15 marzo, 2013

Bob Woodward y la libertad de prensa

Bob Woodward y la libertad de prensa

Por Alberto Benegas Lynch (h)
El tema presupuestario en Estados Unidos se está convirtiendo en un embrollo en el contexto de 16 trillones de deuda pública federal de la cual 6 son el resultado de la presente administración, lo cual significa un 105% del producto con un déficit fiscal que ahora representa el 7% de ese mismo guarismo en el contexto de aumentos siderales en el gasto y monetización de aquella abultada deuda.
Michael Tanner, uno de los distinguidos directores de proyectos de Cato Institute en Washington DC, publicó en CNN.com un artículo titulado “Mitos acerca de los recortes presupuestarios” en donde muestra muy documentadamente que lo que se dice son recortes, en verdad aluden a disminuciones en incrementos proyectados lo cual es sustancialmente distinto a lo que aparece a primera vista, monto que se traduce en un 2,3% del gasto total del gobierno federal y el 0,03% del producto.

Los miembros del Partido Republicano favorecen los gastos militares mientras que los integrantes del Partido Demócrata patrocinan elevar los ya abultados gastos en lo que ha dado en llamarse seguridad y medicina social. La actual administración ha disminuido efectivos bélicos en distintos lugares del planeta pero no ha logrado achatar las erogaciones en la materia puesto que se ha embarcado en aventuras militares en otros lugares como Egipto, Libia, Siria y algunos países de África. En otros términos, ambas fuerzas políticas, por razones distintas, están hoy en las antípodas de los consejos de los Padres Fundadores a los que tanto he citado en estas columnas sobre lo que pensaban es el rol de un gobierno compatible con un sistema republicano.
El conocido y celebrado periodista Robert U. Woodeard (Bob) trabaja desde 1971 en The Washington Post donde ahora es editor asociado. Fue junto con Carl Bernstein quien levantó el escándalo de Watergate y es autor de numerosos libros entre los cuales se cuenta la formidable obra titulada Las guerras secretas de la CIA (traducida y publicada por Grijalbo de México) donde pone al descubierto las patrañas monumentales de esa agencia de inteligencia (como escribe Woodward en el prólogo, un ferviente partidario de la CIA -el senador John C. Stennis- declaró en el Senado estadounidense que a esa repartición “la vamos a proteger como tal y cerrar un poco los ojos y prepararse para lo que venga”).
En todo caso, en este mes de marzo saltó el hecho de que como consecuencia de una columna del mencionado periodista publicada en el diario para el que trabaja, el asesor económico de la Casa Blanca, Gene Sperting, le gritó malamente al autor en una agitada conversación telefónica y le envió un correo electrónico donde se lee que el funcionario público le advierte que “se arrepentirá” (“you will regret”) de lo que escribió.
El artículo en cuestión sostiene la tesis que todo el galimatías presupuestario y la correspondiente discusión ácida sobre la materia es debido a las propias actitudes vacilantes, contradictorias, inconducentes e inapropiadas de Obama y del ex asesor presupuestario Jack Lew, actualmente Secretario de Tesoro.
Woodward en general simpatiza con las políticas de tendencia estatista de los demócratas que ha dominado el escenario en Estados Unidos durante los últimos tiempos y que paradójicamente han recrudecido a partir de G. W. Bush, pero lo ocurrido en la capital estadounidense como consecuencia del referido artículo enciende una potente luz colorada y es totalmente independiente a las ideas que sustente el periodista en cuestión. Es inadmisible que esto suceda en Estados Unidos, el baluarte de la libertad de expresión que básicamente ha acompañado la sentencia de Jefferson en cuanto a que “frente a la alternativa de contar con un gobierno sin prensa libre, o prensa libre sin gobierno, decididamente me inclino por esto último”.
Estos sucesos son lamentablemente muy comunes en los regímenes autoritarios de ciertas naciones latinoamericanas, asiáticas y africanas pero no en Estados Unidos, por lo que debe celebrarse el escándalo que ha producido lo relatado en muy diversos ámbitos. Hay un problema colateral en este espinoso asunto y es que aparentemente las autoridades que representan a  The Washington Post no acompañarían los dichos consignados ni se solidarizarían con el altercado sufrido por su periodista estrella. Es de esperar que esta conjetura que exponen acaloradamente entendidos en los medios de difusión norteamericanos no resulte correcta para bien de la independencia y el futuro de ese diario y para la salud de la libertad de prensa en el país que por el momento y a pesar de todos los problemas por los que atraviesa sigue siendo el bastión del mundo libre.
Cierro con un pensamiento más general de Jefferson, pero para tomar nota y estar atento debido a la actitud prepotente del asesor de la Casa Blanca frente a un periodista por publicar una nota que no le agradó al gobierno de Obama: “Cuando el pueblo teme al gobierno hay tiranía, cuando el gobierno teme al pueblo hay libertad”. Lo ocurrido es un primer síntoma peligroso que esperamos no se repetirá debido a la reacción adversa que afortunadamente suscitó.

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