15 abril, 2013

Por qué el súper peso no le conviene a la economía mexicana

Leo Zuckermann
Corremos el riesgo de profundizar la caída en nuestras exportaciones manufactureras, la producción industrial, el crecimiento económico... 
Por qué el súper peso no le conviene a la economía mexicana
El peso se está apreciando frente al dólar. El viernes terminó en 12.08 pesos por dólar, aunque un día antes llegó a estar en 12.03 en su cotización al mayoreo. Nuestra moneda lleva seis semanas consecutivas fortaleciéndose frente a la divisa estadunidense. En lo que va del año, la apreciación alcanza unos 88 centavos que equivalen a 6.8 por ciento. Es un rendimiento muy jugoso para aquellos que invirtieron en pesos, tomando en cuenta que la tasa de los bonos gubernamentales mexicanos, los Cetes, pagan una tasa anual de 3.81% al año. Muchos estarán contentos con este fortalecimiento de la moneda nacional. Pero el súper peso en realidad no le conviene a la economía mexicana. Por una razón simple: los exportadores mexicanos están perdiendo competitividad.


Los que producen para exportar pagan sus insumos en pesos y reciben dólares por sus productos. Hoy, debido al fortalecimiento del peso, están ganando menos por cada dólar que exportan. Su utilidad es menor. Y recordemos que las exportaciones de manufacturas mexicanas han sido el principal motor de crecimiento económico en los últimos años.
El súper peso puede acabar frenando el crecimiento y la creación de empleos. En este sentido, no conviene tener una moneda fuerte en este momento. Sobre todo cuando ya hay información que apunta a una desaceleración de las exportaciones, la producción industrial y el crecimiento del Producto Interno Bruto. Sobre las primeras, “se contrajeron a una tasa anual de 2.9% en el segundo mes de 2013, su primera contracción anual desde junio pasado”. En cuanto a la producción industrial, en comparación anual “disminuyó -1.2% en términos reales en el mes de referencia con relación a igual mes de 2012”. Por lo que toca al crecimiento económico, el indicador coincidente que “refleja el estado general de la economía”, en enero de 2013 “se ubicó en la fase de desaceleración al registrar un valor de 100.2 puntos, lo que representa una variación de -0.08 puntos respecto al mes anterior”. Toda es información de reportes del INEGI.
De acuerdo con JP Morgan, el peso podría apreciarse aún más. De acuerdo con un documento publicado la semana pasada, la firma financiera “estima que el tipo de cambio peso por dólar cerrará en 11.70 en 2013 y 11.30 en 2014”. Nuestra moneda tiene “todavía espacio adicional” para continuar fortaleciéndose “debido a la entrada de capital, sostenida ante fundamentos económicos sólidos y perspectivas de una reforma prometedora”.
El peso se está fortaleciendo porque están llegando al país muchos capitales en moneda extranjera buscando mejores rendimientos en los mercados de bonos y acciones mexicanas. Bienvenidos sean estos capitales. Es mejor tenerlos que no tenerlos. El problema es que, como llegan, pueden irse. Y en un régimen de libre flotación, esto significa que, cuando arriban, el peso se fortalece y, cuando se van, se devalúa, lo cual produce volatilidad en el tipo de cambio.
En este momento los principales bancos centrales están inundando los mercados con sus monedas. Estados Unidos con dólares, Europa con euros. Los últimos en decidir imprimir moneda a lo grande han sido los japoneses. Ya empezaron a emitir yenes en grandes cantidades para devaluar su moneda, ganar competitividad en sus exportaciones y salir de la cuasi-recesión en la que llevan más de dos décadas. De hecho, la apreciación del peso de los últimos días se explica por la devaluación del yen. A nuestro país están llegando capitales japoneses buscando mejores rendimientos de bonos y acciones.
Con la devaluación en su moneda, los japoneses hacen que perdamos competitividad los mexicanos. Por eso, el tipo de cambio es quizá la herramienta comercial más poderosa de un país. México, en este sentido, no puede permitir que se siga apreciando su moneda. El gobierno tiene tres opciones para prevenirlo: evitar que las divisas extranjeras circulen en el mercado, acumulándolas en la reserva internacional del Banco de México, hacer menos atractivo que vengan esas divisas a México bajando las tasas de interés o de plano poner controles de capital que desincentiven la entrada de éstos. Habrá que hacerlo porque, de lo contrario, los mexicanos corremos el riesgo de profundizar la caída en nuestras exportaciones manufactureras, la producción industrial, el crecimiento económico y la generación de empleos.

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