17 marzo, 2013

LAS LOCURAS DE IN MADURO

MIGUEL COSSIO: Las últimas herejías del presidente encargado

 
En su afán de elevar al extinto Hugo Chávez, y por consiguiente encumbrarse él mismo como su supuesto hijo y heredero político, el señor Nicolás Maduro ha colocado al fallecido presidente nada menos que al nivel, cara a cara con Jesucristo, con quien dialoga prácticamente de igual a igual.
Maduro abandonó todo recato moral cuando dijo que la mano firme del Chávez influyó sobre la decisión de Dios para que se eligiera un Papa sudamericano, el argentino Francisco. En consecuencia, no fueron los cardenales del cónclave, inspirados según la doctrina por el Espíritu Santo, sino un mediocre aprendiz de dictador latinoamericano quien inspiró decisivamente, desde el más allá, en corrupto intercambio de secretos favores, con San Francisco de Asís, la elección de su Santidad.


Todas las herejías, religiosas o no, comienzan por un acto de soberbia, por ejemplo, el primer y más decisivo pecado de Luzbel, que se creyó capaz de discutir la primacía de Dios (o Jehová) y burlar su prohibición de comer la fruta del árbol del bien y el mal.
La declaración de Maduro implica, desde el punto de vista religioso, que un individuo, por importante que haya sido en la tierra, es capaz de “sugerir” o “echar mano”, para que un dios omnipotente, de suprema sabiduría, que lo ha creado todo, sea “influido” por un pequeño ejemplar de su Creación. Tanta soberbia cabe en la fanática obsesión de Maduro por elevar más allá de los altares a un Chávez que milagrosamente le otorgará la presidencia de su rico país.
Un beso del diablo, porque ni Maduro es Chávez, ni Chávez es Cristo dialogando con Dios, ni Dios es un títere influido por un oscuro enano de un tiempo perdido en un país llamado Venezuela.
La herejía de Maduro llega aún más lejos desde el punto de vista puramente ideológico y, por ende, filosófico. Nótese el contraste. A diferencia del socialismo real, que calificó a la religión como el opio de los pueblos y actuó en consecuencia, el socialismo bolivariano del siglo XXI intenta utilizar manifestaciones populares de la fe para sostenerse en el poder.
Varios son los ejemplos: el boliviano Evo Morales agradeció su reelección y rindió tributo a Pachamama, diosa en su tierra de la vegetación y la fertilidad; el ecuatoriano Rafael Correa se encomendó a los espíritus de los Andes para que le ayudaran en las funciones de gobierno; el fallecido Hugo Chávez llegó a escribir una vez en su cuenta de twitter el siguiente texto: “vamos con todos los Santos y Espíritus de la sabana. Abajo el Diablo. Viva la revolución”, una propaganda al proyecto social y “de fe”, que creía encabezar.
El propio Nicolás Maduro estableció en el 2005 una extraña y profunda veneración hacia Sai Baba, un gurú indio que en vida se presentaba como un hacedor de milagros universal y que llegó a contar con millones seguidores en todo el planeta, de ellos unos 200 mil sólo en Venezuela. Un reporte reciente del diario español El Mundo asegura que Maduro acostumbra a exhibir un retrato de Baba en cada una de las oficinas que ocupa.
En conclusión, la herejía del por ahora presidente encargado de Venezuela no radica en sus creencias, sino en la manipulación barata de la fe para politiquear bolivariamente a su antojo.
Director de noticias de América TV Canal 41.

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