Momento crucial en la vida del PAN
¿Hasta cuándo durará la serie increíble de verdaderos milagros
¿Hasta cuándo durará la serie increíble de verdaderos milagros
de perseverancia
que vienen produciéndose desde 1939?
Efraín
González Luna
Por Juan José Rodríguez Prats
En
su discurso al instalar la Asamblea Nacional, Gustavo Madero se
preguntaba cuál era el mejor PAN: el de los orígenes, el de la larga marcha en
la oposición o el de los últimos 12 años, ya en el poder. Haciendo un repaso,
ubico tres crisis: en 1962, cuando Acción Nacional asumió su vocación de poder;
en 1976, cuando no postuló candidato a la Presidencia de la República y en
1988, cuando tuvo el valor de sentarse a negociar con el poder para impulsar la
transición democrática. De las tres, salió fortalecido. Habrá puntos de vista
diferentes, pero parece haber coincidencia en que el partido, hoy, vive el peor
momento de su historia.
En
un libro escrito hace muchos años, hablé de los documentos y de las decisiones
cruciales en la vida panista; esto es, ideas que marcan su larga marcha para
alcanzar la democracia en México. Las decisiones cruciales no corresponden
precisamente a las plataformas electorales o a los documentos elementales, sino
a momentos en donde se toma una decisión definitoria para su vida política.
Eso
precisamente sucedió el pasado sábado. Lo que en su momento fue considerado
como la conciencia panista o su asamblea parlamentaria, el Consejo, órgano que
elegía al dirigente y a su comité, vino degradándose por la manipulación de los
diversos grupos políticos, pero, sobre todo, por su sumisión al poder. Precisamente
lo que el PAN le criticó al PRI. El Consejo permitió que se impusieran
presidentes al partido. Por eso el panismo reaccionó otorgándole ahora a toda
la militancia el derecho de elegir a sus dirigentes. Este método condujo al PRI
a confrontaciones internas tan serias que lo han hecho retornar a la elección
directa; por eso Enrique Peña designó a César Camacho. El PRD también ha tenido
serios problemas, en todos sus procesos ha salido seriamente dividido.
Estoy
convencido de que la tarea más difícil de un partido es elegir dirigentes y
candidatos; más que métodos, ordenamientos o estatutos, se pone en juego la
cultura política y la congruencia con auténticas convicciones democráticas. Lo
hecho por el PAN puede llevar a serios conflictos. Pero, ¿qué decisión política
no implica riesgos? Me atrevería a señalar que, mientras más trascendente es la
decisión, más alta es la posibilidad del peligro.
Señalo
riesgos y oportunidades. Este método podría permitir la injerencia, como ya ha
sucedido, de fuerzas ajenas al partido en sus procesos internos. También, desde
luego, el peso del dinero, las manipulaciones propias de nuestra frágil
democracia y las divisiones internas. Sin embargo, también brinda una enorme
oportunidad. El PAN podrá contrastarse con los otros partidos mayoritarios,
demostrar el cuidado a sus tradiciones y la posibilidad de que los
contendientes presenten ideas y planteamientos que permitan al panismo
reflexionar y sacudir conciencias para tomar las mejores decisiones.
No
estaba yo de acuerdo con modificar el esquema anterior, pero en la asamblea
percibí a un panismo anhelante de recuperar su derecho a participar. Eso me
motivó a reconocerle ese derecho a la militancia.
El cambio de
dirigentes se dará en diciembre. Acción Nacional tiene tiempo para asumir este
enorme desafío. He sido un crítico permanente de su actual dirigencia, la he
percibido excluyente, condescendiente —por decir lo menos— con la deshonestidad
y facciosa. Sin embargo, le concedo el beneficio de la duda. Espero que pueda mejorar
su deteriorada imagen para que, al culminar el proceso, surja un partido
renovado y vigoroso. Lo espero como panista, pero también como mexicano porque
tengo la certidumbre de que muy poco se avanzaría en la consolidación
democrática y en civilizar nuestra vida política con la debilidad del
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