25 marzo, 2013

Lo dijo el Conejo de la Suerte, “donde menos se espera salta la liebre”

Ángel Verdugo
Chipre ha exhibido la debilidad estructural de la Zona Euro y si me apura un poco, de la Unión Europea en su conjunto. 
Lo dijo el Conejo de la Suerte, “donde menos se espera  salta la liebre”
Los analistas pensaban que sería en Italia donde se presentaría el siguiente episodio europeo. Sin embargo, dado que es verdad universal lo que afirmó el Conejo de la Suerte (“Donde menos se espera salta la liebre”), el problema saltó donde menos se lo esperaba, en Chipre.
Esta isla, país partido en dos y con poco más de un millón de habitantes, ha exhibido la debilidad estructural de la Zona Euro y si me apura un poco, de la Unión Europea en su conjunto.


Es tal la complejidad de la situación que enfrentan los 27 países que integran la Unión Europea —no se diga ya de los 17 de la Zona Euro—, que nadie sabe qué pasará de aquí al lunes 26 cuando venza el ultimátum a Chipre para aceptar las condiciones fijadas por la temible “Troika”: Comisión Europea, Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional. Éstas incluyen la fijación de un impuesto a los depósitos en los bancos chipriotas para que lo captado, sea la aportación de Chipre al paquete de rescate.
Chipre, una anomalía en la composición de la Unión Europea y la Zona Euro, ha acumulado en sus bancos depósitos por una cantidad equivalente a ocho veces su PIB. Este monto, absurdo por donde se lo vea, proviene de ciudadanos rusos que han enviado ilegalmente capitales fuera de su país, y de pensionados ingleses que mantienen la doble nacionalidad —inglesa y chipriota— que viven en Chipre. Rusia e Inglaterra, han hecho saber ya su desacuerdo.
Al margen de cual fuere “la solución” que en unos días se alcanzare, la evidencia de la fragilidad de la situación europea es más que evidente. Todavía este martes, en un discurso pronunciado en la Frankfurt Finance Summit por Madame Christine Lagarde, ésta reconoció que las cosas no están resueltas definitivamente; dijo: “We have made progress, but there is more to do” (“Hemos logrado avances, pero hay más por hacer”).
Si bien hay que reconocer, que en efecto ha habido avances en el largo, costoso y difícil proceso que le regresaría a la Unión Europea la posibilidad de volver a crecer con estabilidad, lejos se está de poder determinar con precisión cuándo se verá la luz al final del túnel.
Ante la situación que hoy vemos en Chipre (isla en el Mediterráneo, de la cual muchos no tenían la menor idea de su existencia hace dos o tres días), usted se preguntará, ¿qué tiene que ver con México lo que a ese “país” y a su sistema bancario les suceda? La respuesta inmediata —sin dudarlo— sería una sola: mucho.
La interdependencia—norma en la globalidad—, da por resultado que el contagio debido a problemas como los que hoy enfrenta la Zona Euro —que van mucho más allá de lo que hoy enfrentan Chipre y sus bancos—, sea casi universal; posiblemente Corea del Norte es el único país que está al margen de los efectos negativos —sin afirmarlo con mucha convicción— de lo que pasa hoy en la Unión Europea.
El resto del mundo, directa o indirectamente, se ha visto y verá afectado por lo que allá enfrentan desde hace unos años. Sin importarles la gravedad y profundidad de los problemas estructurales, los políticos europeos siguen sin decidirse a tomar —de una buena vez— las medidas drásticas, dolorosas e impopulares que empujarían en la dirección correcta para empezar a enderezar el barco.
Aquellos son como los nuestros; allá y aquí, unos y otros prefieren patear el bote hacia adelante para que los que vengan, enfrenten los problemas. La excepción es Mariano Rajoy, y vea cómo le ha ido.

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