30 abril, 2013

Animalitos de Venezuela

Animalitos de Venezuela

Por José Antonio Fontana
El pueblo de Soledad, es un perdido rincón del mundo ubicado en el extremo sur del estado Anzoátegui, en Venezuela.
Esto que relato lo presencié personalmente y ocurrió allí en la década del ochenta, antes de existir Internet, televisión por cable, celulares accesibles o Chavismo.
Con una población apenas superior a las diez mil almas, los habitantes de Soledad vivían mirando hacia Ciudad Bolívar, capital del estado del mismo nombre, su vecino natural al otro lado del Río Orinoco.
 
La vida cruzando el río, era la misma de cualquier ciudad; pero en aquel pueblo, al que la Carretera Nacional había ladeado completamente para dirigirse al Puente Angostura, era implacablemente aburrida y rutinaria. Llegaba a su clímax en las horas tempranas de la tarde, cuando las chapas de zinc y el asfalto refractaban  inclementes el insoportable calor, remembrando las fétidas sensaciones con las que Gabriel García Márquez solía aderezar sus novelas.
El tedio se interrumpía todas las tardes al caer el sol, cuando la chismografía popular dejaba de hablar del muerto del día o de las audacias de mengano o fulana y se concentraba en conocer el resultado de la lotería local.
– ¿Qué salió? –  preguntaba un vecino al otro
– Salió tortuga!  – comentaba el aludido
– Qué suerte la de Luis Rodríguez que dicen que jugó tortuga hoy- replicaba el primero
– Así es la vaina compadre…Luis Rodríguez ya tenía bastante plata y tiene un poco más ahora, pero usted sabe…algunos nacen parados. Habrá que seguir probando mañana…
Un diálogo similar se repetía a diario de lunes a viernes.
Sábados y domingos, las riñas de gallos, la cerveza y el ron, a veces matizados con eventos de toros coleados, focalizaban la diversión.
Pero de lunes a viernes, lo único que variaba era el animalito ganador.
La lotería de los animalitos era un fenómeno social curioso. Nunca nadie en el pueblo presenció el sorteo, pero muchos participaban de él y consultaban a diario los resultados.
La organizadora de tan peculiar juego, era una morena robusta que solía moverse en una camioneta Station Wagon, generalmente acompañada de dos vigorosos caballeros. Todos los días por la mañana, “agentes” de la señora recorrían el pueblo para recoger las apuestas. De un cartón con diversos animalitos, los apostadores elegían uno y pagaban su jugada. Al caer la tarde, la organizadora anunciaba el animalito ganador. Todo el mundo acataba sin protestar el anuncio; y como la “suerte” beneficiaba a distintos afortunados cada día, todos sonreían a la señora con la esperanza de ser beneficiados alguna vez. Dejar de jugar, significaba “salirse del club”, perder la esperanza de ser ganador algún día y no tener de que conversar con los vecinos. Hoy se le denominaría “ser objeto de bullying”.
La aparición de Tibisay Lucena, Presidenta del Consejo Nacional Electoral anunciando el resultado “inapelable” de la elección la noche del 14 de abril en Venezuela, trajo a mi memoria aquellas vivencias.
Un 50 % de los venezolanos que seguramente nunca jugó a la lotería de los animalitos y tal vez ni siquiera conoció de su existencia, reaccionaba incrédulo ante la prepotencia electoral disfrazada de democracia y la legitimación del fascismo castro-chavista.
Otro 50 %, con clara conciencia de lo que ocurría, permanecía impávido acatando el anuncio del ganador y evitando cualquier actitud contraria a la “organización”, por miedo a quedar fuera del club y perder la posibilidad de mantener u obtener algún beneficio del gobierno.
NADIE con derecho al voto deja de entender en Venezuela lo que está pasando. Eso convierte el asunto en inmoral.
Hablar de idiosincrasia y de opio de los pueblos, tienen un antes y un después luego de tan lamentable espectáculo. Tibisay Lucena no sólo clavó una daga profunda en el corazón de la democracia venezolana y americana aquella noche, sino que sacó sin tapujos la careta de un régimen que ha utilizado en su beneficio propio la buena fe de algunos y el miedo a “no merecer ser del club” de otros.
El fascismo funciona así; entre la mentira, la intimidación y el miedo al bullying. Basta observar como mientras la Ministra de Cárceles amenaza al candidato de la oposición con la celda que le tiene reservada donde lo harán “…cambiar de forma de pensar y volverlo más humano…”, el Presidente electo Nicolás Maduro, a los ojos de quien quiera verlo, golpea con saña su puño derecho en la palma de su mano izquierda y ha hecho del antiguo saludo comunista tradicional con el puño derecho cerrado y el brazo extendido, el suyo propio. Sólo falta que Maduro abra su mano.
La transformación del Castro-chavismo del comunismo que ya no existe, al fascismo, se ha consumado.
Luego de muchas décadas de abusos y enriquecimientos en aras de la ideología marxista, el Castro-chavismo entendió que el capitalismo es la única opción para generar riqueza. Pero no van a reconocer su fracaso ideológico, ni van a soltar el poder del que se sienten dueños.
El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente, como recordara Lord Acton, quien también expresó que “con un poder absoluto hasta a un burro le resulta fácil gobernar.”
La vieja historia de enriquecerse y enriquecer cómplices en nombre de la justicia social, tiene variadas e interesantes facetas.
Varias naciones americanas, socias y dependientes en lo económico del petróleo chavista, juegan su propia lotería de animalitos y esperan salir sorteados en el nuevo sorteo que desde ahora anunciará Nicolás Maduro, aunque vaya a decidirse en Cuba. Ninguna quiere salir del club. En eso basan sus ideologías, expectativas y esperanzas.
Ser de izquierda o de lo que sea, les da lo mismo a estos adalides del populismo, el amiguismo y la ambición de poder.
Democracia, ideología, justicia y loterías al parecer, para algunos son lo mismo.
Tan solo un juego a manipular.
Una cuestión de interpretación.

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