28 abril, 2013

La UNAM, ¿termómetro de la fiebre nacional?

Francisco Javier Acuña

La UNAM, ¿termómetro de la fiebre nacional?
Inquietan acciones de un vandalismo que en protesta o provocación toma la Rectoría de la UNAM y tramos de la Autopista del Sol. ¿Activistas disfrazados de vándalos? o ¿vándalos encapuchados que justifican sus desmanes con banderas de movimientos populares de corte radical?
En un México convulsionado por la violencia que trastorna la vida de numerosas localidades del norte, centro y sur, aumentan los focos rojos. Se propaga la imagen de un país peligroso e inseguro que afecta al turismo local e internacional y, en consecuencia, desalienta las inversiones menores y mayores.


Se desploma la economía de algunas regiones en las que el narcotráfico ha triturado los signos visibles de la autoridad pública y ha congelado las libertades más elementales de los habitantes que huyen o se resignan a continuar ahí sin incurrir en riesgos adicionales.
Naturalmente se formulan preguntas en la dirección de si estos hechos indeseables: las tomas de instituciones e instalaciones públicas tienen conexión o son mera coincidencia.
En el caso de la UNAM, el asunto ha suscitado la preocupación mezclada con indignación y repudio que merece “la toma de la Rectoría”, por quien fuera. Hoy, por un puñado de activistas que al margen de sus demandas son —al parecer— ajenos a la máxima casa de estudios.
Si bien, la UNAM es un bien nacional, los que ingresaron a la Rectoría de modo violento y ahí permanecen han sido identificados como ajenos o externos (o intrusos), porque no tienen un vínculo académico formal o directo institucional.
O son ex alumnos (se dice expulsados...) o ex profesores y/o integrantes de núcleos anarquistas en pie de lucha en el disturbio intestino de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.
Se ubica a integrantes de agrupaciones que se proclaman subversivas en reclamación de disputas en demarcaciones de la Ciudad de México (como Iztapalapa) y respecto de conflictos en otras entidades federativas como Guerrero y Michoacán, especialmente relacionadas con el embrollo magisterial y sindical que arrojó la reforma educativa.
También hay participantes de las turbas que, el pasado 1 de diciembre, causaron destrozos en el Centro Histórico de la Ciudad de México (y que luego de ser detenidos con exceso policial, fueron liberados en vicio de impunidad).
Es inaceptable que la UNAM se incluya en la lista de los lugares damnificados por la insensatez delictiva tolerada por omisión.
La UNAM es un referente de la densidad democrática mexicana, un pilar del pluralismo científico y social.

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