Venezuela: La gran encrucijada – por Pedro Carmona Estanga
Hemos llegado al final de la contienda electoral, la más trascendente de la historia contemporánea de Venezuela. Sin maniqueísmos, si el 7 de octubre próximo –fraudulentamente o no- se confirmara en el poder al actual gobernante, se afianzaría un régimen despótico, en el cual todos los poderes están subordinados a una persona, sin control político alguno; donde el presidente se proyectaría en el poder por 20 años, el lapso más prolongado después de la dictadura de Juan Vicente Gómez, pues Pérez Jiménez solo ejerció el poder en forma unipersonal durante 5 años, nueve sumando la etapa de la Junta de Gobierno.Un régimen que ha tomado el poder por asalto, como un botín que ha enriquecido al entorno del Jefe de Estado y del partido de gobierno, ha dilapidado fortunas que no volverán, y ha sido pródigo en regalos a otras naciones en búsqueda de solidaridades, o en apoyo a proyectos políticos afines; donde el culto a la personalidad, la adulación, y la megalomanía han llegado a límites extremos; donde la mayoría de los medios de comunicación están en manos del oficialismo, para imponer una hegemonía informativa o la autocensura; donde no existen adversarios sino enemigos políticos que hay que aplastar; donde la inseguridad está fuera de control y tiene al país en un estado de paranoia colectiva que fuerza a muchos a emigrar por pura supervivencia; donde el régimen carcelario viola los más elementales
En el otro punto, pese a las asimetrías y los mecanismos ventajistas denunciados por tantos analistas, la candidatura de la unidad democrática que encabeza Henrique Capriles ha emergido con inusitado vigor, moviendo fibras dormidas en el corazón de muchos venezolanos, dado el peso de la bota autoritaria, tan bien reflejada por Weil, ese agudo caricaturista nacional. Así, pese a los chorros de dinero que han fluido en la campaña oficialista, todo el que proporciona el poder del Estado, y la sucia campaña desatada contra el candidato de la unidad, éste ha sorprendido a los más incrédulos, entre ellos en los inicios a quien esto escribe, con una campaña dinámica, comprometida, en que ha entregado todo lo que podía de sí, para presentar una opción de salvamento y de cambio democrático, a una nación que merece un destino mejor. Hemos presenciado nuevas promesas después de 14 años de fracasos e incumplimientos, la compra de “saltos de talanquera”, algunos de ellos denigrantes, o encuestas manipuladas o forjadas, pero ello no ha hecho mella en una tendencia creciente del candidato de la unidad en las mediciones reales de opinión, entre ellas las impresionantes concentraciones populares en todo el país, pueblo por pueblo, que muestran que el mensaje ha calado en todos los estratos, y que el triunfo está en sus manos, para reconstruir al país, y colocarlo en la senda del progreso, de la paz y del entendimiento civilizado y fraterno, en lugar de las amenazas de represión, de guerra y la lucha de clases del candidato-presidente. Capriles ha superado pues las expectativas, convirtiéndose en un fenómeno político, al manejar con acierto un nítido contraste de visiones, sin insultos, denuestos, ni la degradación moral a que somete al país el régimen gobernante en forma permanente.
Estas reflexiones de bloguero, mi espacio personal de desahogo, no suponen activismo en favor del candidato de la unidad, pues conozco a los mal intencionados. Pero sí afirmo, que su candidatura es la de todos los venezolanos de bien que anhelan un país fraterno, libre, inclusivo, con un futuro de paz, de progreso, y de atención a las necesidades vitales de la nación como un todo. Que el 8 de octubre signifique el alba de un nuevo amanecer, de esperanzas para quienes sufren, y para tantos que han sido expelidos del país en esta dura etapa de la historia. Ello sin olvidar que no estamos ad portas de la sustitución de un régimen democrático por otro, sino de una dictadura que se aferra sin escrúpulos al poder, y que amenaza con celadas represivas o desestabilizadoras para impedir el inevitable cambio. Pero el autócrata saldrá esta vez por la vía del voto. Cualquier intento de violencia o desconocimiento de la voluntad popular, será rechazado por el pueblo y por el mundo. Que Dios bendiga e ilumine a Venezuela en este trance vital de su historia.
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