10 abril, 2013

Territorios en disputa

Carlos Ornelas
Parece ser que por primera vez en mucho tiempo los maestros aglutinados en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y otras agrupaciones se toparán con la policía. Esta vez no les fue bien a los manifestantes... 
Territorios en disputa
Los hechos recientes confirman lo que académicos y periodistas analizan desde hace décadas: la educación es una arena de luchas políticas. Hoy se revela una contienda descarnada. Las fuerzas del Estado unificadas impulsan reformas en la educación que afectan los intereses de los dirigentes sindicales y la práctica de los docentes frente a grupo. Y éstos resisten.
Durante semanas el gobierno de Enrique Peña Nieto trató de llevar el asunto en el terreno jurídico (incluso, la captura de Elba Esther Gordillo se realizó con apego a la ley), pero la respuesta agresiva de los maestros disidentes colmó la paciencia de los gobernantes; antes, segmentos sociales importantes habían mostrado su enojo. La semana pasada el conflicto escaló a la lucha cuerpo a cuerpo entre docentes que habían tomado la Autopista del Sol y la Policía Federal.


Parece ser que por primera vez en mucho tiempo los maestros aglutinados en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y otras agrupaciones se toparán con la policía. Esta vez no les fue bien a los manifestantes. Pascal Beltrán del Río, en su columna del domingo en Excélsior, piensa que el Estado encontró la forma de lidiar con el trauma post 68 y proteger los bienes públicos respetando los derechos humanos. Mas pronto se verá hasta dónde se mantendrá ese ritmo.
Mi intuición me dice que los disidentes no cederán tras el primer golpe. Desde antes se preparaban para una contienda de larga duración, afilaban sus hachas y hoy, con el honor ofendido, se alistan a encumbrar más el conflicto. Si hay acciones violentas concertadas en, digamos, Oaxaca, Guerrero, Michoacán y Chiapas, no habrá suficientes policías federales para contenerlos. A eso le apuestan, pienso, los guerreros de la CNTE.
Cierto, de parte del gobierno las acciones continúan. El Presidente y el secretario de Educación Pública, Emilio Chuayffet, endurecieron su discurso; el titular de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, concierta con los gobernadores de los estados clave y diseñan estrategias conjuntas. Por lo pronto habrá puniciones administrativas (retención de salarios) a quienes no asistan a clases por manifestarse. Sin embargo, no todo es punición. La Segob recibió a un grupo de 25 representantes de los disidentes (que mantenían sitiado el edificio) para seguir negociando y, me imagino, responder con advertencias de mayor rigor a las amenazas de los paristas.
Al mismo tiempo, el gobierno intenta ganarse a los maestros frente a grupo. El secretario Chuayffet asegura que las reformas no van en contra de ellos, que la revolución (y dale otra vez con la palabra revolución) educativa es a favor de México, de los niños y los maestros mismos. Sólo se aplicará la ley y habrá sanciones contra los que falten a clases y violenten el orden legal. Pero los disidentes no se cruzan de brazos e infundiendo miedo ganan adeptos entre los maestros comunes.
Nadie sabe cuál será el resultado de esta contienda. De lo que estoy seguro es de que no será fácil para ninguna de las partes. Mas el gobierno podrá conseguir apoyo entre segmentos sociales que ya están hartos de paros, huelgas y manifestaciones que afectan sus vidas y sus actividades. La CNTE sólo de grupos extremistas minúsculos que están al margen de la ley; incluso, se aleja de sus aliados históricos al atacar el edificio del PRD en Chilpancingo.
No obstante, los más radicales, los que más tienen que perder, no se amilanarán ante nada. Por décadas realizaron desmanes gozando de impunidad, ganaron todas sus batallas y, pienso, no ven razón para cambiar de estrategia. Colijo que el gobierno central diseña nuevas tácticas para lidiar con la disidencia. Si no hay policías suficientes para desalojar a los manifestantes de carreteras y edificios públicos que tomen, vendrán entonces detenciones de actores clave. Algunos capturados en flagrancia otros con órdenes de aprehensión en su contra. Hay expedientes sobre muchos de los dirigentes, en especial de los más vociferantes y agresivos.
También estoy convencido de que el gobierno no retrocederá. Ya invirtió mucho, ya domesticó a la parte mayoritaria del SNTE y tiene a la opinión pública a su favor. Para el Estado, retomar la rectoría de la educación pasa por su victoria política y material sobre los disidentes.

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