11 diciembre, 2012

No al pasado


Raymundo Riva Palacio

El fallo del Tribunal de Justicia del Distrito Federal sobre la liberación de 56 de los 69 detenidos durante los enfrentamientos del 1 de diciembre será controvertido pero, sobre todo, oculta el único hecho que reapareció en esa fecha tras lustros de estar ausente: la participación de grupos de policías vestidos de civiles que actuaron en contra de civiles, en donde estaban mezclados quienes expresaban su inconformidad contra la asunción presidencial de Enrique Peña Nieto, con grupos anarquistas que están en contra de todo poder establecido, y cuadros del EPR que siempre aprovechan estas coyunturas.



El fallo argumenta que no se aportaron pruebas suficientes para demostrar ataques a la paz social, y generará un problema en la policía, cuyos elementos serán sujetos ahora a un proceso para determinar el uso o abuso de la fuerza que emplearon, y los colocará en la disyuntiva futura de si es mejor actuar en casos similares o, como tantas veces en el pasado, dedicarse a la contemplación para evitarse problemas legales.


La autoridad queda vulnerable sobre el uso legítimo de la fuerza y aun quienes resultaron beneficiados del fallo judicial, no estarán satisfechos hasta que vean castigados a quienes, afirman, los reprimieron.

Pero la tensión social no se circunscribe sólo a este episodio. El 1 de diciembre tiene profundidades más hondas de las que parece. Hay una parte documentada y alarmante, la aparición de grupos policiales vestidos con ropas no similares a las de los grupos más violentos en las calles aledañas al Congreso, y que se mezclaron entre ellos. La policía que cuidaba el perímetro de San Lázaro era federal, al mando de quien había sido hasta hace unos días secretario de Seguridad Pública del Distrito Federal, Manuel Mondragón y Kalb.

Pero no fue la policía del Distrito Federal, hoy bajo metralla, la que incurrió en la práctica irregular de utilizar grupos de choque con máscara policial, sino la federal que ahora depende de Mondragón y Kalb. Una investigación de 24 HORAS reveló hace cinco días que los federales, como algunos de los manifestantes, empleó grupos vestidos de civil que portaban cadenas, varillas de metal y mazos para enfrentar la protesta en las calles, vestidos, como los más violentos en la protesta, con pantalones holgados, sudaderas con capuchas, sombreros de paja, gorras de béisbol o de estambre.

La Policía Federal, que resguardaba San Lázaro y Palacio Nacional, repelió a los manifestantes y empujó a los más radicales hacia la zona de Bellas Artes, donde se unió otro grupo de violentos. Nada se sabe de cómo actuaron los grupos policiales vestidos de civil. Unas 18 cámaras de seguridad en la zona de San Lázaro registraron todo lo que sucedió, pero las autoridades federales no habían pedido hasta la semana pasada ese material.

De acuerdo con quienes han visto las imágenes, se puede apreciar cómo se prepararon los civiles para el choque y cómo se fueron infiltrando entre los manifestantes. También se ve, agregaron, cómo la Policía Federal protege a ese grupo de civiles, algunos de los cuales usan un brazalete y guantes negros como forma de identificación.


El punto de mayor intensidad registrado es cerca del Congreso, donde los servicios de inteligencia de la Policía Federal habían detectado desde poco después de las cuatro de la mañana cómo los grupos más radicales preparaban las bombas molotov y los petardos con esquirlas.

La participación de esos grupos de choque trae muy malos recuerdos. En 1968 la “Brigada Blanca” y 1971 “Los Halcones”, infiltraron y reprimieron estudiantes y civiles en general. ¿Es el caso en 2012? Hasta ahora así parece y las autoridades guardan silencio.


Se requiere una explicación del por qué Mondragón y Kalb recurrió a grupos de choque protegidos por la Policía Federal y saber si fue un descontrol en este momento de transición de mandos o si, como pareciera, se convertirá en un nuevo método que aplique el gobierno sin importar consecuencias y costos.

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