08 abril, 2013

Colgar medallas

O P I N I Ó N 
D E N I S E   D R E S S E R 
Colgar medallas


El PAN se retuerce, el PAN se encorva, el PAN se encoge. Frente a un Presidente priista crecientemente popular entre la población, el PAN reacciona como una almeja frente al limón. Frente a un priismo exitoso y disciplinado, el PAN reacciona con una sorprendente debilidad. El partido que siempre ha ganado terreno al estar en la oposición, hoy lo va perdiendo. El partido que siempre ha conseguido lo que quiere al pactar, hoy paga el precio por ello. El Pacto por México revela a un PAN éticamente responsable, pero políticamente perdedor. Al aprobar las reformas que Peña Nieto enarbola, los panistas le hacen un bien al País pero un daño a sí mismos. Porque el verdadero ganador del Pacto es el Presidente. El verdadero perdedor es el PAN.

El PAN está hoy en una situación patética porque no tiene una agenda propia. Dentro del panismo hay quienes ven al Pacto por México como yugo y hay quienes lo perciben como tabla de salvación. Algunos quieren abandonarlo y otros piensan que el PAN debe seguir montado sobre él. Algunos quieren sacar al PAN de la carrera por los consensos y otros piensan que la puede ganar. Algunos quieren evitar la parálisis de los últimos 12 años y otros quieren repetirla si ello implica negarle victorias legislativas al PRI.

El PAN vive actualmente en la confusión porque no tiene alguien adentro que pueda conducirlo por una ruta en la cual a veces apoye al PRI y a veces lo critique; a veces negocie lo que quiere dentro del Pacto por México y a veces se distancie de él. No encuentra alternativa a Gustavo Madero. No encuentra alternativa a Felipe Calderón. No encuentra a alguien que pueda visualizar en Los Pinos en seis años y a quien se le pueda apoyar en este momento. Y por eso el pánico; por eso las desavenencias internas y las contorsiones externas. La caballada del PAN está tan flaca que la yegua priista galopa a la delantera. El tamaño del PAN es inversamente proporcional al copete de Enrique Peña Nieto.

Los que alguna vez fueron los hombres del Presidente Calderón hoy están muy atrás del Presidente Peña Nieto. Quienes pudieron estar al frente del proceso modernizador ahora están a la zaga en su construcción. Ellos apenas trotan, Peña Nieto galopa. Ellos andan por la pista con precaución, él se arroja de frente. Mientras Gustavo Madero piensa cómo defender su participación en el Pacto por México, Peña Nieto lo envuelve en el polvo que deja a su paso. Mientras Gustavo Madero busca desesperadamente cómo atraer la atención, el Presidente se placea por la televisión. Mientras Gustavo Madero pide ya dejar el tema de la "comparsa panista" en paz, Peña Nieto corre la carrera de una manera cada vez más voraz. Lo hace porque puede, lo hace porque nadie lo para, lo hace porque dentro del PAN hay quienes quieren seguir siendo el tapete de entrada a Los Pinos.

Poco importan los argumentos de la cúpula panista a favor del Pacto por México o las peticiones plañideras de Gustavo Madero para apoyarlo. El PAN está cada vez más desfigurado, cada vez más desdibujado, cada vez más descolorido. Los panistas que han votado por las reformas dentro del contexto del Pacto no han logrado obtener gran capital político con base en ellas. Son poco conocidos y poco queridos. Son políticos del círculo rojo pero apenas percibidos por el círculo verde. Son políticos de pasillos privados pero no de plazas públicas. Quien sí las ocupa es Enrique Peña Nieto. Quien sí se ha apropiado de ellas es el PRI.

Y por eso los panistas lucen varados, desesperados, malhumorados, malencarados. Quieren los reflectores y ven con desesperación que ya no se posan sobre ellos. Quieren la cobertura de los medios y no logran obtenerla. Quieren que alguien aplauda su participación en el Pacto por México porque es lo único que logran ofrecer. Están atrapados por un Pacto que les da protagonismo pero no les otorga popularidad. Están amordazados por un Pacto que les permite tomarse la foto al lado de Peña Nieto, pero no ofrecer una alternativa política distinta a la de su Gobierno.

Con el Pacto por México, los panistas están más confundidos que nunca. No saben si consensar con el Gobierno llevará a rescatar lo que queda del PAN o terminará de sepultarlo. El PAN está atrapado entre el miedo a perder la presencia y el miedo a diluir su perfil. El PAN vive la disyuntiva de conservar un poco de poder a través del Pacto por México, al mismo tiempo que le da más legitimidad al PRI. Y por ello la apuesta del panismo al Pacto por México es una apuesta peligrosa. El PAN cree que atraviesa una crisis de identidad, cuando lo que enfrenta es un reto a su viabilidad. Viabilidad amenazada por la popularidad creciente de Enrique Peña Nieto. Viabilidad debilitada por la aprobación de reformas que el PRI pregona como suyas. Viabilidad puesta en jaque por un proceso de modernización del cual los priistas se apropian. Viabilidad cuestionada por el papel que el PAN ha decidido jugar: la oposición leal que acaba siendo la oposición arrollada. La oposición responsable que acaba siendo la oposición anulada. La oposición madura que acaba colgando medallas alrededor del cuello de su principal adversario.

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