23 abril, 2013

Micromanía

O P I N I Ó N 
F E D E R I C O   R E Y E S   H E R O L E S 
Micromanía


La megalomanía es una enfermedad. Los delirios de grandeza llevan a las personas a perder el sentido de realidad. Terminan viviendo en un mundo que sólo existe en sus cabezas. Este trastorno -instalado en el poder- ha conducido a muchas naciones al abismo. Hitler con su imperio de mil años, Stalin y Mao o Chávez no le hacen mal tercio. Pero en el otro extremo está el complejo de inferioridad, atrapados en él las personas no pueden asumir su verdadera dimensión. Dado que los complejos designan síndromes personales, para hablar de una nación quizá deberíamos llamar a esa actitud nacional Micromanía, delirio de pequeñez.

Si por la letra de las canciones populares fuera, México podría ser catalogado de soberbio y arrogante, como México no hay dos. Pero en nuestra vida pública padecemos micromanía, somos incapaces de reconocer nuestra verdadera dimensión. Eso ha hecho que también pensemos el futuro de México en pequeño. De entrada por el tamaño de su población de seguir las actuales tendencias, para el 2050 México ocupará el décimo primer lugar en un mundo con más de 190 estados nación. Diferentes proyecciones de bancos y académicos sitúan -para la misma fecha- a la economía mexicana entre el octavo y el décimo segundo lugar. Estas predicciones pueden ser engañosas en términos de riqueza pues se constituyen por el número de habitantes y su ingreso per capita. Por arriba de México estarían naciones menos ricas pero con mucha más población, India y China los más evidentes. Pero por debajo de nuestro País habría países mucho más ricos como Suiza, Suecia o Noruega cuyo PIB por persona será casi irremediablemente superior al nuestro. De todas formas, por la combinación de ingreso y tamaño de la población, México será un actor principal.

Pero a diferencia de otras naciones que se preparan y fomentan su grandeza, México, aplastado por la micromanía, ha perdido capacidad para pensar en grande. Mientras China construye decenas de aeropuertos, ferrocarriles veloces y eficientes o presas como "Las 3 Gargantas" con una capacidad de 22,500 megawatts, muy superior a la Itaipú de Brasil, en México se cancelan sin gran asombro proyectos fantásticos y necesarios para nuestro desarrollo como la presa La Parota en Guerrero. Las autoridades fueron incapaces de convencer a unas decenas de moradores de las áreas afectadas de la aceptación de una obra que se calcula hubiera podido llevar agua y desarrollo a Acapulco y zonas aledañas para los próximos 50 años, es decir beneficiar a millones de mexicanos en una de las entidades más pobres del País. Eso con independencia de la generación de energía para todo México.

Lo mismo ocurrió con un proyecto de parque eólico en Cozumel del cual ya nadie se acuerda. No es anécdota. México tiene actualmente una capacidad de generación eléctrica cercana a los 62 mil megawatts y nada más en energía eólica hay durmiendo cerca de 50 mil. De la solar poco se habla. México podría ser una de las economías más limpias, el asunto va más allá del corazón verde, detrás están los bonos de carbono a pagar o cobrar, es un asunto de prosperidad. Parece que del imprescindible nuevo gran aeropuerto de la Ciudad de México se empieza a hablar pero dejamos pasar la triste coyuntura del 11 de septiembre del 2001 sin construir un aeropuerto concentrador o Hub en la península de Yucatán que –por sí mismo- hubiese traído una enorme derrama de recursos. Conagua, como el gran Teodoro González de León entre otros, manejan desde hace años un proyecto de recuperación del Lago de Texcoco que permitiría elevar la calidad de vida de cientos de miles de mexicanos.

Hace alredor de una década se comenzó a hablar de Punta Colonet, un eslabonamiento de puertos multimodales y trenes que cruzaría la península de Baja California y permitiría a México absorber la saturación de puertos como San Diego y Los Ángeles. Por esa ruta la introducción de mercancías al centro y al Este de la Unión Americana se volvería mucho más eficiente. Don Carlos Bosch, el gran historiador de origen catalán, desnudó una tozudez mexicana que él veía con claridad: México le da la espalda a sus mares. Por geografía los puertos mexicanos del Pacífico y del Golfo están llamados a jugar un papel central en nuestra economía y sin embargo la marina mercante de nuestro País es débil y la mayor parte de la flota pesquera está en quiebra, además de que nos estamos acabando las pescaderías. De las potencialidades del agro mexicano, el quinto país en lo que a biodiversidad se refiere, poco hablamos, es una tragedia. En contraste Panamá, un país muy pequeño con 3.5 millones de habitantes sueña en grande. En el 2014 inaugurarán el nuevo canal que multiplicará la capacidad del actual catapultando los ingresos de ese país en el Siglo 21.

La micromanía empequeñece a las naciones y ancla la pobreza, pensar en grande provoca lo contrario. Las naciones deben tener ilusiones compartidas. Recuperar con realismo nuestro futuro es un imperativo.

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