25 abril, 2013

VANDALISMO, NARCO Y LA GUERRILLA EN MEXICO



Es narco y es guerrilla

Pablo Hiriart

El vandalismo ya es demasiado grande. Y no es por la reforma educativa. Lo que vemos en Guerrero y Michoacán es una acción concertada. Nadie incendia edificios y provoca con esa violencia al gobierno por la única razón de que desea un instituto autónomo de evaluación educativa.

Los “maestros” de Guerrero están aliados a los grupos de autodefensa, esa novedad armada que surgió de la noche a la mañana para “proteger a la población”.


Ahí confluyen dirigentes ligados a la guerrilla, concretamente al ERPI, y los intereses del narcotráfico.


Ningún partido ha mostrado tal perversidad como para alentar esa violencia. Ningún dirigente político, por radical que sea, está en la sintonía de incendiar literalmente al país.


Ahí hay guerrilla y hay narco.


No estamos ante la “protesta social”, como quieren ver algunos que se entusiasman con cualquier ruido que afecte al gobierno —a lo que sea.


Se trata de una acción concertada para debilitar al gobierno y acorralarlo.


El único ganador con un Estado ocupado en tareas de inteligencia para desactivar conflictos sociales, es el narcotráfico.


Con un país en convulsión, los ganadores son los narcos. Ellos crean estos ambientes.


Así ocurrió en Colombia, con la cercanía entre guerrilla y bandas de narcotraficantes. Al final las FARC terminaron fusionadas con el narco. Hacia allá caminamos si no se actúa pronto y a fondo.


Quieren muertos y seguramente, a este paso, los van a tener. De esa manera el conflicto se extenderá a Oaxaca, a Chiapas y a zonas sensibles del Estado de México y el Distrito Federal, como son algunas universidades.


Los narcos necesitan un Estado débil para operar con mayor soltura. Eso es lo que estamos viendo. Y cuentan con el activismo magisterial, más la guerrilla que existe desde hace años en esas regiones del país.


Desde Chilpancingo nos llegan imágenes que nos hablan de un Estado en crisis, que no puede hacer cumplir la ley ni poner en orden a “docentes”.


Las sedes de los partidos, saqueadas por hordas de encapuchados en Guerrero, nos traen a la memoria las imágenes de Egipto en los días del levantamiento iniciado en la glorieta Al-Tahrir.


Una foto estremecedora, distribuida por las agencias internacionales de noticias, es la columna de humo que sale de la Contraloría guerrerense y unos encapuchados atacándola con piedras.


En las páginas de las principales publicaciones del mundo, no destaca la imagen del México próspero que se perfila en el horizonte.


Vemos a malandrines que asaltan el Congreso de Guerrero, que destruyen la sede del PRD, apalean computadoras en el PAN, e incendian el edificio del PRI.


También está la imagen de un vándalo, supuestamente maestro, con un hacha en la mano y una playera que desafía a muerte a los “enemigos de la educación gratuita”.


¿Cuál riesgo hay para la educación gratuita? Pamplinas. No hay nada de eso. Se trata únicamente de un pretexto para poner al estado contra las cuerdas y que se digan vaguedades inaceptables como “no caeremos en la provocación de la violencia”


O sea, el patrimonio de la violencia lo tienen los vándalos y el Estado debe agazaparse para no caer en la provocación.


Entonces, pregunto, ¿quién defiende a la ciudadanía?


El antiméxico está en acción. Y cruzarse de brazos no es la opción.


Ahora es Guerrero y Michoacán, y pronto se le sumarán Oaxaca y Chiapas.


En Chiapas la situación no es alentadora. El gobierno es más débil que el de Guerrero.


Volvamos al punto: la convulsión social y un Estado abocado a sofocarla, son de interés del narco y de la guerrilla.


Pensemos mal, y vamos a acertar.



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