14 abril, 2013

Venezuela enfrenta un oscuro futuro económico

Analisis

 
 

Una protestante sostiene un billete falso con la leyenda 'Esta es la revolución. Pobre Bolívar'. En una demostración de la oposición venezolana que reclama en las calles ante la devaluación de la moneda en Caracas, en febrero 23 de 2013.
Una protestante sostiene un billete falso con la leyenda 'Esta es la revolución. Pobre Bolívar'. En una demostración de la oposición venezolana que reclama en las calles ante la devaluación de la moneda en Caracas, en febrero 23 de 2013.
Ariana Cubillos / AP
Hugo Chávez no vivió para ver la implosión de su modelo socialista, pero las señales del colapso son evidentes y se profundizarán en los próximos tiempos, independientemente de quién gane las elecciones presidenciales del domingo en Venezuela.
Nicolás Maduro —delfín del fallecido mandatario, presidente encargado y candidato del gobernante Partido Socialista Unido— propone mantener las políticas chavistas, lo cual parece imposible ante el panorama económico que padece el país. Henrique Capriles, el aspirante de la Mesa de la Unidad Democrática, promete su reversión gradual y generar un “shock” de confianza que se convertiría en una mejoría rápida, que tampoco parece factible en lo inmediato.


Más aún, durante 14 años, Chávez y su gobierno ocultaron o maquillaron indicadores que hoy prefiguran que la situación del país —social y económica— es peor que la que esas cifras muestran. Los venezolanos del 2013 viven entre la inflación, el desabastecimiento, el estancamiento económico, la criminalidad y las deficiencias de los servicios públicos propias de un país en guerra.
El país no sabe hoy, por ejemplo, cómo cancelará el próximo mes las pensiones de vejez de 2.4 millones de personas; los recursos para cubrir estos pagos alcanzan a un cuatrimestre en el presupuesto. Chávez logró, apoyado por precios del petróleo que llevan una década completa por encima de $50, quintuplicar el número de pensionados por vejez; pero no es la economía real la que soporta el incremento, sino el boom petrolero.
Lo mismo puede decirse del número de empleados públicos (2.4 millones, en comparación con 800,000 en 1999), y de la auténtica orgía de expropiaciones que vivió Venezuela entre el 2006 y el 2012, incluyendo a empresas cementeras, el sector eléctrico privado, bancos, la siderúrgica Sidor, cadenas de hipermercados y de tiendas agrícolas.
El petróleo ha sostenido controles de cambios y de precios durante más de una década. Aunque los controles ya colapsaron, siguen trancando la economía y el crudo ya no da para más, aún con su mismo valor de intercambio internacional. Chávez gastó mientras pudo, y cuando se acabó el dinero, recurrió al endeudamiento.
La deuda total de Venezuela, se ha al menos sextuplicado desde 1999, y hoy es estimada entre $190,000 millones y $230,000 millones (no hay cifras oficiales); aproximadamente 60 por ciento del Producto Interno Bruto, lo que hace de Venezuela una nación altamente endeudada. El PIB creció 5 por ciento en el 2012, pero hubo un déficit fiscal de 18 puntos del PIB.
Chávez ganó las elecciones de octubre pasado, pero no fue el único que pagó un costo altísimo por ello. El costo lo está pagando ahora el país entero.
¿Dónde están los reales?
En los 70, Venezuela vivió una situación similar. El boom petrolero de esa década creó una ilusión de riqueza que Carlos Andrés Pérez administró mal, con nacionalizaciones y la creación de un pesado sector público. Luis Herrera, el presidente entre 1979-84, hizo su campaña electoral preguntándose “¿dónde están los reales?”.
Chávez hizo tropezar al país nuevamente con la misma piedra —y a lo grande.
Tras ingresos de $1.5 billones entre 1999 y el 2012, (y una inversión social estimada por el gobierno en $500,000 millones) los venezolanos padecen la inflación más alta del continente: 23 por ciento el año pasado y 26 por ciento anualizada a marzo, lo que indica que se está acelerando. Esto, a pesar de que para medir la inflación, el Banco Central de Venezuela (BCV) usa la red Mercal-Pdval de establecimientos públicos, donde los precios están subsidiados.
La escasez promedio es de aproximadamente 20 por ciento, con algunos productos sobre 75 por ciento, siempre según el BCV, cuya estructura completa de cifras ha sido cuestionada, incluyendo la liquidez de las exiguas reservas internacionales de apenas $28,000 millones.
Que los anaqueles estén vacíos en plena campaña electoral indica que no hay dinero para sostener una estructura que depende en un 70 por ciento de las importaciones de alimentos.
Falta el cemento y escasean las medicinas, la acerera estatal Sidor ha dejado de exportar y produce un tercio del hierro que producía en el 2008, cuando fue expropiada. Requiere subsidios; las fábricas de automóviles están paralizadas, y un Dodge Dart de la década de los 70 alcanza el astronómico precio de $8,000 en las calles de Caracas al tipo de cambio libre, que es cuatro veces mayor que el oficial. El gobierno ha introducido una ley con la que pretende regular, también, el precio de los automóviles usados, señal de que no piensa rectificar.
En el fondo del asunto está Petróleos de Venezuela (PDVSA), que produce 1 millón de barriles menos que en el 2002 y cuya producción está estancada en 2.2 millones de barriles diarios. De ellos, un millón es pagado en efectivo por Estados Unidos. El resto se vende con descuento a Cuba y los países del ALBA; o en el mercado interno, causando una pérdida de $18,000 millones el año pasado, debido en parte a un precio de la gasolina que en la práctica es un regalo.
Fuga de cerebros
A este panorama hay que agregar la descapitalización humana. Sus mejores técnicos petroleros (despedidos y obligados a exiliarse por la “revolución”), se le han fugado, así como 8,000 médicos, miles de ingenieros y hombres de negocios. En el otro extremo del escalafón social, aunque se reconoce que las clases más desfavorecidas han tenido un drástico incremento en su poder de consumo, la metodología del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) que mide la pobreza en función de necesidades no resueltas, muestra cifras similares a las de 1999. El indice de Desarrollo Humano del PNUD está estancado en Venezuela desde finales de los 90.
Es muy difícil que las cosas mejoren con Maduro en el poder, ya que su promesa es cumplir el programa que Chávez presentó para el sexenio 2013-19, más intervencionista y radical. Muchos consideran que el delfín de Chávez tendrá que dar un giro hacia el libre mercado, solo para mantenerse en el poder. Otros creen que aún queda un largo camino de expolios al escaso sector privado que sobrevive, y que ése es su margen de maniobra.
También es difícil para Capriles, que calcula que si elimina los subsidios de entre $5,000 milloes y $7,000 millones anuales a Cuba, tendrá los recursos para atender los problemas. Pero un aparato productivo en ruinas y un sector privado agobiado por leyes hostiles, no se recupera por arte de magia; y difícilmente convencerá al votante chavista de que el trabajo, y no el populismo, es la solución a los problemas.

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