Argentina (en inglés), Venezuela (en inglés) y ahora incluso Ecuador
(en inglés) se han adherido a la desafortunada, aunque familiar, moda
económica que actualmente atraviesa la región —los controles de precios.
En un intento mal concebido de “suprimir” la inflación, sus respectivos
gobiernos han intentado fijar los precios a niveles artificialmente
bajos. Como cualquier economista que merezca el título sabe, esto
eventualmente derivará en escasez.
Publicado por
Steve Hanke
Considere a Venezuela, donde el gobierno fija el precio de una serie de productos, incluyendo la gasolina, cuyo precio está fijado en solamente 5,8 centavos por galón. Como el gráfico adjunto muestra, 20,4% de los productos simplemente no se encuentran disponibles en las tiendas.
Mientras que los controles de precios probablemente mantienen los precios de los productos bajos en los mercados oficiales, finalmente conducen a repisas vacías, privando a muchos consumidores del acceso a productos esenciales (como el papel higiénico,
en inglés). Esto, a su vez, conduce a una inflación “reprimida” —dados
los controles de precio que existen, la tasa de inflación “real” es
mantenida en un nivel bajo, o reprimida mediante la intervención estatal
al estilo soviético. Como el gráfico adjunto muestra, la tasa implícita
de inflación anual de Venezuela (utilizando variaciones en el mercado negro –enlace en inglés– del tipo de cambio entre el bolívar fuerte y el dólar) ubica a la tasa de inflación “reprimida” en un 153%.
De igual forma, Argentina se enfrenta a un dilema similar (ver gráfico adjunto).
Además de la escasez y la inflación reprimida, los controles de
precio pueden conducir a consecuencias políticas no intencionadas en el
futuro. Una vez que los controles de precio son implementados es muy
difícil removerlos sin generar una agitación popular —solo considere las revueltas de 1989 en Venezuela (en inglés) cuando el presidente Carlos Andrés Pérez intentó remover los controles de precio.
Ojalá Ecuador —que, gracias a la dolarización (en inglés), está experimentando una inflación anual de solamente 3%— comprenda este sinsentido y abandone su experimento con los controles de precio.
Si los gobiernos de países como Venezuela están realmente interesados en mantener la inflación bajo control, deberían seguir el ejemplo de Ecuador —simplemente descartar su moneda doméstica y “dolarizar” (en inglés).
Ojalá Ecuador —que, gracias a la dolarización (en inglés), está experimentando una inflación anual de solamente 3%— comprenda este sinsentido y abandone su experimento con los controles de precio.
Si los gobiernos de países como Venezuela están realmente interesados en mantener la inflación bajo control, deberían seguir el ejemplo de Ecuador —simplemente descartar su moneda doméstica y “dolarizar” (en inglés).
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