15 abril, 2013

La elección venezolana y el régimen cubano

por Mary Anastasia O'Grady
Mary Anastasia O’Grady es editora de la columna de las Américas del Wall Street Journal.
Venezuela llevó a cabo elecciones presidenciales el domingo para reemplazar al populista de izquierda Hugo Chávez, cuya muerte fue anunciada el 5 de marzo.
El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) presentó a Nicolás Maduro, un ideólogo entrenado por Cuba y el hombre que Chávez, enfermo de cáncer, ungió como su heredero en diciembre. Su contrincante fue el candidato de Primero Justicia, Henrique Capriles, gobernador del estado de Miranda y el primer político que ha sido capaz de unir a la oposición desde la llegada del chavismo en 1998.


Los resultados oficiales le dieron la victoria a Maduro por un estrecho margen. Si Capriles ganaba, habría sido un resultado inesperado. Una victoria de Maduro era más probable no sólo por el voto de compasión para el difunto Chávez. Por más de una década, los chavistas han estado usando el poder estatal para hacer trampa, intimidar y gastar fuertemente para llegar primero a la meta. Se les prohibió a los analistas internacionales enviar misiones a Venezuela, y a Capriles le fue negado el acceso a casi todas las estaciones de radio y televisión durante la campaña.
Además, está el factor de Cuba. El régimen castrista se ha convertido en un actor principal en la política venezolana y tenía mucho en juego en los comicios; en concreto, la amenaza de Capriles de que si ganaba recortaría el suministro de unos US$4.000 millones en petróleo anuales al régimen. Por lo tanto, La Habana se aseguró de tener una considerable influencia en los resultados.
El mes pasado, el periódico español ABC reportó que el régimen "está enviando un destacamento de agentes para el control electoral, que podría llegar a los 2.500 efectivos, de acuerdo con información de inteligencia salida de la isla". La Habana admite que ya hay unos 46.000 cubanos al servicio de la "revolución" en Venezuela. Estos son supuestamente personal médico, maestros y capacitadores, pero un ex chavista de alto rango que no quiso ser identificado le dijo al ABC: "Todo eso es una tapadera que esconde el control que Cuba tiene de Venezuela".
Ese comentario fue respaldado por la declaración del jefe de las misiones cubanas en Venezuela que indicó que están allí "para ratificar nuestra entrega; si hasta ahora lo estábamos dando todo, ahora estamos dispuestos a dar hasta nuestras vidas, nuestra sangre si fuera preciso por esta revolución".
En 2005, mientras era anfitrión de una visita de Chávez en La Habana, Fidel Castro proclamó que Venezuela y Cuba eran una sola nación y su gente "venecubanos". En 2010, la revista The Economist reportó sobre "aparentemente… una estadía larga" en Caracas de un peso pesado de la inteligencia de Castro, Ramiro Valdés, "cuyas responsabilidades en casa incluían supervisar el acceso de los cubanos a Internet".
El artículo también destacó la participación de Cuba en la operación de "los puertos, las telecomunicaciones, la capacitación de policías, la emisión de documentos de identificación y el registro de empresas de Venezuela" y que en 2005 recibió "un contrato para modernizar el sistema de credenciales de identidad" de Venezuela.
En una lucha justa, Capriles, de 40 años, podría haber ganado fácilmente. La inflación para el primer trimestre de este año estaba por encima de 30% en una tasa interanual. La debilidad de la moneda y los controles de precios están provocando escasez de muchos alimentos básicos que ahora tienen que ser importados porque el sector agrícola ha sido destruido por las expropiaciones y las salidas de capital. Los pobres también son los que más sufren los efectos del creciente índice de homicidios. Los apagones se han convertido en algo rutinario.
La campaña de Maduro se basó fuertemente en la emoción para contrarrestar la posible apatía por su candidatura. La imagen de Chávez, cuya muerte llevó a miles de personas a llorar histéricamente en las calles hace apenas cinco semanas, nunca estuvo lejos de Maduro en sus apariciones en televisión o en persona. Incluso aseguró que Chávez lo visitó en la forma de un pajarito.
Pero los chavistas y el régimen de Castro no estaban dispuestos a depender del fantasma de Chávez para la victoria. El mes pasado, durante las auditorías a las máquinas de votación, la oposición halló evidencia de que el PSUV tenía en su posesión códigos de acceso que le otorgaban la habilidad de sabotear el proceso electoral el día de los comicios. El dirigente de la coalición opositora señaló que esto no afectaría el conteo de los votos, pero podría ser utilizado para frenar el ritmo del proceso.
Esto podría explicar por qué en las elecciones anteriores en los centros de votación donde el voto de la oposición tenía fuerza, los tiempos de espera a menudo eran de varias horas, causando que muchos posibles votantes terminaran sin sufragar. El consejo electoral, controlado por el gobierno, negó los cargos y el asunto no ha sido rectificado.
Las máquinas electrónicas proporcionan muchas oportunidades para otros trucos. En comicios anteriores, las autoridades bolivarianas realizaron una redada de última hora en barrios pobres en busca de personas que no se presentaron a votar. Muchos venezolanos creen que al tomarse las huellas digitales y los números de identificación en los lugares de votación, el voto no es secreto. El temor al castigo, ya sea de ser despedido del trabajo o de no recibir ayuda estatal, es real.
La conclusión es que los comicios del domingo nos revelaron muy poco de las verdaderas preferencias del electorado venezolano.

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