12 marzo, 2013

La pandilla

O P I N I Ó N 
F E D E R I C O   R E Y E S   H E R O L E S 
La pandilla


"Ninguna crónica de la gloria de sus actos, sería tan convincente ante las generaciones venideras como la minuciosa y verídica descripción del cortejo que ponderó su poder a la hora de su muerte". Cada grito quedaría registrado. Las iglesias dieron fin momentáneo a sus discusiones y lanzaron la bendición al unísono. "Los Consejeros Supremos cerraron la puerta de biselados cristales". El cortejo esperaba. "El Canciller, embarazado en su rígida dalmática de vitela, dio la orden de marcha con el eco de su bastonzuelo de plata". Las lágrimas llegaron en ríos, los aplausos fueron atronadores. Todos eran testigos y cómplices del entierro de El Gran Burundún Burundá. Era 1952, el poeta y novelista colombiano Jorge Zalamea da un giro a la inacabada -¿inacabable?- serie de los tiranos.

El cortejo de El Gran Burundún Burundá desfila entre las miradas que desnudan las ambivalencias: la tristeza y el alivio. Desde los balcones caen recuerdos de los horrores y lo que otros ven como hazañas, la mayor de todas "...convencer a gran parte de sus gobernados de que en la mudez residía la única posibilidad de vegetar perdurando". Sólo la muerte sacó a Chávez del poder, porque él hizo todo lo imaginable para perpetuarse hasta la tercera década del Siglo 21. En 1992, golpe fallido contra el Presidente constitucional, Carlos Andrés Pérez; Caldera lo indulta; ya consagrado como una amenaza de tal magnitud que incluso la ley no se le aplica, anuncia su intención de crear una nueva república.

En 1998, triunfo electoral (58 por ciento del voto) que le permite iniciar su estrategia para, desde el poder, desmontar las instituciones, descabezamiento del Judicial, persecución a los medios, estigmatización de los ricos y del imperio; férreo control de la información, nueva constitución a su medida. Hitler había seguido un camino similar. Chávez invoca la siempre presente amenaza contra los intereses populares, habla de complots que acechan, por eso las medidas extraordinarias en manos de un ser extraordinario; era él o la violencia como explosión venidera por los excesos de la tiranía y la entrega de la riqueza al imperio. El trasnochado discurso prende.

Ya convertido en caudillo Chávez sigue polarizando a los venezolanos. La fuga de capitales y el pavor tienen un costo no valuado. Chávez mismo se enfrenta a un levantamiento en el 2008, pero sólo está dos días sin control total del poder. Las instituciones se tambalean. Chávez se aferra al fantasma de la gran conspiración. Ya enfermo va a elecciones y gana de nuevo con 11 puntos de ventaja. La gente lo aplaude, no todos pero sí la mayoría que ve caer el desempleo, expandirse la cobertura educativa y el crecimiento acelerado de los gastos en salud pública. Cómo no reelegirlo si los altos precios del petróleo le permiten muchos años de despilfarro. Se trata del mismo petróleo con el que abraza a sus colegas ideológicos en Cuba, Nicaragua, Bolivia, entre otros. Pero no todo es miel sobre hojuelas, la inflación galopa y como siempre le gana el paso a los salarios, la corrupción se pavonea a sus anchas, la violencia se sale de control, 69 homicidios dolosos por 100 mil habitantes, (México oscila los 24).

Pero Chávez se fue sin pagar la mayor factura. Al arribar al poder Venezuela era el tercer productor mundial de petróleo, una política energética irresponsable lo sitúan hoy en el décimo segundo lugar. El déficit crece y crece, las reservas se desploman, los controles de precios provocan un brutal desabasto; en 15 años el tipo de cambio nominal se multiplicó por 10. La historia suena conocida. En el horizonte está inevitablemente un ajuste drástico de esa economía que empobrecerá a los pobres. Será obligado revisar el gasto público del insostenible paraíso bolivariano. Por supuesto que logró bajar la pobreza, -se habla de 20 puntos porcentuales- pero lo hizo drogando con petróleo a la economía. Por supuesto que Chávez ganaba elecciones, lo hacía con un control dictatorial de los medios. Sin libertad de expresión y regalando dinero, así convencer votantes es una misión muy diferente.

¿A quién aplaudieron y rindieron homenaje decenas de jefes de estado? Al coronel golpista, al extorsionador, al hombre que hizo lo necesario para manejar al Tribunal Supremo, al perseguidor de opositores, al responsable de la destrucción de la planta industrial, al mandatario que terminó con la libertad de expresión. Cómo separar al caudillo bolivariano del tirano. La lista no se acaba, Facundo de Sarmiento, Tirano Banderas de Valle Inclán, El Señor Presidente de Asturias, Paradiso de Lezama Lima, El Recurso del Método de Carpentier, Yo el Supremo de Roa Bastos, La Fiesta del Chivo de Vargas Llosa. Personajes sobran, falta la novela de Santa Ana, la de Castro. Los funerales de Chávez muestran que los tiranos siguen gozando de buena salud. Incluso pueden ser populares. La diplomacia impone, pero no nos equivoquemos, el Doctor Francia, Trujillo y Chávez pertenecieron a la misma pandilla.

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