30 mayo, 2013

¿Algún día enfrentaremos el problema que hoy trata de resolver Chile? Por lo que se ve, no

En colaboraciones anteriores he tocado un problema que considero fundamental para el país del cual, por desgracia, sus efectos negativos empezarán a ser evidentes para buena parte de la sociedad a partir de la mitad del próximo decenio.

Hoy, por sus características y la idea arraigada de que lo mejor para México y su desarrollo es seguir reduciendo el número de hijos por mujer, aquéllos pasan fácilmente inadvertidos.
Sin embargo, para los especialistas en demografía que han estudiado las dos grandes transiciones demográficas de nuestro país a partir de los años setenta, el problema y sus efectos son bien conocidos; en áreas como las finanzas públicas y los sistemas públicos de pensiones, el sistema de educación pública y los mercados laborales ya se advierten.
El problema al que me refiero, es el envejecimiento demográfico o invierno demográfico; los demógrafos lo llaman la Segunda Transición Demográfica. Cualquiera que fuere el nombre mediante el cual lo identificáremos, sus efectos de prestar atención a ciertos detalles presentes ya en nuestra vida cotidiana, los podríamos advertir fácilmente.
Las efectos de esta segunda transición, son resultado de la combinación de dos cambios en la estructura demográfica de la sociedad; una, el incremento acelerado del número de personas mayores de 65 años -o de 60-, y la reducción drástica del número de hijos nacidos vivos de una mujer durante su vida fértil la cual, para fines estadísticos se considera que va de los 15 a los 49 años pero en la práctica termina a los 35.
Los países europeos han estudiado los efectos de esta transición demográfica desde hace decenios; han puesto en práctica un conjunto de medidas cuyo objetivo central es, para decirlo claro, detener primero la caída drástica del número de hijos y luego llegar a la Tasa de Reposición, que los especialistas fijan en 2.1 hijos nacidos vivos por mujer, uno de ellos niña.
Los resultados alcanzados a la fecha, no son muy halagadores; Europa, Rusia, Japón y la República Popular China enfrentan ya un severo problema en materia demográfica. Esos países pudieren ser, de decidirnos a enfrentar el problema y diseñar políticas públicas para su solución, una buena escuela de lo que debe hacerse y también, de lo que no debe hacerse en materia de políticas demográficas.
En América Latina, prácticamente todos nuestros países presentan un perfil más o menos similar en materia demográfica; el crecimiento a tasas altas del número de personas mayores de 60 o 65 años y la reducción del número de hijos por mujer en algunos, por debajo de la Tasa de Reposición, son cosa común en la región.
¿Qué país ha intentado, seriamente, hacer algo al respecto? A excepción de Chile que recién anunció un paquete de medidas que incluye, de manera relevante, un bono para las mujeres que decidan tener un tercer, cuarto o quinto hijo equivalente a 200, 300 o 400 dólares americanos, el resto ve el problema con una pasividad preocupante.
¿Qué esperamos para 2025? ¿Llegar a una situación irreversible? ¿Seguiremos promoviendo la reducción del número de hijos por mujer, sin ver las consecuencias? Sí, todo indica que eso haremos.
Sigamos pues por ese camino y nos vemos espero, en 2025.

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