos dictados por militares de los Estados Unidos. Los detractores fueron Verbitsky y el diputado provincial Marcelo Saín, que pidió la renuncia de Puricelli. Saín pertenece a Nuevo Encuentro, el partido que preside Martín Sabbatella, candidato a presidir la Autoridad Federal de los Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca).
Puricelli alegó que no hizo más que continuar los lineamientos de Nilda Garré, su antecesora. Garré es aliada de Saín, mantiene un vínculo muy estrecho con Verbitsky y el CELS y siempre fantaseó con controlar la SI. Sería un error suponer que el trémulo Puricelli convocó a militares norteamericanos y contestó a sus críticos sin pedir permiso.
En ambos casos cumplió órdenes de la Presidenta.
Tampoco sería correcto interpretar estas fisuras del kirchnerismo como el mero resultado de una interna . La conducta de Puricelli ilustra el intento de la señora de Kirchner de aproximarse, inspirada en razones económicas, a "la potencia imperial", para usar el léxico de Carta Abierta.
La recomposición de relaciones con la DEA que llevó adelante el coronel Sergio Berni, interventor de facto del Ministerio de Seguridad, integra la misma jugada. Igual que la visita del secretario de Comercio Guillermo Moreno a la embajada de los Estados Unidos el jueves pasado para agasajar a los nuevos consejeros económicos de esa sede diplomática.
Miguel Galuccio también contó con una autorización superior para visitar los Estados Unidos e Inglaterra, de la mano de JP Morgan, en busca de capitales para YPF. La propia señora de Kirchner tiene previsto reunirse hoy en Nueva York con directivos de Exxon.
Incomodidad
Esta reorientación vuelve más incómodo el pedido de entrevista de Alí Akbar Salehi, el canciller iraní, a Héctor Timerman, esta semana, en la ONU, para hablar del atentado contra la AMIA.
El astuto Salehi dijo estar respondiendo a la iniciativa de Timerman del año pasado. Estas novedades instalan una incógnita: ¿la delegación argentina se retirará o permanecerá en sus bancas cuando hable Mahmoud Ahmadinejad? Los colaboradores de Timerman dicen que es un detalle irrelevante. Sería un buen argumento, si no fuera porque el propio Gobierno modificó ese gesto de un año para otro.
En los Estados Unidos habrá también que prestar atención al trato entre Cristina Kirchner y el embajador argentino en Washington Jorge Argüello. Ya se habría decidido que Argüello no intervendrá en las elecciones porteñas. Insistirá Daniel Filmus. Por lo tanto, muchos funcionarios especulan con que Argüello se convierta en canciller. "Es difícil imaginar una reconciliación con Washington con Timerman en el cargo", explican. Acaso menosprecien la capacidad de Timerman para sobrevivir.
¿Estos movimientos están reformulando la política del kirchnerismo? Se puede considerar que la Presidenta oficializó el proyecto de indemnización por accidentes de trabajo de la UIA, para escándalo de Víctor De Gennaro y alegría de Enrique Dratman, el esposo de la diputada Diana Conti. Otra bandera para la marcha que Hugo Moyano realizará con la CTA, Federación Agraria y Barrios de Pie el 11 de octubre.
También es llamativo que el FMI haya emplazado al Gobierno a regularizar el Indec antes del 17 de diciembre -el 17D, para utilizar la codificación oficial- y que nadie de La Cámpora, Kolina o el Movimiento Evita levantara la voz en nombre de la soberanía nacional. Unidos, organizados y, sobre todo, callados.
Pero la reprogramación centrista de Cristina Kirchner es una ilusión óptica. Mientras Galuccio dialoga con siete petroleras y ocho fondos de inversión, la Presidenta envía a la Biblioteca Nacional a Axel Kicillof para que, con argumentos agraviantes para Julio De Vido, defienda la expropiación de YPF y la intervención del sector energético.
Bastaría leer las ocho condiciones del mercado petrolero para invertir en YPF que publicó Jude Webber el viernes en Financial Times para advertir el catastrófico servicio que Kicillof prestó a Gallucio. En cambio, Kicillof agradeció el compromiso que asumió con YPF el empresario Eduardo Eurnekian, un gran productor de biodiésel a quien él benefició volviendo atrás con el régimen de retenciones.
Tampoco la aproximación a los Estados Unidos forma parte de un plan general. La campaña publicitaria lanzada contra Clarín -identificado con el amarillo Pro- para anunciar, con una anticipación de tres meses, la intervención sobre el grupo, tiene una reminiscencia bolivariana reprobable para una cultura política que identifica a las empresas periodísticas con la democracia.
La designación de Sabbatella en la Afsca no sólo desafía a Clarín. Gabriel Mariotto está ofendido porque desplazaron a su ahijado Sebastián Aragón. Y los caudillejos del conurbano también están molestos porque Sabbatella los fastidia con su partido Nuevo Encuentro.
Algo similar les sucede al jujeño Eduardo Fellner con la dirigente social de Jujuy Milagro Sala o al gobernador santacruceño Daniel Peralta con los amigos de Máximo Kirchner. Curioso lo de Peralta: desde hace un mes está toreando a la Presidenta, sin que lo puedan voltear por temor a una pueblada en Río Gallegos.
Ni derechización ni radicalización. ¿Cuál es el balance, entonces? Sencillo: la política de Cristina Kirchner ha comenzado a funcionar como un barrilete sin cola. Convencida de ser la medida de todas las cosas y de que su voluntad carismática disuelve todas las contradicciones, la Presidenta vira hacia uno y otro lado.
Amigos y enemigos
El inconveniente es que en cada vuelta la Presidenta pierde acompañantes. En una curva se le caen Esteban Righi, Gabriel Mariotto, Nilda Garré, Verbitsky, tal vez Timerman. En la siguiente pierde a Moyano, Peralta, Fellner, Aníbal Fernández, De Vido, ¿Scioli? El margen de maniobra del gobernador es ajustado. No porque la imagen de la Presidenta decaiga, sino porque la de Sergio Massa mejora. Según Julio Aurelio, mide 48%, contra 18% de Alicia Kirchner.
Cristina Kirchner siempre ha sido zigzagueante. Sólo que, en un contexto nuevo, su volatilidad se vuelve más riesgosa. Los cacerolazos pusieron en escena una prematura sensación de fin de ciclo que vuelve inadecuado hablar de reelección. De repente, el año 2015 se ha acercado, y con él, el enigma traumático de la sucesión. Y otro problema: la gente tiene la mala costumbre de querer sobrevivir. ¿O De Vido no cavó un túnel hacia Scioli gracias a los oficios de un banquero? No es el único amigo de Néstor que, malquerido, viaja hacia La Plata.
Desprovisto de un halo de eternidad, el liderazgo de la Presidenta se vuelve menos inclusivo. Si la tendencia se consolida, cambiará el orden de problemas. Ya no habrá que preguntarse cómo hará Cristina Kirchner para continuar en el poder más allá del año 2015. Será más importante saber si tiene una estrategia para, llegada esa fecha, abandonarlo..

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