28 abril, 2013

No me importa hasta que me afecta

El ataque de los hermanos chechenos a los maratonistas de Boston debería tener con los pelos de punta a los brasileros, que se están preparando para el próximo mundial de fútbol y las Olimpiadas.
 

Por José Brechner
El terrorismo islamista y las dictaduras neocomunistas latinoamericanas son socios, pero no parecen ser de interés para el ciudadano sudamericano. Una de las razones se debe a que en términos generales el latino ignora los acontecimientos mundiales, otro motivo es que sabe poco de geografía, menos aún de geopolítica y, nada de islamismo.
El ataque de los hermanos chechenos a los maratonistas de Boston debería tener con los pelos de punta a los brasileros, que se están preparando para el próximo mundial de fútbol y las Olimpiadas.


Centenares de miles de personas, reunidas en estadios, son un plato tentador para los terroristas musulmanes, que no son nada amigos de las formas de comportamiento de las brasileras, que tienen una tendencia al libertinaje más fuerte que otras mujeres. Ni qué decir a la desnudez, que es parte de la vestimenta tradicional en el tropical country.
Adicionalmente, la mayoría de los católicos del mundo vive en América Latina, y son infieles que según los musulmanes deben ser erradicados de la faz de la tierra. Obviamente, por la cercanía, muchísimos irán a disfrutar de los juegos.
La presidente Rousseff, que está haciendo un papel muy superior a Lula, aunque muchos dudamos tempranamente de ella por su pasado terrorista, se puso las pilas ni bien tomó el poder, y enfrió las relaciones del Brasil con Irán.
Una mujer liberada y moderna, no tiene nada que conversar con los arcaicos ayatolas. Pero hay muchas progres que los defienden porque está de moda entre las izquierdistas. Como contrapeso, en el islam está de moda patearlas y apedrearlas hasta matarlas, si solamente se arreglan el pelo o se atreven a mostrarlo.
El atentado en Boston ayuda a entender que no hay que ser árabe para ser terrorista. Los iraníes y turcos tampoco son árabes. Pero casi que es un requisito el ser musulmán.
El axioma indica, que no todos los musulmanes son terroristas, pero es un hecho indiscutible que cuando ocurre un atentado terrorista, y los motivos que lo indujeron son religiosos, hay un 99% de probabilidades de que los asesinos sean musulmanes.
El aforismo no es comprensible para individuos como Dianne Feinstein, la senadora demócrata norteamericana que quiso tratar a los chechenos como prisioneros de guerra. (¿Estados Unidos está en guerra con Chechenia, Rusia, el Islam? ¿Cuándo se  declaró la guerra?) La Feinstein es nada menos que la Presidente del Comité especial de Inteligencia del Senado. En inteligentes manos está el mundo...
El axioma tampoco es comprensible para el vicepresidente estadounidense Joe Biden, que en un melodramático e infantil discurso preguntaba “¿Por qué hacen eso?” Si Mr. Biden no conoce los motivos, no debería ocupar el puesto que ostenta. En todo caso su jefe puede darle una lección clara y completa sobre el Islam, pues lo ha practicado toda su vida.
Nadie está libre en ninguna parte de ser víctima de los islamistas. En América Latina, donde las medidas de seguridad son inexistentes, en cualquier momento aparecerán un par de solitarios fanáticos religiosos que volarán por los aires a varios centenares o miles de católicos. Es sólo cuestión de tiempo.