22 abril, 2013

¿Dónde está el gobierno?

O P I N I Ó N 
R A Y M U N D O   R I V A   P A L A C I O 
Estrictamente personal
¿Dónde está el gobierno?

La semana pasada terminó con dos episodios que arrasaron por completo con gobiernos. En uno, maestros normalistas y decenas de personas que los apoyaron, sellaron por horas vías de comunicación federales y el Congreso de Guerrero en Chilpancingo, con lo que impidieron que legislaran sobre Ley Estatal de Educación. En el otro, las amenazas, bloqueos de carreteras y cierre de alcaldías, paralizaron el territorio michoacano. En México, acostumbrado a violaciones a las leyes ante la debilidad de las autoridades por la falta de consensos para gobernar, pasó como un paisaje más del descontento nacional. En otros lados, sería un escándalo, porque son dos de los episodios más graves que se han vivido en este País.

Lo que sucedió en el Congreso de Guerrero fue el equivalente a un golpe de Estado técnico, al haber impedido un grupo radical que legislara. Al atacar, sellar el recinto y amagar con entrar al pleno, inhibieron a los diputados locales cumplir con su tarea –con la que los manifestantes están en desacuerdo-, que por miedo no se presentaron para votar. Que los manifestantes hayan cerrado las vías de comunicación federal –que parece para estos días algo normal-, y con ello incurrido en delitos federales, parece una afrenta de segundo nivel.

De la misma forma se podría percibir lo que sucedió un día después, el viernes, en Michoacán, donde la toma de carreteras propició que se cortaran las comunicaciones durante cinco horas, paralizaran comercios en decenas de municipios, y cerraran 16 alcaldías y 752 primarias. Al igual que en Guerrero, en Michoacán se vivió la toma del poder por parte de grupos que fueron capaces de frenar durante todo el tiempo que lo desearon con la vida política y económica de un estado, y alterar el comportamiento de la sociedad ante la impotencia de un Gobierno que, como con su vecino, recibieron un tímido apoyo federal.

La reacción del Gobierno federal frente a la toma de carreteras fue el envío de fuerzas para desalojarlas. Con el objetivo de no caer en enfrentamientos, aceptaron en Guerrero que los maestros y los grupos que los apoyaran mantuvieran el control de la principal autopista turística del País, y dejaran sólo un paso limitado. En Michoacán acudieron 4 mil soldados, policías federales y locales ante reportes de presencia de grupos armados en ocho ciudades, y hasta después de unas 10 horas de paralización en el estado, se empezó a recuperar la normalidad.

Esta normalidad es aparente y efímera. Que los maestros y sus bases de apoyo se hayan tomado el fin de semana, no significa que el problema se acabó. El PRD, que ocupa el Gobierno estatal, tiene mayoría en el Congreso local, e históricamente ha respaldado a los maestros de la Coordinadora que mantiene en vilo al estado, no ha podido negociar con ellos la ley local. La postura del PRD ante cada acto de mayor violencia, es dialogar. No ha llegado a ningún lado y los maestros han escalado del chantaje político a actos extremos como la toma del Congreso el jueves.

A los maestros de Guerrero se les han ido sumando otras fuerzas sociales, como sucedió en Michoacán, donde por las mismas razones que en Guerrero, maestros de la Coordinadora también están en rebelión. En Michoacán se les sumaron otros grupos el viernes, algunos como informó el Gobierno estatal, vinculados con La Familia Michoacana, el cártel de drogas que renació en el joven Gobierno de Enrique Peña Nieto, que en otros tiempos probó capacidad táctica para movilizar a la sociedad ante actos que los afectaran.

En este mismo espacio se han señalado los vasos comunicantes de La Familia Michoacana con maestros y guerrillas en Guerrero, y que las zonas de ebullición magisterial en Guerrero coinciden con viejos territorios rebeldes. Los vínculos deben servir no para una conclusión sino para que se entienda que el fenómeno que se está observando en esa zona, una añeja cuenca de descontento por las condiciones socioeconómicas, tiene que verse en múltiples dimensiones, y requiere estrategias políticamente más agresivas y estratégicamente más creativas para evitar lo que amenaza convertirse en una realidad: que Guerrero y Michoacán se hundan en la anarquía.

No hay comentarios.: