30 abril, 2013

Perú ¿la próxima ficha en el dominó?

Perú ¿la próxima ficha en el dominó?

Por Alvaro Vargas Llosa
He pensado en estos días en el famoso artículo de Ortega Y Gasset de 1931 en el que el filósofo denunciaba ("¡no es esto, no es esto!") la radicalización de la República española.
Como mencioné al pasar en mi reciente columna en la versión impresa de El Mundo, un temor se ha apoderado de muchos peruanos. Creen que el Presidente Humala ha renunciado a su compromiso de respetar la democracia y el Estado de Derecho, y de ceñir sus políticas de inclusión social dentro del amplio corset del modelo económico vigente.
Hasta la elección ornitológica y fraudulenta de Nicolás Maduro en Venezuela, la relación entre Humala y los peruanos iba bien. Aunque se le reprochaba no hacer más reformas y no dar un impulso a numerosos proyectos de inversión atascados en la burocracia, se pensaba que estaba respetando su compromiso de la segunda vuelta electoral de 2011. Las encuestas reflejaban un apoyo transversal al mandatario en la sociedad, logro poco común.

Esta percepción cambió cuando, con el pretexto de presidir temporalmente Unasur, un bloque regional dominado por aliados del chavismo, Humala invitó a Lima a los mandatarios correspondientes, incluido Maduro, para convalidar la farisaica elección de este último. Luego viajó a Caracas para acompañarlo en su toma de posesión. Había estado también en los funerales de Chávez, ocasión en que pidió al mundo "seguir el ejemplo" del difunto. 
Viniendo de una persona que había realizado un levantamiento militar contra el régimen de Alberto Fujimori en 2000 y de alguien que había contado en su día con el apoyo de Chávez, la conducta de Humala implicaba dos cosas: incoherencia democrática y señales perturbadoras sobre el futuro de su gobierno. Hasta entonces los peruanos habían soportado varios viajes oficiales de Humala o gente cercana a él a Cuba y Venezuela con resignación. Esta vez, el activismo solidario con Caracas disparó las alarmas.
¿Prepara Humala el terreno para sumarse al club de populistas que llegaron al poder por la vía electoral y mudaron de ropajes? Como el mandatario no ha querido descartar que su esposa sea candidata presidencial en 2016 (la ley no lo permite pero ¿cuándo fue eso un óbice para la larga estirpe de autoritarios latinoamericanos?), los temores apuntan a una posible vía argentina para lograr la reelección. La sociedad de ayudas mutuas que es Unasur facilitaría la validación regional.
Al volver Humala de Caracas, se supo que su gobierno quería comprar los activos de Repsol-una refinería, algunos cientos de estaciones de servicio y una planta para envasar gas licuado de petróleo- en el Perú. Ello violaría su compromiso de no poner en práctica el programa estatista de la primera vuelta electoral de 2011, que había reemplazado por una "hoja de ruta" sosegadora en la segunda. La sospecha es que podría adoptar el libreto de los populistas antidemocráticos. Si el gobierno peruano se apodera de los activos de Repsol, pasará a controlar la industria del refino de crudo, además de buena parte de la distribución de GLP, lo que le daría capacidad para vender combustibles a precios subvencionados. En todos los países donde reina el autoritarismo populista, esa fue una vía para comprar apoyo popular. ¿Está el gobierno peruano pensando en una operación populista que facilite la reelección ilegal por vía de la Primera Dama?
La opacidad informativa y las contradicciones entre miembros del gobierno dieron aire de nocturnidad al asunto....hasta que el Ministro de Economía, de quien no se esperaba este zarpazo populista, confirmó el interés del gobierno, sugiriendo que se está estudiando "técnicamente" la posible compra (las estatizaciones latinoamericanas suelen ser exquisitamente "técnicas"). Al día siguiente, apareció un decreto reglamentando la ley que permite a Petroperú, empresa estatal, intervenir en todas las áreas de la industria de hidrocarburos. Un lote petrolero que había estado en manos privadas pasó a control del Estado.
El pánico se ha apoderado de muchos ciudadanos, igual que en la segunda vuelta electoral, cuando a quienes apoyábamos a Humala nos querían convertir en hamburguesa. No sería honrado negar que Humala les ha dado esta vez muchas razones para el miedo. Aunque confío en que la fuerte reacción de muchos peruanos lo habrá asustado y en que las encuestas pronto le quiten el mareo, hay demasiadas ambigüedades en su discurso y ambivalencias en su actuación como para sentirse seguros.
Por tanto, en lugar de hacer conjeturas (¿será o no dictador, será o no su mujer candidata ilegal?), es más útil que los peruanos opongan resistencia al menor síntoma de populismo y autoritarismo para que la respuesta a esas preguntas no agarre a nadie dormido. Empezando por la estatización de la industria de los combustibles.
En el campo de la libertad, pecar por exceso es preferible a pecar por omisión.

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