10 abril, 2013

Elecciones en Venezuela: Ataca Flaco

Elecciones en Venezuela: Ataca Flaco

Por Victor Becerra
En menos de seis meses, Venezuela tendrá su segunda elección presidencial. Sólo en apariencia ambos procesos son similares y tienen parecida dinámica: En Octubre pasado, Hugo Chávez mintió sobre su cáncer para ser reelecto, con uso y abuso de todos los recursos públicos e institucionales a su alcance. Para la elección del próximo domingo 14 de abril, Nicolás Maduro ha venido mintiendo sobre la enfermedad de Chávez y hasta sobre la fecha real de su muerte, ha reescrito la Constitución venezolana, primero para autoproclamarse vicepresidente y luego presidente encargado, y como su antecesor, dispone a su antojo de toda la maquinaria estatal, sobre todo de los medios de comunicación del Estado. Pero la diferencia sustancial entre aquella y esta elección es que hoy existe una posibilidad cierta, tangible, de que el joven gobernador Henrique Capriles logre el triunfo. Es la hora del “Ataca Flaco” de Willie Colón en su ya famosa canción de apoyo a Capriles. Veamos por qué. 

Según algunas encuestas, las preferencias hoy serían muy similares al resultado de las presidenciales de octubre y al global de las elecciones estatales de diciembre, dando a Maduro una ventaja de alrededor de diez puntos porcentuales sobre Capriles. Pero hay serios cuestionamientos no sólo sobre la manipulación en la información de algunas de esas encuestas, sino sobre si realmente son idóneas para medir lo que viene sucediendo. Así, incluso entre los encuestadores contratados por Maduro hay la seguridad de que el efecto “Santo Hugo Chávez” se terminó y que Maduro sólo depende ahora de sí mismo, razón por la que su popularidad viene bajando día con día. Apenas ayer domingo, por ejemplo, se publicó una encuesta que ya da a Capriles una ventaja de cinco puntos porcentuales sobre el presidente encargado. En conveniente acotar que toda encuesta es un ejercicio estadístico y que no es un resultado inevitable. El eventual triunfo de Capriles dependerá de que los simpatizantes opositores efectivamente voten el próximo 14 de abril. Pero lo que es concreto y no sujeto a discusión es el desgaste de la figura de Maduro, comparado desfavorablemente respecto a Hugo Chávez, identificado ya como un mentiroso contumaz y cuyo liderazgo y su pericia gubernamental son puestos en duda.
Muchos analistas sobre el chavismo reconocen que el mayor logro en la Presidencia de Chávez fue la reducción en la pobreza, gracias a los crecidos regalos y subsidios de sus programas sociales, llamados “misiones”. Así, las estadísticas oficiales aseguran que la pobreza en Venezuela se redujo a la mitad en los últimos 14 años y que hoy gira en torno al 29% de la población. Lo que no se apunta, es que la de Chávez fue una política social hecha para tener votos, clientelas electorales, súbditos, pero no necesariamente menos pobres en el largo plazo, los cuales después de una mejoría circunstancial por el dinero público, regresarán a la misma situación del pasado. Esto ya lo empiezan a observar las clientelas ayer beneficiadas, a las cuales han golpeado duramente las dos devaluaciones provocadas por Maduro. Sólo con nuevos regalos esas clientelas revalidarían su voto por Nicolás Maduro y ni siquiera es seguro de que así lo hagan: Todo sistema clientelar termina por dejar insatisfechos a los supuestos beneficiarios, quienes reciben el regalo pero ya no entregan necesariamente su voto. De allí la nueva estrategia del chavismo de condicionar las dádivas al resultado electoral, como viene sucediendo con la promesa de compra en el exterior de 20.000 vehículos, por un valor total de 400 millones de dólares, para ser entregados a bajo precio a miembros de las Fuerzas Armadas luego de las elecciones. Pero si con regalo en mano es difícil garantizar el voto, más lo debe ser con sólo promesas.
Pero en 14 años el chavismo no sólo dejó más clientes dispuestos a vender su voto por dádivas, caridades. También dejó una horneada de nuevos ricos, gracias al robo del erario, empezando por la familia del propio Hugo Chávez, a quien les dejó una fortuna tasada en 1.8 billones de dólares, según Jerry Brewer, director de la compañía de inteligencia económica Criminal Justice International Associates (CJIA). Los datos de CJIA no han sido desmentidos por el gobierno venezolano ni por la familia Chávez. Otras cuantificaciones reducen esa fortuna a casi una tercera parte, pero incluso dejar una fortuna familiar de 500 millones de dólares después de muerto no es poca cosa, en un país de 29 millones de habitantes cansados del alto costo de la vida, la corrupción, la inseguridad y la violencia delincuencial, dos devaluaciones en lo que va del año y una década de controles de cambio y de precios. El llamado “Offshore Leaks” dado a conocer hace unos días por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), que revela que funcionarios venezolanos en el gobierno de Chávez habrían recibido enormes sumas por pagos de sobornos, y que desviaron miles de millones de dólares de los fondos de pensiones del ente petrolero PDVSA a paraísos fiscales, es tan sólo una muestra más del nivel de descomposición del chavismo ante los ojos de los venezolanos.
Otro déficit del chavismo, creciente en gravedad, son los serios problemas de escasez de alimentos, causados por los obstáculos puestos a la industria venezolana, la desintegración de la planta industrial privada durante el gobierno de Chávez y la falta de dólares para garantizar las importaciones de alimentos. El asunto viene agravándose día con día para los consumidores venezolanos y su solución no será ni pronta ni fácil, en un contexto de cada vez mayor astringencia de dólares.
Por todo ello son explicables las expresiones de desafecto y protesta que ha venido recibiendo Nicolás Maduro a lo largo de la campaña, impensables cuando Chávez era el candidato. Expresiones que van desde los continuos y crecientes cacerolazos diurnos durante sus eventos de campaña, hasta el inusual desafío ciudadano de recibir a Maduro con pancartas a favor de Capriles y protestando por la escasez de alimentos, como le sucedió ayer domingo en la ciudad de Apure, síntoma de que la condescendencia y el contrato tácito de muchísimos venezolanos con el chavismo podría estar llegando a su dilatado fin.
¿Maduro se dará cuenta de esto? Quizá. De allí algunos de sus desafortunados y risibles tropezones verbales, como cuando este sábado aseguró que una maldición ancestral caerá sobre quienes no voten por él el próximo domingo. Trataría así pues de asegurar con amenazas un voto que ya no le garantizan las limosnas. Pero también pudiera ser que no se diera cuenta, dado el subido nivel de autismo político del que viene dejando evidencia, como ilustra que precisamente cuando la cárcel y la deshonra pública se yerguen como una posibilidad real para el expresidente Lula Da Silva en Brasil, Maduro se haya encargado de difundir todo lo que pudo un video de apoyo del propio Lula y haya declarado además que está inspirado “en la ética y el liderazgo” del cuestionado expresidente brasileño: “Lula para nosotros es también un padre”… Claro: Al decirlo trataba de deslegitimar cualquier pretensión de Capriles sobre la figura y los supuestos resultados de Lula, ya que aquel tuvo la desafortunada idea de tomarlo como ejemplo durante la pasada contienda, a pesar de la espectacular y juzgada corrupción que Lula prohijó y de la que él, su familia, cercanos y correligionarios se beneficiaron en Brasil. Pero a pesar de la relativa popularidad de Lula en América Latina, la suya es una herencia que no resiste un análisis profundo, no para alguien que fue canciller de Venezuela durante seis años, a menos que su aislamiento y falta de discernimiento hayan llegado a niveles patológicos y hasta siniestros, tal como Maduro y el chavismo como ente colectivo dan sobrada muestra todos los días. Al margen, un ejemplo adicional de esto: la nutrida evidencia de propagación de antisemitismo y creación de un estado policial que Maduro construye desde su gobierno.
Quizá Maduro gané el próximo domingo. No con los niveles de Hugo Chávez ni las distancias que el chavismo todavía presume por ahora. Pero también podría ser, con la conjunción de tantos elementos de malestar y desafección enumerados arriba, que Henrique Capriles logre el milagro y pueda ganar la rifa del León, literalmente. Ya que cualquiera que gane se enfrentará a largos meses de deterioro económico, social y político, por la incontenible inflación, la escasez de alimentos y la pésima provisión de servicios públicos, en medio de una crisis de seguridad pública y penitenciaria, con un estado vaciado y deslegitimado. Esa es la herencia de Hugo Chávez que viene arrastrando a la baja a Nicolás “Mentira Fresca” Maduro. E impulsando al alza a Henrique “Flaco” Capriles. Pronto veremos si a éste le será suficiente para ganar.

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