Control cambiario venezolano, un gran negocio para Panamá
Por Yoliaura Hernández
Ministros van, ministros vienen, se separan las responsabilidades
del ministerio de Planificación y Finanzas, para lograr “mayor eficiencia en el
sector económico”, como señaló recientemente el presidente Nicolás Maduro; y a
pesar de ello el sector empresarial tiene tiempo intentando sobrevivir frente
al poco acceso real a las divisas.
Para nadie es un secreto, que muchas empresas que venden productos
importados o bien fabrican con materia prima -que viene del exterior-, tienen
que comprar midiéndose con el dólar innombrable.
Y es que los empresarios no se pueden dar el lujo de paralizar -en
términos reales- su actividad comercial. En Venezuela existe una economía que
no les permite a los comerciantes o empresarios, saber a ciencia cierta los
precios referenciales de sus productos y servicios gracias al entorno tan
cambiante en el que les toca competir.
De ésta realidad no se escapa Panamá, país latino que funciona
como centro de compras y sobrefacturación de las importaciones que realizan
organizaciones venezolanas, para tener más divisas al precio oficial.
Cabe la pregunta, ¿De
qué se beneficia Panamá al funcionar como intermediario de las empresas
venezolanas?
Diversas empresas intermedias se abren en Panamá, para operar en contacto con determinados empresarios en nuestro país.
Diversas empresas intermedias se abren en Panamá, para operar en contacto con determinados empresarios en nuestro país.
Según una fuente vinculada al caso, son empresarios venezolanos
quienes abren éstas organizaciones en el país caribeño “A éste país le sirve
éste tipo de empresas porque se abren más plazas de trabajo, es negocio tanto
para ellos como para Venezuela, mientras le facturan a Venezuela, están
generando impuestos para el Gobierno panameño”.
El director de Econométrica, Ángel García Banch, nos explica cómo
se desarrolla éste fenómeno.
“Con todo control de cambio, tiene sentido que exista una tasa de
cambio más alta en un mercado negro -como ocurre en todo control de cambio-
tiene sentido sobrefacturar importaciones y sub facturar exportaciones. Es la
forma como la gente, dado los incentivos perversos que genera el sistema de
control de cambios, busca hacer dinero por otras vías”, sostiene el
especialista.
En este sentido muestra el siguiente ejemplo –hipotético- para
explicar el sistema, “si tú tienes una sandalia china que vale un dólar, China
se la manda a Panamá por un dólar, después Panamá manada a Caracas en diez
dólares la chancleta; entonces si te aprueban las divisas tú logras acceder a
muchos más dólares, a diez dólares por algo que vale un dólar”.
De esta forma, una factura que era por un dólar, la convierten en
una factura de diez dólares. “¿Y quién es Panamá?, Panamá eres tú mismo, Panamá
es Caracas que monta una empresa en Panamá. En vez de importar directamente de
China, (aunque físicamente el producto lo envían desde China directamente a
Caracas, a Puerto Cabello o a La Guaira), pero vas a colocar un intermediario
en Panamá -casi siempre- y ese intermediario lo que va a hacer es
sobrefacturar”.
Según el director de la firma Econométrica, las empresas en vez de
pasar facturas pequeñas, pasan facturas muy grandes. “Para agrandar el monto
del producto liquidado, lo que hacen es que montan empresas en Panamá que
importen el producto de China y lo mandan a Caracas directamente, pero quien
termina facturando al empresario en Venezuela no es China, sino Panamá.
Hay sobrefacturaciones de tres o cuatro veces más, pero también
las hay de diez veces en muchos productos, resalta García Banch.
Señala además que “la sobrefacturación lo que logra es
que la persona tenga la documentación ante la Comisión de Administración de
Divisas o ante el Sicad para acceder a un volumen grande de dólares”.
Exceso de controles
“¿Dónde está el negocio? Está en acceder a las divisas a una gran
cantidad de divisas, a un precio bajo, para después vender esas divisas bajo la
forma de bienes a un precio alto, es decir a 25 bolívares por dólar”.
García Banch indica que la gente quiere acceder a un dólar barato,
“cuanto pueda, mientras más, es mejor y por eso se sobrefactura para que el
volumen sea grande”.
El control de cambio significa que una parte de la población
consigue los dólares a precios oficiales -que es una minoría- mientras hay una
gran parte de la población, que los compra directamente en el mercado negro, adquiere
productos en los mercados de bienes y servicios (que están tasados a precios
del mercado negro, los compra con cuatro veces su valor), según detalla el
especialista.
Afirma que Cadivi le otorgó divisas a más de 10 mil empresas
“contra 26 millones de venezolanos, aquí no estoy culpando a las empresas”.
Es enfático al destacar que ésta realidad es una moneda de dos
caras, “nadie tiene la garantía de volver a reponer su inventario, al tipo de
cambio oficial o al tipo de cambio del Sicad, por tanto cuando la gente fija
los precios de los bienes y de los servicios que prestan y que ofrecen, lo
hacen observando el precio más alto de los dólares que es el único precio que
me garantiza acceder con certeza al inventario”.
La pregunta que se hacen muchas empresas, me dieron Cadivi en el
pasado, me dieron Sicad en el paso, pero ¿Cuándo
me vuelven a otorgar dólares oficiales?
¿Cuál es la decisión optima desde el punto
de vista empresarial?
“Bueno, fijo el precio del producto de mi inventario, lo paso a la
tasa de cambio más alta de todas que -es la única- que me garantiza que si el
Gobierno no me da los dólares yo pueda acceder al inventario y vender el
producto que quiero vender. Si después el Gobierno le termina entregando
dólares barato, eso da ganancias, pero si no, por lo menos no pierden”.
Para el analista los incentivos para estas acciones “son tal, que
por su puesto al precio tan barato del dólar irreal o preferencial, pues todo
el mundo quiere importar de todo”.
Asevera que la gente quiere adquirir divisas a un costo más bajo,
“porque saben que hay un mercado alternativo, donde esas divisas, valen mucho”.
“El incentivo está hecho para que tú sobrefactures importaciones”,
destaca Ángel García Banch.
¿Dónde está la solución?
Revela que lo correcto sería que en Venezuela hubiese un solo
precio de las divisas para “todo el mundo por igual, el dólar es un mismo bien,
entonces que haya un precio para todo el mundo. Eso no quiere decir que unos
consigan a 6,30 bolívares por dólar, otros a 14 bolívares por dólar u otro
monto, sino que todos tengan un mismo precio”.
Manifiesta en tal sentido, que con un sólo precio para el dólar
acabaría con los “incentivos perversos” y resolvería el problema, pero “por
supuesto, le quitaría muchos negocios a muchos amigos del Estado”.
Asegura que a Panamá le ayuda mucho ésta situación, pues le genera
impuestos al país extranjero y nuevos empleos, “todo eso pagado por el
consumidor venezolano”.
“Todo el mundo quiere acceder al dólar barato, para después
venderlo a precio caro. Tú pones a la Madre Teresa de Calcuta y si puede
acceder a los dólares baratos y venderlos caros, los va a vender, así sea para
levantar un hospital. Es algo totalmente racional, comprar barato para vender
caro”, puntualiza.
Seguro mata confianza
Ante la escasez de divisas suscitada en el país tras la
eliminación del Sitme, el pasado 8 de febrero, y la falta de subastas de
divisas por parte del Sicad; la opción más viable para los importadores es
fijar el precio de su producto calculándolo a la tasa de cambio más alta de
todas.
El analista económico Ángel García Banchs asegura que es esta la
única manera de garantizar, que en caso que el Gobierno no otorgue más dólares
de forma regular, el empresario pueda renovarlo, y vender el producto que
quiero vender. “Si después el Gobierno le termina entregando dólares barato,
eso da ganancias, pero si no, por lo menos no pierden”, acota.
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