22 abril, 2013

Lula en México

Lula en México

Luiz-Inacio-Lula-Da-Silva
Por Victor Becerra
En estos días andará en México Luiz Inácio Lula da Silva (presidente de Brasil en dos períodos consecutivos, de 2003 a 2010), invitado por el gobierno mexicano para iniciar las actividades de la Cruzada contra el Hambre en Chiapas, acompañando al presidente Peña Nieto. Al respecto, ¿cuánto le costó al gobierno mexicano que Lula aceptara venir? Aunque Rosario Robles, la secretaria de Desarrollo Social ha dicho que la visita no tendrá ningún costo, pues “no viene a dar una conferencia magistral contratado, viene como un convenio con el Gobierno Federal”, la duda sigue, porque dicho “convenio con el Gobierno Federal” implicaría, a mi parecer, el pago por asesorar la Cruzada (la cual por cierto ni siquiera inicia y ya generó mucha suspicacia). Así, no se le pagarán a Lula los 120-150 mil dólares que usualmente cobra como conferencista (aunque también tiene otro oficio, el de lobbista de empresas brasileñas en las que se ha sospechado que él tiene intereses personales), sino como un asesor de altos vuelos, lo que seguramente tendrá un costo mucho mayor, de varios, muchos cientos de miles de dólares. Bonita cifra para quien promueve un mundo socialista, “más igualitario”… con cargo al contribuyente mexicano en esta ocasión. 
 
Lo grave es que los contribuyentes mexicanos pagaremos así a alguien que está siendo investigado por corrupción en su país, y eso después de que el gobierno brasileño (proveniente de su mismo partido, el Partido de los Trabajadores) hizo todo lo posible para no involucrarlo en el llamado caso ‘Mensalão’, una red de financiación montada durante el primero de los dos gobiernos de Lula y descubierta en 2005, para triangular decenas de millones de dólares de recursos públicos y préstamos, y financiar así campañas del PT (el partido que Lula fundó en 1982) y sobornos a partidos aliados en el Congreso, aunque en realidad esos recursos iban a parar, supuestamente, al bolsillo de Lula y de otros acusados. Por ese juicio, el Supremo Tribunal Federal ha condenado a decenas de muy altos funcionarios del gobierno de Lula y miembros del PT, muy cercanos a él: su exjefe de ministros, un ex presidente del PT, su operador financiero y publicista, a sus operadores en el Congreso… Era extraño que siendo tan cercanos al presidente Lula y de tanta importancia en la trama, el único al que no se investigó nunca fue a su jefe, el propio Lula, para lo que la Procuraduría de la República y el Tribunal Supremo brasileños necesitaron un sinfín de subterfugios… que se le terminaron a principios de este mes de abril, por lo que tuvieron que iniciar ocho años después una investigación sobre Lula por el ‘Mensalão’… más lo que se acumule, que puede ser bastante más.
Contratar como asesor y exhibirse en el país con un muy probable delincuente no es la mejor forma de iniciar la agenda social del presidente Peña Nieto. Pero el propio presidente Peña no ha dado muestras de contar con muchos escrúpulos morales ciertamente: Su visita a Cuba al inicio de su gobierno, para congraciarse con la dictadura castrista, sin hablar de Derechos Humanos con Raúl Castro ni reunirse con la oposición, o su reciente felicitación al ilegítimo presidente Nicolás Maduro de Venezuela, sin esperar siquiera el cumplimiento a la promesa del mismo Maduro de realizar una auditoría a las cajas electorales, retrata muy bien las prioridades de su gobierno: Utilizar la política de estado para cercar a su oposición política interna y mermarle posibles apoyos, así sea a costa de abrazar a Raúl Castro o pagar cientos de miles de dólares a Lula.
Es cierto que a pesar de sus escándalos, el ex presidente Lula aún cuenta con una gran popularidad, mucha de ella fincada sobre la obra y el legado de su antecesor, Fernando Henrique Cardoso. Por eso no sorprende el tierno propósito de políticos cercanos a Andrés Manuel López Obrador de “denunciar” ante Lula la Cruzada contra el Hambre, sin comprender que su visita a México es cuestión de negocios. Quizá Lula los reciba, pero sus “denuncias” no cambiarán un ápice su asesoría y apoyo al gobierno mexicano.
Lo que sí puede modificarse, en cambio, es precisamente la popularidad de Lula, a lo largo de estos meses de investigación en Brasil, popularidad que le ha permitido excesos tales como su apoyo videograbado al entonces candidato Nicolás Maduro que utilizaba impunemente de todos los recursos del estado a su favor. O sus recientes críticas a los gobiernos que han pedido que Maduro cumpla su promesa de auditar las cajas electorales, a pesar de que Maduro y el chavismo están pasando por encima de cualquier resto de estado de derecho en Venezuela. Al hacer esto, Lula, el ejemplo moral de la izquierda, el que se benefició de la democracia y el juego limpio y nivelado, ha decidido apoyar a un usurpador y dudoso ganador que va vaciando de toda legitimidad su “triunfo”, y que ha comenzado a masacrar a su pueblo. Pues a ese “ejemplo” es al que el gobierno mexicano trae para que le “respalde”. Y al que nosotros pagamos sus subidos honorarios con nuestros impuestos. Bueno, pues sea entonces usted bienvenido, señor Lula, al menos mientras esté libre.

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