25 abril, 2013

¿Maná del cielo o una nueva recesión?

por Swaminathan S. Anklesaria Aiyar
Swaminathan S. Anklesaria Aiyar es Académico Titular de Investigaciones del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute.
El precio del oro, el petróleo y muchos otros commodities colapsaron la semana pasada. Las bolsas de valores fueron sacudidas y los economistas en la India sonrieron, de repente vieron consecuencias en tres áreas —la inflación, el déficit comercial y el déficit fiscal.
Estos tres factores habían arrastrado a la economía de la India hacia su tasa de crecimiento más baja de la última década, solamente 4,7 por ciento en el último trimestre. Pero el colapso global de los commodities debería reducir la inflación en la India también, las importaciones más baratas deberían reducir el déficit comercial, y el déficit fiscal debería encogerse, dado que el petróleo y los subsidios a los fertilizantes disminuirán. Esta es una ayuda triple, como si hubiese caído maná del cielo. ¿Significa esto que lo peor ha pasado y que la economía estancada de la India ahora despegará?


No tan rápido. Primero, espere y vea si el colapso de los precios de la semana pasada fue un lapso que prontamente podría revertirse. Si de hecho esta es una nueva tendencia —lo cual parece ser probable— todavía está por verse el peligro de que esto sea una señal de otra recesión global. Históricamente, el colapso simultáneo del oro, el petróleo y otros commodities ha sido la señal de una demanda mundial en declive, resultando en una recesión. Así que el maná caído del cielo podría convertirse en veneno.
Sin descartar esto, me inclino hacia una interpretación más favorable: estamos viendo el fin de un súper-ciclo global de commodities, liderado durante una década por el crecimiento de dos dígitos en China, India y otros países en vías de desarrollo. El fin de este súper-ciclo promete un clima de precios favorables para la próxima década, pero esto aportará un crecimiento rápido solamente en los países con políticas pro-crecimiento, que India no tiene hoy en día.
Los súper-ciclos de los commodities ocurren con brechas de varias décadas entre ellos. El último gran súper-ciclo ocurrió en los setenta, acabando a principios de los ochenta. Los súper-ciclos elevan los precios de los commodities por cientos porcentuales. Esto ocurrió entre 2002 y 2012, cuando el petróleo pasó de $25/barril a $120/barril, y el oro de $250/onza a $1.890.
En el súper-ciclo anterior de los setenta, los precios altos de los commodities indujeron nuevas tecnologías que redujeron considerablemente el consumo de materiales (acero más fuerte pero menos pesado, vehículos y electrodomésticos que utilizaban la energía de manera más eficiente). Además, desde los ochenta hasta el 2000, el crecimiento global estuvo dominado por Occidente, que había ingresado en una etapa de crecimiento intensivo en servicios que requería relativamente pocos materiales (más entretenimiento, turismo y celulares/internet en lugar de comprar más productos pesados). Así que la demanda global de commodities se desaceleró y se mantuvo baja, manteniendo los precios bajos también.
Pero luego vino el auge de China e India en los noventa. En conjunto, los países en vías de desarrollo empezaron a dominar el crecimiento global en los 2000. Estos países en vías de desarrollo todavía estaban en una etapa de desarrollo que era intensiva en materiales —la creciente clase media quería más productos de todo tipo. De manera que su crecimiento rápido aumentó considerablemente la demanda global de commodities. La oferta no pudo actualizarse rápidamente, en parte porque las reglas ambientales se habían vuelto más exigentes y habían conducido a largas esperas para la aprobación de proyectos. Estos factores avivaron un nuevo súper-ciclo de commodities. Pero, como antes, esto promovió tecnologías que ahorraban materiales (carros pequeños e híbridos, e-commerce, y oficinas que no utilizan papel).
Después de la Gran Recesión de 2007-2009, muchos analistas pensaron que vendría una marcada recuperación global, con un continuo súper-ciclo. China, India y otros lograron un crecimiento rápido nuevamente en 2009-2010 y 2010-2011, y los precios de los commodities subieron nuevamente. Pero la recuperación global se desinfló, la recuperación de EE.UU. se debilitó, y la Eurozona se sumió en una crisis y estancamiento. Los países ricos ya no podían seguir absorbiendo las incesantemente crecientes importaciones de Asia, y entonces Asia se desaceleró también.
El crecimiento global será mucho más lento durante la próxima década, con China e India esperando una tasa de crecimiento que no estará más allá del 7 u 8 por ciento. Así que la demanda de commodities será mucho más moderada, incluso conforme empiezan a operar las muy retardadas minerías. Hay una buena probabilidad de volver a una década de precios modestos y estables.
El estallido de una burbuja muchas veces señaliza que se está acabando un súper-ciclo, y ojalá eso sea lo que está pasando hoy. En los 2000, los especuladores se arrojaron a los mercados de los commodities y comercializaron diariamente billones de dólares en derivados de commodities. En algunos casos, la demanda especulativa en lugar de la demanda industrial fue la principal fuerza inflacionaria, el oro siendo el ejemplo más sobresaliente.
De acuerdo a esta interpretación optimista, lo peor para la economía de la India puede que ya haya pasado. Aún así, esto no significa un retorno automático al crecimiento rápido. Problemas estructurales y profundos han surgido en las áreas de infraestructura, adquisición de tierras, y aprobación de proyectos ambientales, de bosques y de gobiernos locales. Muchos industrialistas dicen que se irán al extranjero a invertir, dado que invertir en la India se ha vuelto extremadamente difícil. Solo con la reforma decidida podremos volver a un crecimiento rápido. Aún así, éste no excederá el 7-8 por ciento.
Pero no cuente sus pollos antes de que salgan del cascarón. Observe, antes que nada, si el colapso de los precios de los commodities de la semana pasada es una señal de otra recesión global. Esperemos lo mejor, pero preparémonos para lo peor.

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