El Presidente Peña Nieto de gira
por oriente en su escala en Tokio, hizo una afirmación por demás
interesante. "México no se va a conformar con los crecimientos
económicos raquíticos que hemos tenido. México debe crecer al doble del
promedio que ha experimentado los últimos 40 años". Bien dicho
Presidente pero ¿cómo lo haremos? Aquí van algunas reflexiones que vale
la pena considerar.
Como consecuencia de la muerte del comunismo, el mundo ahora se debate
entre quienes abogan por los crecimientos económicos agresivos
permitiendo a los mercados funcionar libremente. En el otro lado de la
mesa los keynesianos que prefieren un crecimiento controlado, manoseado,
supuestamente por miedo al fenómeno que fue el coco de los economistas
durante los años 60 y 70; la inflación.
Sin embargo, las políticas económicas keynesianas siguen infectando el
debate público a pesar de que ya, por décadas, en el campo intelectual
han sido desprestigiadas por economistas de las diferentes escuelas de
pensamiento y, finalmente, por la misma realidad.
En estos momentos el debate se centra en la siguiente cuestión: ¿pueden
las economías crecer demasiado rápido? Las respuestas tradicionales
siempre bordan en lo siguiente:
A) Sí, y los bancos centrales deben adoptar políticas restrictivas para
prevenir inflación. B) No, las economías como tradicionalmente han
crecido, todavía tienen mucho campo para expandirse antes de las
presiones inflacionarias. C) Si, pero el reducir la inflación no
justifica el precio traducido en desempleo.
El que este enfrentamiento aún sobreviva, inclusive en los EU, prueba el
que muchos segmentos de la sociedad permanecen esclavos del economista
John Maynard Keynes. La premisa fundamental del debate, es la noción
keynesiana de que los planificadores gubernamentales pueden provocar
aumentos en la producción y reducir el desempleo, pero a costa de
también crear aumentos en los procesos inflacionarios, o, que ellos
pueden provocar bajas en la producción reduciendo la inflación, pero
teniendo como costo un aumento en el desempleo.
De hecho uno de los argumentos más interesantes presentado en las
elecciones pasadas en los EU, fue el de Steve Forbes quien, como buen
Supply—Sider, les demostró a los candidatos cómo los EU puede crecer a
niveles de 7 y 8 por ciento sin inflación, simplemente reduciendo
impuestos y terminando el proceso de liberación iniciado por Reagan.
La premisa keynesiana es totalmente falsa. No hay esa relación entre
producción, inflación y desempleo. Lo único que los planificadores
pueden provocar y provocan, es caos. La producción depende del trabajo,
capital, información, y lo más importante, depende de libertad. El
empleo depende de una serie de factores institucionales incluyendo las
destructivas políticas de los gobiernos en los mercados de trabajo.
Inflación es la consecuencia de políticas monetarias irresponsables. La
intervención gubernamental distorsiona las señales del mercado
impidiendo la coordinación de la actividad económica. El mundo fue
keynesiano desde la venida de Roosevelt hasta que, en los años 70, fue
enviado a una espiral de inflación con recesión que desestabilizó los
mercados llevando al poder a la Thatcher y a Ronald Reagan.
Entonces, ¿por qué ante el fracaso keynesiano sus políticas continúan en
el debate público? Por una simple razón; poder, control. Los miembros
del establishment buscan el control a través del activismo
gubernamental. Hay burócratas que sí creen en la planeación
gubernamental. Ellos no piensan que una virtuosa sociedad resultará
cuando sus miembros tienen la libertad para interactuar. Pero la mayoría
lo saben perfectamente, las políticas keynesianas fallaron en producir
prosperidad, pero no han fallado para mantenerlos en control.
Al establishment mundial no le interesa una sociedad libre y responsable
porque se les terminan sus cotos de poder, el control y la mina de
corrupción. Mientras más dependiente sea la sociedad, más se justifican
sus intervenciones, los subsidios, los bancos de promoción, las aduanas,
las empresas descentralizadas, las miles de dependencias oficiales que
son los focos de corrupción.
En los mismos EU cuando la economía empieza a crecer agresivamente, de
inmediato meten el freno vía aumento de los tipos de interés
argumentando; "ahí viene la inflación". Cuando se les va la mano
provocan recesiones como la actual, y dan reversa inundando el mundo con
dinero Fiat, dinero sin respaldo alguno...la bomba de tiempo que pronto
debe detonar.
Especialmente a los gobiernos demócratas no les interesa que la economía
crezca más de lo previsto, se les acaba la industria de la pobreza. Una
tercera parte del presupuesto de los EU se destina a "gasto social".
Los políticos norteamericanos jamás van a permitir que esos miles de
millones de dólares ya no tengan aplicación. Jamás van a permitir que
toda esa burocracia que vive del manejo de la "distribución de la
riqueza" se quede sin modus vivendi. Hay demasiados intereses de por
medio.
La economía mexicana no sólo puede crecer al 8 por ciento anual como lo
afirma el Presidente Peña. Puede crecer a un 10, 12 por ciento sin
problemas inflacionarios. Son los crecimientos que han tenido Hong Kong,
Chile y de hecho México lo llegó a tener en los 60. Pero eso era
atentar contra el control absoluto de la burocracia que nos ha oprimido
durante nuestra vida independiente. La economía mexicana puede crecer a
los niveles que experimenta China en estos momentos, pero a los
revolucionarios se les acaba la mina de explotación más importante, se
les acaban los pobres.
Peña Nieto se muestra resuelto pero le espera un verdadero viacrucis. De
la misma forma que bloquearon a Fox y a Calderón, se levantará la
barrera del idiotismo y las marchas de maestros en sociedad con
"ciudadanos armados" es solamente la muestra. Los macheteros de Atenco
están en la reserva y la explosión de Pemex fue un aviso.
La clase gubernamental nunca estará dispuesta a llevar el keynesianismo a
los archivos. Sus políticas se seguirán desarrollando así como el
marxismo evolucionó a la "corrección política" y socialismo en lo que
ahora llaman "la tercera vía" —pero no las dejarán morir. Las causas del
poder en los gobiernos expansivos son demasiado importantes para la
clase de perfectos idiotas mundiales, de ellas depende su sobrevivencia,
su vida misma.
Entonces, Keynes vive y vivirá hasta que los pueblos hartos de los
controles y la opresión se rebelen contra sus verdugos. Cuando los
pueblos se den cuenta del poder de una sociedad civil para reclutar a
las damas y caballeros de hierro estilo Thatcher capaces de enfrentar la
mafia política, que no dialoguen con criminales, los pueblos se habrán
liberado. ¿Tenemos en Peña Nieto un Presidente de hierro? Pronto lo
sabremos. |
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