En un mes, la correlación de
fuerzas del sindicato que encabeza Elba Esther Gordillo y el Presidente
Enrique Peña Nieto, cambió radicalmente. Peña Nieto le pidió trabajar
con él durante todo su sexenio, por lo que no era necesario que en el VI
Congreso Extraordinario que se celebró en Playa del Carmen, anunciara
su retiro del Sindicato Nacional de Maestros, como venía construyéndolo.
Rubricaban de esa forma el apoyo magisterial durante la elección –que
incluyó a un candidato, Gabriel Quadri, como francotirador contra los
rivales del priista en los debates-, y solidificaba la negociación que
sus representantes llevaban a cabo.
Parte de esa negociación eran los términos generales de la Reforma
Educativa, pero otra parte eran qué posiciones serían ocupabas por
miembros del entorno cercano de la maestra Gordillo. En vísperas del
inicio del nuevo gobierno, le garantizaron a la maestra que Emilio
Chuayffet, quien había sido destapado por 24 Horas como la persona que
encabezaría la Secretaría de Educación, no sería confirmado. No fue así.
El nombre de Chuayffet había circulado en el equipo íntimo de Peña Nieto
semanas antes de que se anunciara el gabinete, al decidirse que como
interlocutor de la maestra buscarían alguien quien mandara el mensaje
inicial de que el reinado de privilegios de la maestra llegaría a su
fin. El nombre surgió de manera casual pero se convirtió en la pieza
estratégica del nuevo gobierno.
Chuayffet, enfermo de un ojo, había anunciado que se retiraría de la
política y buscaría asesorías para mantener a su familia –es un hombre
austero-, pero cuando Peña Nieto le ofreció el cargo, recuerdan quienes
vivieron esos momentos, "pareció revivir".
La maestra se enteró por la prensa de que Peña Nieto perfilaba a
Chuayffet, que dudó hasta horas antes de que se anunciara el gabinete.
El nombramiento de una persona con la que quizás sólo después de Roberto
Madrazo –a cuya campaña presidencial saboteó en 2006-, tenía el
diferendo público más violento, vino acompañado por otros compromisos
que estaban, a decir de sus cercanos, "amarrados".
A esa señal de dureza se añadieron otras acciones que subrayaron que la
relación no sería igual. La más importante fue que el nombramiento su
yerno Fernando González, de quien estaban seguros sería nombrado
director del ISSSTE, se deshizo, y posiciones de menor nivel negociadas,
no se concretaron.
Gordillo habló con Peña Nieto ya como Presidente, luego que se anunció
la Reforma Educativa, en la cual trabajaron miembros del equipo de Luis
Videgaray, actual Secretario de Hacienda. De acuerdo con cercanos a la
maestra, ella quedó muy contenta por el trato "cordial" que le dio el
Presidente, pero las cosas, enfrente de ella, se descompusieron. La
dirigencia sindical había dicho que no cuestionarían la Reforma, sino
que presentarían una contrapropuesta. La realidad la obligó a
desdecirse. No sólo la cuestionó, sino la rechazó y amenazó con
movilizaciones.
La parte más visible de su ira ante la Reforma fue que en la ley quedó
condicionada la permanencia de los maestros en sus plazas, a la
evaluación. Arrebatarle a la dirigencia sindical, el control de las
plazas, mediante las cuales administraba el poder, fue arrancarle a la
maestra una de sus más fuertes herramientas de poder. La parte menos
visible tiene que ver con los dineros. La Reforma prevé quitarle la
adjudicación directa de recursos al SNTE y transferirle ese presupuesto a
los gobernadores, a quienes les dará márgenes para administrar ese
recurso que antes estaba preetiquetado; es decir, no podían tocarlo.
Estos dos elementos subrayan el cambio de los equilibrios en el País. El
Gobierno federal se deshizo aparentemente de un problema con la Reforma
y se lo transfirió a los gobernadores. Si bien éstos tendrán mayor
flexibilidad financiera para manejar los recursos para el magisterio,
los coloca con nuevos candados políticos al llevarlos directamente a ser
ellos quienes negocien con las secciones en mayo próximo, cuando como
cada año se renuevan los convenios. Los gobernadores no deben estar muy
tranquilos por lo que se les avecina en la primavera y el verano
próximos, y se verá la forma como procesan el problema que les trasladó
el Gobierno federal a través del comportamiento de los congresos
locales. Para que se modifique el artículo 3 constitucional, como lo
plantea la Reforma Educativa, se requiere que la mitad más una de los 31
estados y el Distrito Federal, lo aprueben.
La maestra Gordillo está sentando las bases de lo que serán estos meses y
ha dibujado los instrumentos con los que presionará a gobernadores y
congresos locales. El llamado a la "resistencia civil" que hizo la
semana pasada, de acuerdo con quienes conocen el sindicato, pone en
tensión a todo el sindicato y abre todos sus recursos financieros y
políticos, de manera ilimitada. Es decir, irán hasta el fondo. La
maestra no tiene muchas opciones. El tono inflamatorio y de beligerancia
que utilizó la semana pasada tiene como objetivo primario evitar que la
rebase la disidencia formal en la Coordinadora, y los inconformes
dentro del SNTE sobre la dictadura que tiene sobre el magisterio.
Gordillo se está moviendo en una zona de alto riesgo, pero no tiene
alternativa salvo arriesgar. Hacia adentro del magisterio, ser la más
dura interlocutora del gobierno para mantener la cohesión. Pero hacia
fuera, no llegar al punto de romper todos los puentes de comunicación y
cerrarse los espacios de negociación política. No es la primera vez que
la maestra se encuentra en una situación muy adversa y de amenaza a su
liderazgo, aunque sí es la primera vez que no tiene aliados fuera del
sindicato. Este cambio de equilibrio, definitivamente, no le ayudó esta
vez.
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